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“Tratando de sobrevivir”. Así resumen las empresas del sector automotriz el momento que atraviesan: menor demanda, pérdida de competitividad, postergación de inversiones y reducción de la plantilla de personal. En ese marco, las fábricas autopartistas y el sindicato del sector están definiendo —luego de meses de discusiones— la creación de un subgrupo para negociar salarios de forma separada de las industrias armadoras de vehículos.
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En los últimos años esta cadena industrial tuvo un nivel de actividad desparejo debido a los vaivenes cambiarios y en el acceso a los mercados regionales, adonde exporta la mayoría de la producción.
En 2005 se ensamblaron en Uruguay unos 300 vehículos, en 2010 más de 7.000 y en 2014 se llegaron a armar 15.000, pero en el año en curso se prevé exportar poco más de la mitad (unos 8.000), señaló a Búsqueda el secretario de la Cámara de Industriales Automotrices del Uruguay, Ramón Cattaneo. “Para no morir hay que adecuar mucho todas las estructuras y costos y adoptar un régimen de supervivencia pensando que es un ciclo, como otros que la industria vivió en el pasado”, afirmó.
Desde la Unión Nacional de Trabajadores del Metal y Ramas Afines (Untmra) también se alertó sobre la situación complicada de “toda la industria automotriz”. En conferencia de prensa, el dirigente César Acosta señaló el mes pasado que hay 1.000 trabajadores en “seguro de paro”, de un total de 4.000 en planilla. El propio Acosta quedó en esa situación luego que la ensambladora Chery-Socma cerró la planta de Paso Carrasco meses atrás por los problemas para exportar a Argentina.
En caída.
En enero-agosto la producción de “autos, remolques y semirremolques” cayó 31% y las horas trabajadas y el personal ocupado lo hicieron aun más (37,8% y 34,2%) respecto a los mismos meses de 2014, según datos del Instituto Nacional de Estadística.
Las exportaciones siguieron la misma tendencia. Entre enero-setiembre las ventas al exterior de automóviles de turismo y de transporte de mercancías sumaron U$S 86,8 millones, 34% menos en relación con igual período de 2014 según el Instituto Uruguay XXI.
Frente a este panorama, Cattaneo declaró que las empresas están “tratando de sobrevivir”. Comentó que los problemas son de mercado debido, por un lado, a que Argentina tiene “parada por completo” la importación. También porque la demanda de Brasil “cayó mucho” en parte por las medidas de protección a la industria local y por la pérdida de competitividad comercial asociada a la profundización de la depreciación del real.
Por esta caída de actividad, este año las armadoras redujeron en un tercio su plantilla. Hoy, entre Nordex y Lifan, emplean a unos 1.000 trabajadores.
En octubre, la ensambladora Lifan —de capitales chinos— envió a una treintena de trabajadores de su planta de motores al seguro de desempleo. El directivo de la firma Pablo Revetria señaló que el personal sería reincorporado en abril próximo, cuando vuelva a tener negocios para producir, publicó “El Observador” el 17 de octubre.
El empresario mencionó las dificultades para exportar a Brasil por la diferencia del tipo de cambio. Agregó que pese a la baja del nivel de actividad, “hasta ahora” Lifan tiene decidido permanecer en el mercado, con la “flexibilidad” de ir “adaptándose a la realidad”.
Para 2016, Cattaneo dijo que se espera que la situación del sector armador “no empeore”, aunque reconoció que “tampoco hay indicios de que vaya a mejorar”.
Como expectativa, señaló que sería deseable que Argentina libere el comercio a partir de que cambie la conducción del gobierno y que se suavice el ritmo depreciatorio de la moneda brasileña.
Autopartes.
Las firmas autopartistas que abastecen las terminales de la región con repuestos, sistemas eléctricos, frenos, componentes de motor y otros equipamientos internos de los coches también atraviesan dificultades.
Sus exportaciones crecieron en los últimos años: de U$S 52 millones en 2000, a más de U$S 100 millones anuales entre 2005 y 2012. En años más recientes superaron los U$S 200 millones.
Sin embargo, la tendencia de crecimiento se está frenando. Según datos oficiales, las exportaciones en enero-setiembre sumaron U$S 157 millones, 18,5% menos que en igual período de 2014.
Las autoridades de la asociación de autopartistas prefirieron no hacer declaraciones.
Takata, empresa de capitales japoneses que fabrica airbags en San José, acusa una menor demanda de las ensambladoras de automóviles de Brasil, dado que las ventas de cero kilómetro vienen disminuyendo, informó a Búsqueda el gerente de planta, José Enrique Alonso.
Ante esa realidad, afirmó que la compañía tiene en “stand by las inversiones previstas de ampliación” de la producción.
Indicó que Takata está operando con unos 600 trabajadores, en dos turnos.
Otro asunto que preocupa a los ejecutivos del sector es que empezarán a negociar salarios categorizados como “autopartistas”, ya que hasta la anterior ronda lo hicieron dentro del rubro textil. “Nosotros entendemos que no somos metalúrgicos; si el gobierno cree lo contrario la ecuación cambia”, señaló Alonso respecto a la clasificación de la firma que quedó laudada a principios de este año por resolución del Consejo Superior Tripartito, con el voto en contra de los empleadores.
La multinacional Bader, que produce piezas de cuero para uso automotriz en San José, también está concretando menos negocios. Su director, Willie Tucci, dijo a Búsqueda que es un momento complicado por los menores pedidos —entre 10% y 15%— desde el mercado chino y el europeo, que se “enfrió”. Proyectó que 2016 seguirá con un nivel de actividad retraído.
Otro tema que las automotrices vienen negociando es el texto de un proyecto de ley para la creación de un “fondo social” para el sector metalúrgico y al que aportarían empresarios y trabajadores.
La redacción de la iniciativa todavía no logra el acuerdo del empresariado.
La idea de este instrumento surgió en 2012 y para su concreción se conformó una comisión en el ámbito del Ministerio de Trabajo con participación de la Cámara Metalúrgica, el Untmra y el Banco de Previsión Social.