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Durante el mes de febrero, los mercados financieros experimentaron un cambio de perspectiva por parte de los inversores, quienes se mostraron más inciertos en cuanto a las políticas que está llevando a cabo la Reserva Federal (Fed) en Estados Unidos (EE.UU.). Este cambio de perspectiva se debió a los últimos datos de inflación, empleo y actividad en el país, que no fueron del todo positivos. Por un lado, el dato de inflación sorprendió al alza, mientras que el mercado laboral mejoró. Como resultado, los inversores comenzaron a descontar tasas de interés más altas, lo que podría provocar una mayor desaceleración económica.
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Tras el período inflacionario que se vivió después de la pandemia y la invasión rusa a Ucrania, la Fed, al igual que otros bancos centrales, está llevando a cabo políticas monetarias contractivas para reducir la inflación al objetivo del 2%. Esto implica condiciones financieras más restrictivas, lo que se espera que incentive el ahorro y así frene el incremento de precios. Sin embargo, la historia muestra que rara vez se concluye un ciclo de ajuste de las tasas de interés sin llevar a la economía a una recesión. Esta preocupación está influyendo en los precios de los activos financieros en la actualidad.
En cuanto a la inflación en EE.UU., parece haber hecho un techo, pero hay preocupación sobre si el ajuste anunciado por la Fed será suficiente para reducirla al 2%. Las tasas de referencia en EE.UU. se encuentran actualmente en 4,50%-4,75%, y la última referencia disponible de la Fed muestra un techo de 5,1%. El accionar de la Fed estará sujeto a los datos que se recopilen durante el año. Si los niveles de inflación son más resistentes, las tasas de referencia subirán, lo que podría generar una desaceleración más fuerte y riesgos de una recesión profunda. Si la inflación cae más rápido de lo esperado, se podría ver un recorte de tasas de interés en el segundo semestre del año, lo que sería un incentivo para la economía. Además de la inflación, la Fed también sigue otras variables, como el empleo y el consumo, que permiten anticipar el incremento de precios. De forma contraintuitiva, actualmente los mercados ven como señales favorables una caída en el consumo y empleo, dado que esto significaría que la inflación seguiría cayendo. Por otro lado, una mejora en estas variables llevaría a la Fed a incrementar aún más sus tasas de interés.
En Estados Unidos, el dato de inflación de diciembre había sido mejor a lo esperado. El IPC tuvo una caída mensual de 0,1%, llevando el dato anualizado desde 7,1% a 6,5%. A su vez, las ventas minoristas cayeron más de 1% y la inflación mayorista tuvo una caída de 0,5%, lo que reavivó las esperanzas de condiciones financieras menos restrictivas. A raíz de esto, los inversores comenzaron a especular con un techo inferior y hasta un posible recorte de tasas de interés por parte de la Fed durante el 2023. Los índices de acciones de empresas de Estados Unidos habían tenido subas de hasta 10,7% para el Nasdaq durante enero, y la tasa de los bonos del Tesoro a 10 años cayeron cerca de 40 p.b. hasta 3,5%. Las expectativas cambiaron rápidamente con el reporte de empleo. La demanda por mano de obra en diciembre fue mayor a la esperada y la tasa de desempleo en enero cayó de 3,6% a 3,4%, creándose más de 500.000 puestos en el mes. Sumado a esto, la inflación y las ventas minoristas tuvieron mediciones superiores a las esperadas en enero (reveladas a mediados de febrero), lo que llevó a pensar en una posible suba de 50 p.b. de la tasa de referencia de la Fed en su reunión del 22 de marzo, por sobre los 25 p.b esperados con anterioridad. La curva de futuros, que resume las expectativas de los inversores en cuanto a la tasa de la Fed, tras los últimos datos supera 5,5%, mostrando así una visión algo más pesimista de los inversores. A raíz de esto, en febrero los índices de acciones en EE.UU. tuvieron rendimientos negativos, y la tasa de los Treasuries a 10 años llegó al 4%.
Esperamos que esta volatilidad se mantenga durante el año. El camino hacia una inflación baja en el mundo desarrollado no va a ser en línea recta, y es probable que cada dato peor al esperado traiga consigo movimientos bruscos en los precios de los activos. Pero, a diferencia del año pasado, vemos uno en el cual vamos a tener ganadores y no solo perdedores. Por este motivo, consideramos más que relevante el manejo activo de las carteras para así poder tomar decisiones de forma informada e intentar maximizar los rendimientos de los portafolios.