El ciclo cambió mucho antes, diría que durante casi todo el último gobierno del Frente Amplio. En medio de la ralentización siempre me incliné por la idea de que estábamos enfrentando un lustro —por lo menos— de muy bajo crecimiento. Un período de auge que en vez de terminar —como siempre pasaba— con una crisis profunda lo cambiábamos por un estancamiento de largo plazo o un 2% de crecimiento, insatisfactorio en comparación a los países más desarrollados y con otros emergentes.
—Y llegó la crisis de la pandemia… La última recesión fue en 2002. ¿Cómo se saldrá esta vez?
—Esto es realmente algo diferente, no es endógeno a nuestro modelo de crecimiento y tampoco va a ser endógena totalmente la forma de salida. Porque cuando desaparezca el peligro vamos a volver ¿a dónde? No lo sabemos, por lo que pasa a escala global.
El sistema mundial está atravesando una crisis enorme en varios niveles. Por un lado, tenemos el problema de la automatización y por otro la crisis de los estados de bienestar. Ya no estamos en la época donde hay un modelo social demócrata que es capaz de combinar adecuadamente aumento de la productividad con mejora de los niveles de vida, con distribución y estados que pueden satisfacer las necesidades de la mayor parte de su población.
Otro problema es el de la disputa hegemónica entre Estados Unidos y China. ¿A dónde va a conducir? Nadie sabe muy bien. Ya lo estamos viendo en esta guerra comercial, que es el cuarto elemento de esta coyuntura, que bloquea el desarrollo del comercio mundial.
Y otra crisis es la ambiental.
Es muy difícil prender las luces largas, pero hay cosas que parecen bien claras para mí. ¿A dónde tiene que apuntar Uruguay en términos de modelo de desarrollo económico? Sigo creyendo que hay potencial de crecimiento, que las sociedades deben seguir mejorando la calidad de vida de la gente y aumentando su productividad basados principalmente en la producción de nuevos tipos de bienes y servicios.
—¿Uruguay sentó las bases para asegurar un piso de crecimiento?
—No, no hubo una apuesta decidida. Está claro que nadie sabe muy bien cómo hacerlo. Por un lado, nos vimos bastante saboteados por los precios relativos. Los estímulos productivos fueron para otro lado y el gobierno no pudo hacer, o no quiso hacer, mucha cosa para cambiar esa estructura de estímulos. No sobran los esfuerzos innovadores en el país, se han creado muchos instrumentos que no encontraron demanda en el empresariado, hubo una enorme generación de riqueza, de valorización del recurso natural y muchos compatriotas aprovecharon la oportunidad para vender y comprar ladrillos, tierra, o hacer inversiones fuera del país. El problema de una economía como la uruguaya, muy dependiente de los precios de sus recursos, es que no genera una cultura de inversión a largo plazo basada en la innovación, sino una de corto plazo con un perfil mucho más especulativo.
—¿Las políticas de este gobierno para atraer la inversión privada y dar competitividad crearán las condiciones para el crecimiento genuino?
—Sinceramente, no. Si me preguntan cuál es la estrategia productiva de este gobierno, no la conozco. Lo que veo de este gobierno es un marcado interés en cambiar la situación de precios relativos, restablecer la rentabilidad de las empresas, con la idea de que los 15 años de gobiernos de izquierda favorecieron a los trabajadores y el gasto superfluo del Estado, como que ese fuera el camino para la atracción de capitales y para el desarrollo del país.
—¿Y eso no ayuda?
—Bueno, el asunto es que esa es una modalidad de crecimiento extensiva. El eje de la cuestión es el aumento de la productividad, el eje no puede ser una redistribución funcional del ingreso favoreciendo al capital y que detrás de eso van a venir los argentinos y todo el mundo a radicarse porque ahora —además— descubrimos la palabra libertad. Porque ahora resulta que somos libres porque se acabó la opresión del Estado para hacer negocios. ¿Cuál es la libertad? La libertad para la rentabilidad del capital.
Hemos tenido muchos períodos en donde esa libertad ha existido y no hemos generado desarrollo profundo ni transformación social y hemos tenido la misma característica volátil de los ciclos económicos que han terminado en crisis muy profundas.
—¿En los últimos años hubo más o menos libertad de hacer y de mercado que ahora?
—La política del Frente Amplio se basó, en buena medida, en algo muy parecido: enormes estímulos a la inversión de capital, zonas francas, una ley de inversiones con enormes facilidades y excepciones fiscales. Entonces, no sé de qué falta de libertad estamos hablando. El problema central va a ser el tema salarial, en la regulación del mercado de trabajo. Ahí es donde eventualmente, “la libertad” va a hacer avances mayores.
—¿Ve un exceso de austeridad en el gasto público que ponga en riesgo niveles de protección para enfrentar la crisis? ¿Era sostenible el déficit fiscal que dejó el Frente Amplio?
—Somos más realistas que el rey para medir el déficit fiscal. Pero no era nada incontrolable. No me voy a poner a defender toda la expansión del gasto público, pero se construyeron capacidades muy importantes. Sin ir más lejos, el ejemplo de la pandemia y las maravillas que se lograron hacer gracias a los científicos del país.
Lo que se hizo en los últimos 15 años fue una muy consecuente y progresiva reconstrucción de capacidades. Y hoy se están desmontando muchas de esas capacidades. En la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, de entrada, desmontaron la Dirección de Planificación. ¿Por qué? Porque para el gobierno el Estado no tiene que planificar nada y lo que tiene que hacer es dar las mejores condiciones para que los capitales vengan e inviertan donde les da la gana, porque eso va a redundar en beneficio del país. Y eso es una gran mentira. Son pequeñas cosas que desnudan una filosofía que es sumamente perniciosa y que nos va a seguir llevando a reincidir en estos modelos muy circunstanciales donde el Estado uruguayo no tiene capacidades de direccionamiento.
—¿Ello lo atribuye a descreimiento de parte del gobierno?
—Se actúa ideológicamente. No hay en el elenco del gobierno creencia y confianza en que el Estado pueda jugar un rol importante.
Paradójicamente, después de hacer toda una campaña por la libertad, contra el Estado y todo eso, la coyuntura del Covid tuvo que mostrar la importancia del Estado, de la cohesión social. La otra paradoja es esto del informe de la Cepal, que después de decir que hubo un despilfarro total el gobierno tiene que reconocer que no está gastando mucho porque había heredado un sistema de protección social y de salud muy adecuado.
—En esta coyuntura, ¿cómo cree que incida esa filosofía sobre los niveles de pobreza?
—Hay un riesgo. Esta crisis también puso de manifiesto que las mejoras que se habían logrado eran un poco endebles y que mucha gente había salido de la pobreza, pero estaba ahí.
Recordemos que la desigualdad cayó algunos años, hasta 2012, 2013, pero después quedó planchada, y ahora la pandemia y el propio modelo va a causar desigualdad.
La estrategia del gobierno va a ser atender la pobreza más extrema y a las capas medias trabajadoras no darles mucha bolilla. Entonces, vamos a tener una sociedad más polarizada; va a haber un deterioro del nivel de ingreso de los deciles 3, 4 , 5 y 6, tal vez el 1 y 2 no bajen mucho o eventualmente reciban algún tipo de política. Y va a haber una mejora en los malla oro.
No me imagino el resto de los cuatro años de gobierno con una dinámica salarial potente, ni tampoco con mucho crecimiento.
—¿Qué desempeño proyecta para la economía uruguaya en este período?
—Es una lotería. No vislumbro cuál es la base sobre la cual vamos a crecer mucho. Tenemos que construir un Estado social, que como sistema institucional tenga capacidades competitivas, con base en gente calificada, educada, transformación en las estructuras productivas hacia sectores más dinámicos. Pero eso supone un Estado presente, que asegure bienestar junto con la dinámica de aumento de productividad, de la mano de lo científico-tecnológico. Es muy fácil de decir... Las deficiencias en ese campo son el mayor debe que tuvieron los gobiernos de izquierda.
- Recuadro de la entrevista
“Tic nervioso prepandemia”