La rama está compuesta por un pequeño número de empresas, la mayoría de menor porte y caracterizadas por su perfil exportador así como por requerir personal calificado. Cosse señaló que “llevará tiempo, pero no tanto” desarrollar el rubro, porque, dijo, el cambio ya está en proceso. “La industria del futuro llegó para quedarse”, afirmó en la primera reunión del grupo, integrado por actores empresariales, del gobierno y la academia.
Ayer miércoles 11 en un desayuno de trabajo, la jerarca se refirió a lo que denomina la “Industria 4.0”.
“Hay voluntad
política”
Algunos participantes del consejo sectorial dijeron a Búsqueda que “hay voluntad política” para dar impulso rápidamente al rubro. Señalaron que se trabajará para brindar soluciones por vía de decreto al marco que actualmente limita la importación de componentes electrónicos, en especial a estudiantes y pequeñas firmas, por razones de costo. Asimismo, se buscará un “contacto formal y empresarial” con las firmas locales de software con el fin de encontrar nuevos nichos de negocios y para el desarrollo de productos, agregaron.
La industria dedicada a la producción de programas informáticos gozó varios años de un régimen de exoneraciones impositivas, que hoy mantiene solamente cuando vende al exterior. Las fuentes aseguraron que un camino similar al del software es el que se pretende recorrer para “dar impulso” y desarrollar la electrónica y robótica.
La rama de “Instrumentos médicos, ópticos y de precisión” en la que la electrónica es protagonista creció con altibajos en la última década, al igual que el personal ocupado. La expansión se consolidó en 2014, cuando el volumen físico se incrementó 9,9% en relación al año anterior, según datos del Instituto Nacional de Estadística. Pero en 2015 dio un salto exponencial: la producción trepó 84%. Ese dinamismo siguió al inicio del presente año.
El empleo también aumentó, aunque a tasas más moderadas. En 2015, por ejemplo, el personal ocupado se incrementó 3,1%.
En cualquier caso, el comportamiento de esta rama se aparta del registrado por el promedio de la industria, que en 2015 —sin refinería de petróleo ni zonas francas— cayó 4,5% y redujo 6,5% los puestos laborales, en relación al año anterior.
“Inteligencia incorporada”.
Sensores de temperatura, cables de electrocardiogramas, lectores de caravana para el sector ganadero, aparatos implantables para pacientes con problemas crónicos, son algunos de los desarrollos electrónicos que Uruguay exporta al mundo. En general se trata de productos que tienen poca competencia en los mercados internacionales, donde los fabricantes nacionales encontraron un nicho para posicionarse como proveedores de grandes multinacionales, en general con una estructura empresarial de pequeño porte.
Así lo explicó a Búsqueda el director de Biogénesis, Jorge Villardino: “No hay muchos que los produzcan en el mundo… Es raro, pero te destacás”. Y agregó, refiriéndose a los distintos sensores de temperatura, de saturación de oxígeno o los cables para electrocardiogramas que incorporan “diseño y calidad” producidos por su empresa: “Tienen inteligencia incorporada, que es lo que debemos hacer en Uruguay”.
En 2015 Biogénesis vendió unos 17.000 sensores y otros productos —mayormente exportaciones— por cerca de medio millón de dólares y este año prevé duplicar el monto facturado. Para 2017 también espera un crecimiento. El incremento, explicó, se debe a que logró cerrar nuevos contratos con una multinacional de equipamiento médico, una compañía estatal rusa y está próximo a concretar otro con una empresa brasileña.
Biogénesis, que surgió en 2002, tiene actualmente 10 empleados. La empresa terceriza algunas tareas.
Para proveer el mercado brasileño instaló una planta en Rio Grande do Sur que ya está funcionando. “Nos está yendo bien”, aseguró Villardino.
CCC Medical Devices es la mayor del país en el rubro de medicina electrónica. Funciona en tres casonas en Punta Gorda y emplea a 220 personas, de las cuales 60 son ingenieros electrónicos, de sistemas, mecánicos y químicos, informo a Búsqueda su gerente general, Oscar de Oliveira.
Durante 2015 multiplicó por diez su capacidad de producción, de 2.500 aparatos a 25.000, aseguró.
La empresa, creada por el doctor Orestes Fiandra, comenzó a funcionar en los años sesenta como el Centro de Construcción de Cardioestimuladores (marcapasos), que principalmente eran ensamblados a partir de un kit importado. A inicios de los noventa creó un departamento de ingeniería con el fin de diseñar sus propios marcapasos. Ese fue el puntapié inicial para diferenciarse, señaló Oliveira.
Cuando el mercado de los cardioestimuladores se hizo más competitivo, CCC Medical Devices comenzó a desarrollar otro tipo de dispositivos implantables activos (aquellos que son alimentados por una batería y obedecen a una función). Fue a fines de los noventa cuando detectó potenciales clientes que querían desarrollar otras terapias para funciones como diabetes, insuficiencia cardíaca, obesidad, etc.
“CCC estaba bien posicionada porque era una empresa chica que podía proveer a esas startups porque tenía una plataforma de marcapasos desarrollada en microcontendores, que al cambiarle el software se adaptaba a diferentes funciones”, explicó el ejecutivo. “En 1998 tuvimos el primer cliente y ese nicho empezó a crecer, hasta que en 2005 ya representaba 80% de nuestra facturación”, agregó.
Desde 2009 la firma se dedica exclusivamente a diseñar y fabricar para terceros aparatos implantables para diversas terapias, como neuroestimuladores, sistemas para incontinencia urinaria, reflujo severo. Su producción es exclusivamente para el mercado externo.
Hoy es propiedad de Greatbatch, una multinacional con 40 plantas en el mundo, sobre todo en Estados Unidos y Europa, dedicadas a la fabricación de componentes. La de Uruguay es la única fábrica que hace todo el proceso completo, dijo De Oliveira.
En 2015, CCC Medical Devices solo a Estados Unidos vendió U$S 39,7 millones y fue el tercer exportador a ese destino, luego de los frigoríficos Tacuarembó y PUL, ambos con negocios por algo más de U$S 45 millones. Toneladas de carne anuales que se envían por barco, en contraposición a unos cuantos kilos de aparatos electrónicos que viajan vía aérea por courier.
BQN es otro caso de una empresa que brinda soluciones tecnológicas a medida para varios sectores de actividad. Su gerente comercial, Martín Palacios, explicó que tienen dos líneas de negocios: una volcada al mercado interno que consiste en el desarrollo de hardware y software para los juegos de quiniela (sistema banquinet), que son las terminales por las que se capta y procesan las apuestas en los puntos de venta (subagentes y corredores). La otra línea es la de los lectores de caravanas electrónicas de ganado (trazabilidad) que diseñan y fabrican. Palacios dijo que en 2015 la firma comenzó el proceso de expansión de los negocios al exterior y espera que este año y el próximo dupliquen las ventas de esos aparatos al lograr el ingreso a varios países de la región.
BQN, una empresa de capitales uruguayos, cuenta con 25 empleados —de los cuales siete son ingenieros— y su plantilla viene creciendo año tras año, afirmó Palacios.