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    La deuda “es alta aun” con la actualización del PBI y “el hecho de que está aumentando rápidamente no cambia”, señala Fitch

    El sector público contribuyó con 16% del valor agregado bruto generado en 2016, según recálculo del Producto

    El Plan de Adecuación a Estándares Internacionales de las Cuentas Nacionales fue un trabajoso proceso llevado adelante por el Banco Central (BCU) sobre el cual puso atención hasta el sistema político en el último año electoral: mientras el Frente Amplio señalaba como un logro de gobierno un ciclo de 17 años de crecimiento económico continuo, algunos analistas y dirigentes que eran oposición relativizaban eso, alegando que la actividad de las telecomunicaciones daba un empuje ficticio a las estadísticas ya que el año base —2005— utilizado para la estimación del Producto Bruto Interno (PBI o PIB) era viejo.

    El jueves pasado el BCU mostró los primeros resultados de ese trabajo, aunque todavía no la información que zanjará aquella discusión —las tasas de variación en términos reales del PBI—, lo que se conocerá en diciembre, ya con menos condimento político. Presentó los cuadros de “oferta y utilización”; las nuevas “cuentas por sectores institucionales”, y las “cuentas internacionales armonizadas con las cuentas nacionales”. El año de referencia es 2012 y el nuevo año base —que garantiza la comparabilidad con otros períodos— es 2016, el más cercano para el cual logró datos de calidad estadística suficiente.

    La revisión mostró un PBI nominal con un nivel mayor (una economía uruguaya más “grande”). Calculado con 2016 como base, pasó de $ 1.589.195 en 2012 a $ 1.726.406 en 2016. Eso quiere decir que el valor agregado en bienes y servicios producido en el país era 8,6% mayor de lo que se sabía. Ello tiene un efecto positivo sobre la medición del resultado fiscal y de la deuda pública en relación al PBI; al dividir sus montos por un Producto más grande (el divisor), los ratios bajan. En concreto, el déficit anual en las cuentas públicas en términos del PBI sería cuatro décimas de punto porcentual menor, mientras que la deuda/PBI se achicaría seis puntos (de 74% a 68%), según cálculos de CPA/Ferrere; analistas como Aldo Lema, de Vixion Consultores, hacen estimaciones parecidas.

    Ignacio Munyo, director del Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social, dijo a Búsqueda que la mejora en los ratios de déficit y endeudamiento público “da aire al gobierno para aumentar las transferencias sociales” y “atender la realidad de muchas personas que quedaron al margen del ‘futuro del trabajo’”.

    Recálculo anticipado

    La actualización estadística que hizo el BCU es también motivo de atención por parte de las empresas calificadoras de riesgo, cuyo servicio consiste en juzgar la capacidad y voluntad de pago del gobierno como deudor; su opinión sirve de orientación para los inversores que compran bonos soberanos.

    “La revisión del PIB implicará una caída favorable en los ratios de deuda y déficit fiscal, lo cual es una buena noticia, aunque una que ya anticipamos”, declaró a Búsqueda Todd Martínez, de FitchRatings. Esa es la agencia que asigna la nota más débil a la deuda pública uruguaya, ubicada en el último escalón dentro del rango de inversión no especulativa (investment grade) y con un sesgo pesimista a futuro. “La resolución de nuestra perspectiva ‘negativa’ dependerá más de la tendencia de las variables fiscales en lugar de este efecto de una sola vez. La deuda/PIB es alta aun con el nuevo Producto, y el hecho de que está aumentando rápidamente no cambia”, añadió.

    Fitch prestará atención a dos aspectos complementarios.

    Primero, no está claro cómo afectará la actualización en las tasas de variación real (lo que está relacionado con el debate sobre qué tan largo fue el reciente ciclo expansivo). “Por años hemos pensado que la economía ha sido más anémica de lo reflejado por el PIB, acorde con el deterioro profundo del empleo, en parte por un tema estadístico relacionado con las telecomunicaciones. La forma de medición de este sector y su alta ponderación en el PIB real de 20% (comparado con 3%-5% en otros países) aumentan mucho las tasas de crecimiento real y resta mucho al deflactor. Una menor ponderación para las telecomunicaciones en el PIB base 2016 podría tener un efecto neutro para el crecimiento nominal, pero uno negativo para el crecimiento real y positivo para el deflactor, y no sabemos si las actividades nuevamente medidas son suficientemente dinámicas para compensar”, explicó Martínez.

    El deflactor es un índice de precios de todos los bienes producidos en la economía que permite medir el desempeño de la actividad en valores reales, ya no solo nominal.

    Un segundo aspecto que mirará Fitch es la actitud del gobierno frente a la nueva estimación del Producto. “Todavía no sabemos cómo incorporará esto en su plan fiscal”, dijo Martínez, analista principal para Uruguay de esa agencia. Es que el nuevo PIB “por sí solo significa menor ratio déficit/PIB, y queda por ver si el Ejecutivo bajará sus metas acorde a esto para mantener el grado de restricción fiscal previsto antes o si mantendrá las mismas metas y así relajar algo la restricción fiscal. Pero cabe aclarar que no afectará nada las otras ‘anclas’ fiscales: los topes del crecimiento real del gasto primario y de endeudamiento neto”.

    Desde Standard & Poor‘s, otra calificadora de riesgo, la revisión estadística no parece ser un asunto de fondo para su análisis.

    “Normalmente vemos este tipo de cambios en la metodología del cálculo del PIB y año base en todos los países. Rara vez tienen un impacto en nuestras calificaciones dado que son revisiones históricas y no necesariamente cambian nuestra visión sobre el futuro. Podríamos hacer una revisión en el análisis si las modificaciones cambiaran sensiblemente nuestra opinión sobre la calidad crediticia a futuro”, señaló a Búsqueda su analista para Uruguay Constanza Pérez Aquino.

    En declaraciones a El País publicadas ayer miércoles, la coordinadora de Política Económica del Ministerio de Economía, Marcela Bensión, aludió al asunto. Dijo que, en promedio, los países con similar calificación tienen un endeudamiento de 40% del PBI y Uruguay va a terminar este año con un ratio en el entorno de 60%, “aun con la nueva metodología del Banco Central. Ya tenemos un punto de partida muy malo en el nivel de deuda como para decir que este nuevo dato nos permite cambiar el escenario que teníamos. A lo sumo, el nuevo PIB da un aire de unos cinco puntos del PIB. Cuando uno tiene una distancia de 20 o 25 puntos, esos 5 puntos no son significativos (...). El escenario no es solo un diagnóstico nuestro, es un diagnóstico de las calificadoras de riesgo que nos lo muestran permanentemente e insisten con ese punto”, señaló la funcionaria.

    Fuentes del MEF acotaron a Búsqueda que todavía no disponen de “elementos para evaluar el impacto sobre las cifras actuales —fiscales y de deuda— del cambio de metodología del PBI. Si en 2019 se mantuviera la tendencia de 2016, el impacto sobre la deuda sería de unos cinco puntos porcentuales. No obstante, una vez publicados los datos por parte del BCU —en diciembre próximo—, se revisarán las cifras en el marco de la nueva institucionalidad fiscal”.

    Sectores

    Las estadísticas actualizadas por el BCU incorporan el concepto de las cuentas sectoriales institucionales como instrumento para analizar variaciones de los flujos y valores de los stocks de los distintos agentes de la economía según su función principal, ya sea que participen en la producción, la distribución, el consumo o la acumulación.

    Un primer corte es entre el aporte que hace el gobierno general, así como las sociedades financieras públicas y no públicas; el valor agregado bruto producido por este sector (público) fue estimado en $ 281.849 millones en 2016, lo que representó 16% del PBI total. Por su lado, el conjunto del sector privado contribuyó con un 73% de la producción; el restante 11% correspondió a impuestos netos de subsidios sobre los productos.

    Dentro del área privada, el aporte de las distintas actividades al valor agregado bruto total tuvo algunas variaciones relevantes respecto a la situación que se conocía antes de la revisión. Para 2016, lo más significativo fue la mayor participación de los “otros sectores” (de 34,1% con los precios base 2005 a 46,8%) y la disminución del peso del “transporte, almacenamiento y comunicaciones” (de 20,6% a 9,5%).

    Economía
    2020-11-04T20:02:00