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    La energía solar puede convertirse en la solución para los hogares que aún no tienen luz, pero deberá superar varias fallas técnicas

    A dos años del plan piloto que convirtió a un alejado pueblo de Salto en el primero en autoabastecerse de energía mediante paneles solares, los problemas persisten y los residentes añoran los viejos suministros

    En Cerros de Vera se puede contar casi todo. Hay 33 lámparas de alumbrado público, 58 casas, siete calles, una comisaría, una policlínica, una escuela y un salón comunal. También hay tres almacenes grandes, una estación de UTE y otra de Antel.

    Pero lo que distingue el lugar son los 180 paneles solares que reciben a los visitantes de este alejado pueblo de Salto. Es que nadie pasa por Cerros de Vera por casualidad: para llegar hay que recorrer tortuosos caminos vecinales de piedra y polvo, y emplear entre dos y tres horas para dar con la localidad.

    Situado a 142 kilómetros de la capital departamental y a unos 100 de Tacuarembó, Cerros de Vera tiene unos 200 habitantes. Ese fue el pueblo elegido por la Dirección Nacional de Energía (DNE) y UTE para crear en 2015 el primer plan piloto de abastecimiento de energía eléctrica mediante paneles solares fotovoltáicos.

    A dos años de su puesta en funcionamiento, la experiencia para las autoridades ha sido “positiva”, tiene varios aspectos “replicables” y el potencial de ser una solución para los hogares a los que aun lo les llega la luz. De hecho, ya hay nuevos proyectos piloto en carpeta.

    Sin embargo, el plan aún no supera los “cuellos de botella” que traen las nuevas tecnologías: fallas técnicas, problemas de funcionamiento y mantenimiento y un aumento en los cortes del suministro. Esos son los obstáculos a superar para que el plan pueda ser eficaz.

    La idea de las autoridades es buscar modelos de este estilo para lograr el 100% de la electrificación en el país, un objetivo que está apenas a 0,02% de ser alcanzado.

    El experimento de Cerros de Vera se enmarca en el documento de política energética aprobado por todos los partidos políticos, cuyo “eje social” tiene como objetivo “promover el acceso adecuado a la energía para todos los sectores sociales, de forma segura y a un costo accesible, utilizando la política energética como un poderoso instrumento para promover la integración social”.

    “Se debe alcanzar la universalización en el acceso a la energía para todos los habitantes del país, mediante un complemento de diversos tipos de energéticos y tecnologías, con soluciones adaptadas a las necesidades y al contexto territorial de cada hogar”, señala el documento. Esa idea es destacada también por los técnicos de la DNE encargados del proyecto en Cerros de Vera, quienes entienden que fue “el primer paso efectivo” hacia ese objetivo.

    No obstante, la visión de los habitantes del pueblo es que, desde la llegada de los paneles, su situación en el mejor de los casos se mantiene igual. Para otros “empeoró mucho”, porque se les han quemado freezers, heladeras y televisores debido a los cortes de luz que ocurrieron tras la instalación de los paneles. Cortes que suceden hasta hoy. La DNE y UTE trabajan con los proveedores de la obra para encontrar la solución definitiva a los problemas técnicos que siguen teniendo los paneles solares.

    Beneficios y dudas. 

    La inversión del proyecto en Cerros de Vera costó unos US$ 360.000 (al tipo de cambio actual), de los cuales el 60% fue aportado por la DNE y el resto por UTE. La obra fue realizada por Ciemsa, los paneles son de la alemana SMA y las baterías de almacenamiento son BAE. La potencia pico instalada es de 52.2 kilowatts.

    Hasta ese momento, todas las soluciones dadas a la falta de electrificación de un poblado se basaban en la extensión de la red eléctrica hasta el lugar o la colocación de motores que funcionaban con fueloil primero y más adelante con gasoil.

    Esos motores, cuya operación y mantenimiento son “muy costosos” según técnicos de UTE y la DNE, se instalaron en la década del 90 en algunas localidades alejadas del interior. Funcionan como una pequeña central que abastece a la zona designada.

    Cerros de Vera y su vecino, Pueblo Fernández, tienen motores de gasoil. Y son los últimos dos pueblos donde siguen funcionado. El resto fueron desmontados una vez que la electricidad llegó en forma de tendido eléctrico.

    Una vez elegido el lugar, hubo varias charlas con los vecinos para ponerlos en conocimiento del nuevo sistema y sus beneficios. Unos beneficios que para la DNE y UTE son claros: reducción significativa de costos de generación al pasar del gasoil a la energía solar y cuidado del medio ambiente. Pero para los pobladores las ventajas no son tan evidentes, ya que los cortes de luz aumentaron en cantidad y aún hoy tienen que correr a apagar la llave general cada vez que hay fallas en los paneles, algo que ocurre bastante a menudo, según los locales.

    Algunos valoran el silencio al que “costó acostumbrarse” luego de tantos años con el ronroneo constante de los motores generadores. Pero por lo general no notaron demasiados cambios positivos.

    “Acá vos ponés la luz con cable y a la primera nube te quedás sin nada. Preferimos los motores o estos paneles”, dijo Nancy Rodríguez, una referente del pueblo que participó en todas las reuniones de preparación del proyecto y que vive a unos 10 metros de la estación de UTE.

    “Es cierto que uno ahora se acostumbró al silencio, al principio era raro”, comentó. “Pero en lo concreto, no nos ha cambiado mucho”.

    Nancy tiene seis hijos, varios de ellos trabajan en los alrededores, en la actividad ganadera. Son todos oriundos de Cerros de Vera. El nuevo proyecto no incluyó cambios en la iluminación general de la localidad “salvo unos focos que se pusieron en la canchita de fútbol”, contó.

    Para ella y varios otros vecinos consultados por Búsqueda, el principal inconveniente que han tenido desde la instalación de los paneles es los cortes de luz. Al principio, cuando estaban en épocas de pruebas, fueron muchos y muy seguidos, luego disminuyeron, pero siguen habiendo cortes hasta hoy.

    “Yo lo primero que hago cuando hay un corte es salir corriendo a apagar la llave (general)”, dice Nancy. Un ejercicio al que varios vecinos se han acostumbrado para evitar que se quemen los electrodomésticos.

    Esto se debe a que el sistema ha tenido varias fallas técnicas; hay dos que son un dolor de cabeza para las autoridades, que siguen discutiendo con los proveedores para lograr una solución definitiva.

    Las fallas son las interrupciones por descarga intempestiva de baterías y las oscilaciones, dos problemas que no han sido solucionados y ante lo cual se recurre a los motores para asegurar que haya luz en el pueblo.

    “Y la factura sigue viniendo igual, la verdad que se ven algunos cortes, en particular a eso de las siete, cuando baja el sol, pero por el resto ha sido todo más o menos igual”, explica Rafael, dueño de uno de los almacenes del pueblo.

    Tanto él como su mujer están atentos a posibles cortes para, al igual que Nancy y el resto del pueblo, apagar la llave hasta que ven que se normaliza el servicio.

    Para pagar la luz y otras facturas, los pobladores tienen que ir hasta un Abitab. El más cercano está a 100 kilómetros. Pero si por alguna razón quieren hacer un reclamo, deben ir hasta la capital de Salto. Llegar en transporte público requiere de paciencia y dinero. El ómnibus pasa lunes y viernes por el pueblo y sale $ 400 viajar a Salto. En el transporte de los viernes llegan también las facturas y las encomiendas.

    La central de UTE con su depósito de gasoil al fondo.

    Experiencia y aprendizaje.

    “Fue un proyecto piloto, era nuestra primera experiencia para analizar la posibilidad de extrapolar la idea a otras localidades y para afinar y mejorar los próximos pilotos”, dijo a Búsqueda la Directora Nacional de Energía, Olga Ottegui.

    “Hay bastantes hogares alejados de la línea y vamos a tener que ir por estos modelos de mix energético para alcanzar el 100% de la electrificación en el país, un objetivo que estamos cada vez más cerca de cumplir”, agregó.

    Actualmente, Uruguay tiene una de las tasas de electrificación más altas de América Latina, con un 99,8%. El 0,2% restante (unas 2.700 personas) se distribuye casi en su inmensa mayoría en el interior del país, explicaron los técnicos de la DNE.

    Esas viviendas son las más alejadas a la red de UTE y en muchos casos se trata de lugares aislados, por lo que se tienen que buscar “soluciones caso a caso”, dijo Ottegui.

    Es por ello que ahora están licitando para iniciar cinco pruebas piloto en casas alejadas de la red de UTE y que aún no tienen luz por otros medios (ver recuadro).

    Consultada sobre las fallas técnicas que ha tenido el proyecto de Cerros de Vera, Ottegui sostuvo que “precisamente, este tipo de pilotos se hacen para medir estas situaciones, para ver qué tan replicable es en otros lados y cómo podemos aprender de este caso para no cometer los mismos errores en futuros casos”.

    Para la jerarca, el modelo de Cerros de Vera es “interesante” y puede repetirse en otros poblados pero siempre en formato de “mix” energético y no como única opción de generación de electricidad.

    “También aprendemos a mejorar los pliegos y qué pedir. Ver cómo delinear mejor las responsabilidades de cada parte del proyecto, vemos los cuellos de botella que pueden tener estas iniciativas, que es lo que estamos viendo en Cerros de Vera”, agregó.

    Sobre las quejas de los vecinos, la jerarca dijo que “entiende” los reclamos y que desde la DNE y UTE “se está trabajando fuertemente con los técnicos de la empresa proveedora para que se puedan solucionar lo antes posible los problemas” que provocan los paneles solares.

    Ringo y Dani.

    Daniel tiene 43 años. Vivió toda su vida en Cerros de Vera y se dedicó, como la inmensa mayoría de los hombres del pueblo, a trabajar en el campo, en la actividad ganadera. Con el correr de los años fue encargado de una estancia, hasta que un accidente de moto lo dejó sin un riñón.

    “Casi no podía andar a caballo y mucho menos galopar, así que tuve que salirme de eso”, contó Daniel a Búsqueda.

    Con el futuro incierto, su cuñado Ringo lo invitó a ser socio en una empresa de vigilancia y mantenimiento para el floreciente proyecto de los paneles solares que asomaba en el pueblo. Hoy Daniel y Ringo llevan dos años haciendo turnos de ocho horas cada uno para controlar los equipos y que todo funcione dentro de lo normal.

    Así, cada día Daniel llega a la estación de UTE, y en un pequeño despacho donde una tele de 52 pulgadas es la protagonista central, revisa una planilla escrita a mano donde Ringo le deja las incidencias de su turno: a qué hora se prendieron los motores, cuándo se apagaron, cuánta energía suministraron los paneles y cualquier otra eventualidad.

    Desde que se instalaron los paneles solares, el uso de los motores disminuyó notoriamente, explicó Daniel. Sin embargo, hasta la fecha no hubo un solo día en que el pueblo fuera abastecido 24 horas seguidas por la nueva tecnología.

    “En un día bueno, los equipos se prenden de 19 a 21, el resto da con la energía de los paneles”, dijo Daniel

    Actualmente los motores se están prendiendo de 19 a 24, o incluso más, por las fallas en las baterías de los paneles que siguen a estudio de los técnicos de la empresa constructora.

    Daniel coincide con otros habitantes en que los cortes han aumentando nuevamente en los últimos meses y que hubo algunos más prolongados a finales de diciembre. Su misión, cuando fallan los paneles, es iniciar la generación de los motores para mantener el suministro de electricidad.

    Sin embargo, no siempre se logra de manera inmediata. Cuando recién se instalaron, los cortes fueron muchos y muy seguidos, recuerdan varios pobladores y especialmente Daniel, que tenía que hacer frente a los reclamos de sus enojados vecinos.

    “Estuvo bravo, ahora la gente entendió que nosotros no tenemos la culpa, que más que lograr que ande de nuevo lo más rápido posible, no podemos hacer otra cosa”, dijo el operario.

    Daniel vive en el barrio de las latas. Es uno de los encargados de mantener con luz a toda la localidad, pero no tiene luz en su casa.

    Dos barrios y tres freezers. 

    Su caso no es el único en Cerros de Vera. A unos cientos de metros de las construcciones de material que componen el pueblo hay otro poblado casi de la misma cantidad de casas, pero hechas de chapa. Algunos le dicen el barrio de las latas por eso mismo. Está compuesto por hijos y familiares de los pobladores que, una vez que fue creciendo el pueblo, se expandieron en un predio fiscal.

    “Acá nos prometieron que Mevir iba a hacer otra etapa del plan de construcción y eso nunca pasó, tenemos las mismas casas desde el 92”, explicó Nancy, que tiene a varios familiares viviendo en el otro barrio.

    En ese barrio son pocas las casas con luz. Las autoridades explican que es un terreno privado y que por tanto no se pueden tirar líneas que atraviesen el terreno. Las casas más cercanas a la línea de propiedad del terreno pudieron conectarse, pero no el resto.

    “¿A ver, a vos cuánto te parece que puede salir un freezer?”. La pregunta sale disparada de la boca de Antonia Díaz, propietaria del almacén El Resorte.

    Antonia es una de las vecinas más disconformes con el nuevo modelo. Y no es para menos; en dos años, rememora, se le quemaron tres freezers y dos televisores “por culpa del va y viene de la luz, que antes con los motores no pasaba”.

    “La verdad que nos dijeron que iba a ser mucho mejor, pero hasta ahora no lo veo. Y con el tema de los reclamos es lo mismo”, se quejó. “Tengo que ir hasta Salto para dar mil vueltas en la Intendencia”.

    ?? Cinco casas solares, con luz pero sin red