Nº 2243 - 21 al 27 de Setiembre de 2023
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acá“La crisis económica en la Argentina puede agravarse si el peronismo ve que no gobernará en 2024”. La frase la dijo el año pasado el exministro de Economía argentino José Luis Machinea en medio de la disparada de la inflación que provocó la llegada de Sergio Massa a tomar las riendas de la conducción económica. Massa es hoy ministro de Economía y candidato a presidente por el oficialismo en la Argentina para las elecciones generales de octubre.
Machinea sabe de lo que habla. Acompañó como presidente del Banco Central a Raúl Alfonsín (UCR), un líder de centroizquierda que gobernó en los 80 y cuya administración desembocó en la hiperinflación de 1989 y abrió las puertas a la llegada de Carlos Menem y su ola de apertura privatizadora en la década de los 90.
Lo de Machinea viene a cuento de lo que muchos vislumbran en la Argentina hacia adelante.
El economista no se anda con ninguna cuenta o cálculo económico de esas para saber que la cosa no anda bien, que la tasa de inflación de 12% mensual se encuentra a tiro de pegar un escalón más y que el fantasma de la hiperinflación está a la vuelta de la esquina.
Pero también hay otra arista en la frase de Machinea. El expresidente del Banco Central fue ministro de Economía en 2000, en la previa de la crisis de 2001 que terminó no en una hiperinflación pero sí en la asunción del peronismo con Eduardo Duhalde como presidente tras la salida anticipada de Fernando de la Rúa. Machinea entiende también cómo funciona el peronismo además de la aceleración inflacionaria.
“La crisis económica puede agravarse si el peronismo ve que no gobernará en 2024” es una frase dicha por alguien que espera o sabe que si Sergio Massa tiene la certeza de no gobernar más se hará las siguientes preguntas: ¿para qué subir las tarifas?, ¿por qué cuidar el déficit fiscal?, ¿por qué no emitir cada vez más?
Las tarifas de los servicios públicos en la Argentina están atrasadas respecto del resto de los precios y los costos, que suben a dos dígitos por mes. El gobierno, por regulación, no deja que las compañías y las distribuidoras de energía actualicen sus números al ritmo de la inflación porque eso se traduciría en que los hogares reciban boletas más caras. Esta política no hace más que acumular un atraso y un aumento que con el tiempo se volverán peor y más dolorosos de corregir. Algo similar pasa con el precio del dólar (el tipo de cambio).
Pero si el gobierno se convence de que no gobernará, ¿para qué va a subir las tarifas? Lo mismo sucede con el tipo de cambio. Puede dejar todo como está hoy y listo.
La situación actual es ya complicada pero para el próximo gobierno lo será mucho más. Nada de eso le importa a Massa, que enfrenta dos escenarios.
Si se convence de que no gobernará más y no le importa dejar las cosas cómodas al próximo gobierno, están dadas todas las posibilidades para que se acumulen todos estos desequilibrios. Cristina y Máximo Kirchner no juegan a que a este gobierno le vaya bien y ven la elección perdida aun cuando Massa fuera presidente. ¿Qué rol tendrían en un hipotético gobierno del ministro de Economía? Más vale tenerlo lejos que cerca.
Pero si Massa cree y está convencido de que puede entrar al balotaje, en ese caso recurrirá a más medidas para mejorar el ingreso de las personas exacerbando los desequilibrios de la economía como hizo en las últimas semanas, bajando impuestos y aumentando el gasto público.
Massa toma las medidas que anunció sobre una economía que no está apoyada sobre cuatro patas sino sobre tres. Su base de sustento es inestable.
Un trabajo de la consultora GMA con sede en Buenos Aires revela que desde comienzos de 2020 en la Argentina ya se emitieron más de 18 puntos del Producto Bruto Interno (PBI) para financiar de manera directa o indirecta al Tesoro. Esta es la principal razón por la que hoy el recalentamiento de los precios parece no tener fin y el 12,4% de inflación de agosto puede subir. De hecho, con la impresión de dinero para la recompra de deuda (que ya acumula $ 3,6 billones en lo que va del año), la asistencia total al Tesoro ya totaliza tres puntos del PBI. En consecuencia, lo más probable es que la inyección de pesos medida como porcentaje del Producto termine siendo aun superior a la del año pasado.
La pregunta que muchos se hacen a esta altura es si al peronismo le conviene irse con una hiperinflación. Y la respuesta lógica sería que no. Una cosa es decir la situación empeoró y otra dejar un caos como les pasó a Alfonsín en el 89 o a De la Rúa en el 2001. En la hiperinflación siempre la liga el que gobierna y se termina yendo.
Volviendo a la frase de Machinea, la crisis económica puede agravarse si el peronismo ve que no gobernará en 2024. Esto puede ocurrir el lunes 23 en caso de que Massa quede afuera de toda posibilidad porque en definitiva una condición para que haya una aceleración de la tasa de inflación es que un gobierno se encuentre en retirada y haya un vacío de poder.
El gobierno que asuma el 10 de diciembre probablemente herede una situación peor a la que recibieron Alberto Fernández en 2019 e incluso Mauricio Macri en 2015:
—Las reservas serían negativas en casi US$ 10.000 millones (fueron positivas en 2019 en US$ 12.900 millones y negativas en 2015 en US$ 2.200 millones).
—Brecha cambiaria de 100% (29%, en 2015).
—Deuda de corto plazo de US$ 30.000 millones (US$ 21.400 millones en 2015).
—Inflación anual de 150% (fue de 60% en 2019 y de 28% en 2015).
—Déficit fiscal primario de 4% del PBI (superávit fiscal de 0,4% del PBI en 2019 y déficit de 3,8% del PBI en 2015).
La agenda y el ritmo de la campaña en temas económicos los sigue marcando Javier Milei, el ganador de las PASO. Milei se define como un dirigente anarcocapitalista y a favor de políticas de derecha y libertarias. Su referencia es la escuela de pensamiento austríaca que nació 150 años atrás y quedó anclada no solo en un mundo que no existe más sino en sobresimplificaciones que no tienen en cuenta ni los avances de la teoría económica ni los cambios tecnológicos en el mundo.
Milei sostiene que las fallas de mercado no existen.
Enseguida salieron a criticarlo economistas de los dos últimos gobiernos en la Argentina, los de Juntos por el Cambio y los del kirchnerismo.
Miguel Braun, exsecretario de Comercio del gobierno de Mauricio Macri, le contestó a Milei en X (ex-Twitter): “Se llaman fallas de mercado en la literatura económica. Ocurren cuando existen externalidades, por ejemplo, que son efectos no pecuniarios de la transacción. Ejemplo clásico: la contaminación. Una curtiembre tira gratis desperdicios al río. Es brutísimo Milei”.
El exviceministro de Economía en la gestión de Alberto Fernández Haroldo Montagú puso en X: “Como negacionista del cambio climático está muy bien que no repare en las externalidades. ¿Los bienes y servicios públicos como defensa y seguridad, qué son?”.
El concepto de falla de mercado nace de considerar que los atributos que la síntesis neoclásica hace sobre los beneficios del mercado no siempre son tales. Hay situaciones en las que el sistema de producción y asignación capitalista falla. Y esa parte es la que no cuenta Milei.
En economía existe lo que se llama falla extrema y es la existencia de bienes públicos. También hay otras fallas que son externalidades, fallas de información, de competencia y de monopolio. En todos estos casos el Estado tiene que intervenir para mitigar los problemas de eficiencia que pueden generar la existencia de esas fallas.
La economista de la Universidad de Cambridge Joan Robinson, discípula de John Maynard Keynes, sostenía en todo caso que la competencia perfecta era un caso específico del sistema de producción capitalista.
Milei dice que la culpa de esas fallas es del Estado. Y que la culpa siempre la tiene el sector público. La teoría económica reconoce esto que dice el libertario. Desde los primeros cursos de Economía que toma un estudiante en la facultad, puede empezar a aprender todas esas fallas. Están clasificadas y diferenciadas.
El planteo de Milei no implica que no exista un equilibrio óptimo de tamaño del Estado y quizá sea esto último lo que se haya roto en las últimas décadas en la Argentina con la irrupción del kirchnerismo: ningún país en el mundo aumentó el peso del Estado en 10 años como la Argentina sin haber atravesado una guerra o una catástrofe. Milei quizá sea entonces la respuesta al kirchnerismo, que construyó su poder político rompiendo los equilibrios y los presupuestos.
* El autor es editor jefe de Economía en el diario Clarín. Especial para Búsqueda.