—Antes que el nombre del candidato surge una preocupación política. Ese es el centro de lo que intentamos colocar en el debate. El proceso a un cuarto gobierno tiene que refundar la relación entre la izquierda en la institucionalidad y las bases sociales organizadas. Cualquiera que mire el período 2004-2018 va a encontrar que tenemos un movimiento feminista mucho más potente que el que teníamos, que tenemos un movimiento sindical que cuadriplica al que teníamos, que cada marcha del 20 de mayo es conmovedora y ahora la marcha de la diversidad tiene una capacidad de convocatoria mucho mayor. Pero hay cada vez más militantes desde lo social que ven al Frente Amplio como un hijo no querido. Eso tiene múltiples explicaciones, pero es un problema. Los compañeros que están en la comisión organizadora son todos independientes, ninguno de ellos son comunistas y este no es un elemento menor de la discusión, porque yo no sé si tendríamos las mismas condiciones con una candidatura que surgiera del Partido Comunista. Sería distinto. Pero cuidado, la historia del Partido Comunista es una historia que yo reivindico porque tiene mucho heroísmo.
El ser militante social tiene algunas desventajas porque hay prejuicios muy conservadores, pero tiene otras ventajas por lo que representás desde la militancia social. Es claro que con determinada perspectiva conservadora, que piensa que el obrero de la construcción es importante para todo, pero para nada importante, ahí podés tener un conflicto.
—¿Qué apoyos busca de cara al Congreso del Frente Amplio de diciembre que definirá las precandidaturas?
—Primero que nada de frenteamplistas. Ayer juntamos unos cuantos frenteamplistas de la cultura para dar una mano. Estamos pensando hacer lo mismo con los trabajadores con disposición de armar comités de apoyo para un proceso de estas características. Si bien hay sectores que se han definido, hay otros que no y está la posibilidad de conversar cómo la ven. Sabiendo que los sectores cada vez ordenamos menos en la interna de los partidos.
'El ser militante social tiene algunas desventajas porque hay prejuicios muy conservadores, pero tiene otras ventajas por lo que representás desde la militancia social'.
—El Partido Comunista respaldó oficialmente su candidatura. ¿Es indispensable contar con más sectores que lo apoyen?
—Tener el respaldo de sectores es mejor que no tenerlo, pero no es lo único que define. Constanza (Moreira) fue casi sin sector cuando tomó la decisión de ser candidata en 2014, solo el PVP la apoyaba, y en la interna después tuvo casi un 18% de los votos. Y podés tener muchos sectores y no tener el respaldo electoral después porque cada vez más la gente vota personas.
—Usted planteaba una fractura entre el movimiento social y el gobierno. ¿Qué causas identifica?
—El Frente Amplio ha sido el mejor gobierno de la historia reciente con distancia. A las grandes mayorías les ha ido mejor con los gobiernos del Frente Amplio, y las reformas desde el punto de vista laboral han sido inmensas. Pero en el medio de ese cuadro general atravesamos en el último tiempo un montón de situaciones muy tensas, en particular cuando la tensión de la puja redistributiva fue mayor a partir del enlentecimiento de la economía desde 2014 en adelante. En 2014 tuvimos un año de conflictividad muy duro porque una parte muy importante de los senadores del Frente Amplio tenía una posición contraria a la aprobación de la Ley de Responsabilidad Penal Empresarial. En 2015 tuvimos el decreto de esencialidad en la educación que generó una forma de resolver un conflicto muy sentido y que nos generó heridas muy importantes. Tenemos una situación muy complicada entre un movimiento feminista y la dificultad para aprobar una norma que está presentada desde 2015 para que el ingreso a las obras públicas sea por sorteo para no discriminar mujeres o para encontrar recursos para la Ley de violencia integral basada en género. En este último período de gobierno las tensiones con la base social han sido mayores. Y no todas las tensiones se explican por el infantilismo del movimiento social que no puede comprender la mirada general.
—¿Tiene la misma responsabilidad el Frente Amplio que el gobierno?
—La dificultad que tiene la fuerza política es traducir en organización el nuevo tiempo. Lo digo autocríticamente porque yo no estoy fuera de la fuerza. La izquierda organizada está encontrando dificultades y el gobierno está encontrando dificultades para entender la relación movimiento social-gobierno-izquierda. Y eso termina en una tendencia, que yo creo que es negativa, que es priorizando la acción desde la institucionalidad.
'A las grandes mayorías les ha ido mejor con los gobiernos del Frente Amplio, y las reformas desde el punto de vista laboral han sido inmensas'.
—¿En qué lo ve?
—Te pongo un ejemplo. ¿Cuál es la respuesta de la izquierda a la plataforma salvaje de restauración que proponen las cámaras empresariales en esta ronda salarial en particular? Si estas plataformas triunfan en la negociación colectiva, el Frente Amplio pierde la elección el año que viene, porque cómo le explica a cientos de miles de trabajadores que hay un escenario distinto cuando por la vía de los hechos se les aplicó un mazazo. ¿Cuál es la reacción de la izquierda en el sentido de condenas y solidaridades? En algunos casos como el de la estación de servicio de Santa Clara del Olimar la reacción fue de una pasividad que no está a la altura de las necesidades.
Tenemos que laburar mucho en la reconstrucción de algunos vínculos, porque después es muy difícil que exista la claridad de que en lo grueso se confrontan dos modelos de país. El año que viene se confrontan dos proyectos de país. Uno conservador y otro progresista. Y en el progresista están los intereses de los trabajadores, pero la representación de esos intereses no está ganada por siempre.
—¿La falta de reacción de la izquierda es del gobierno, del partido político o de las organizaciones?
—Nosotros no resolvimos bien una cuestión previa que fue en la Rendición de Cuentas. Teníamos tres problemas para resolver en simultáneo. La reducción del déficit fiscal era el primero porque si no íbamos a seguir endeudándonos en peores condiciones. Un segundo componente es cumplir compromisos en materia de políticas sociales, en especial presupuesto educativo e inversión pública. Y un tercer componente que es el planteo de no tocar más impuestos. Tuvimos y tenemos una enorme dificultad de cómo nos paramos en un escenario de crecimiento económico menor desde el punto de vista de las políticas fiscales. Nos faltó decisión, que sí la hubo cuando se tocaron los salarios medios y altos. Nos faltó incluso pensar alternativas que no fueran impuestos.
—¿Cree que el gobierno debió enfrentarse con más fuerza al reclamo de las cámaras empresariales?
—Creo que sí. Tenemos dificultades en la sensibilidad del gobierno. A mí me pasó en el convenio de la forestación, en el que logramos medio punto más de acuerdo salarial por encima de la pauta y el gobierno no lo acompañó. Se prioriza un elemento que es dar la señal de que aunque la patronal dé el aumento, yo soy tan respetuoso de las claves macroeconómicas que mi voto es en contra. Está bien. Pero quien definió eso desde el punto de vista conceptual nunca pisó un barrio. ¿Cómo le explicás al tipo con un salario tan bajo que logró medio punto de aumento, que es nada, y que vos como gobierno definís votar en contra? Priorizás supuestos técnicos y te olvidás que tenés que acumular política y socialmente. En ese caso estás más realista que el rey.
'Tenemos que laburar mucho en la reconstrucción de algunos vínculos, porque después es muy difícil que exista la claridad de que en lo grueso se confrontan dos modelos de país'.
—Si esa disputa entre bloques ya está instalada y la diferencia es tan abismal como usted dice, ¿por qué está en riesgo la victoria del Frente Amplio?
—Hay una encuesta que se hizo hace poco con trabajadores rurales que consistía en tres preguntas. ¿Cómo estaba respecto a diez años atrás? La mayoría contestó que estaban mejor, entonces el frenteamplista se puede quedar contento. La segunda. ¿Por qué estaba mejor? Y se nos caía la estantería porque la respuesta era: Porque al campo le va bien. Y la tercera. ¿Qué cosa le preocupa? La respuesta mayoritaria: No le pongan impuestos al campo. Entonces, no hay un indicador que diga que como había un 40% de pobreza y ahora hay un 8% va a ser abrumadora la cantidad de votos a favor. Estamos con una dificultad grande en el debate cultural. Hoy hay gente que piensa que la educación está en el peor momento de la historia. Y lo cree así sin ningún dato que pueda afirmarlo. Tenés problemas en la educación, claro, sobre todo en Secundaria y en especial en la deserción. Necesitás más recursos para solucionar esos problemas. ¿Hay recursos? Sí, hay. Un aumento muy leve del impuesto al Patrimonio permite financiar 70.000 becas de US$ 200. Pero para eso tenemos que tener la decisión política de hacerlo.
—La discusión política sobre aumentar los impuestos se dio a la interna del Frente Amplio y primó otra postura.
—Sí, pero no primó para siempre. Los debates ofrecen miradas y tiempos distintos. El Frente tiene que prepararse para escenarios distintos, unos mejores que otros, pero en todos el Frente tiene que defender que a los sectores populares no se los toque. Si tocás al poderoso con políticas salariales o fiscales, vas a tener escándalo. Toda la vida escuché eso.
—Pero la respuesta desde hace un tiempo es que no hay más margen para tocar los impuestos.
—¿La respuesta de quién?
—Del Ministerio de Economía.
—Mirás los documentos de la Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) y de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) y lo que dicen es que el gran problema que tiene América Latina es que los sectores altos tributan muy poco. ¡La Cepal y la OCDE!, que no quieren hacer la revolución socialista.
—¿Los debería leer el ministro Danilo Astori?
—Astori es un referente, un buen compañero. No voy a hablar mal de él porque no me parece que sea sensato. Con los compañeros de Asamblea Uruguay a veces tenemos diferencias sobre la política salarial y sobre la política fiscal. A mí me tocó renunciar a la banca en medio de una discusión salarial muy fuerte, donde teníamos planteos así: “No se puede más”. Después cambió tres veces la política salarial. Y la inflación bajó. No es para salir a cobrar, pero no es cierto que haya fórmula única en materia económica.
'¡Pero no es un problema que tenga que hacerse cargo el Ministerio! Medellín bajó la violencia. Hizo todo el camino de Larrañaga: militarizó, cadena perpetua, más represión. Y no paró de aumentar la violencia'.
—¿El gobierno fracasó en seguridad?
—Perdimos mucho terreno en el enfoque de la discusión sobre seguridad. Nosotros tenemos que discutir sobre la violencia. Hay un 60% de los niños que sufren violencia, no solo física. ¿Cómo cubrir ese tema? ¿Ponés drones? O las miles de denuncias de mujeres a las que les pegamos. ¿Cómo resolvés eso? Las tobilleras ayudan, pero no resolvés con eso el problema de la violencia en la sociedad. Nos ha costado un abordaje integral del tema. Las cárceles son parte del problema. Y el narcotráfico te gana terreno. Nosotros tenemos un proyecto con 180 gurises que hacen deporte gratuito y hoy festejamos el año ahí. Hay 150 barrios donde hacemos esto, disputarle el terreno a los narcos que nos odian. Pero no es así que se debe enfrentar, con un esfuerzo de un sindicato. Y para hacer eso también se necesitan recursos.
—El gobierno reforzó los recursos al Ministerio del Interior.
—¡Pero no es un problema que tenga que hacerse cargo el Ministerio! Medellín bajó la violencia. Hizo todo el camino de Larrañaga: militarizó, cadena perpetua, más represión. Y no paró de aumentar la violencia. Hasta que lo que puso fue un vagón de plata en políticas sociales para llevarle la mejor cultura a los barrios más pobres. Y ahora, abracadabra, bajó los niveles de violencia en Medellín. Acá nos cuesta entender eso que es medio básico, entender que tenemos recursos destinados que son insuficientes.
—El presupuestos es como una frazada corta que no permite cubrir todo.
—Sí, pero tenemos que decidir el tamaño de la frazada.
—Pero ese tamaño depende de los ingresos.
—Sí, parte de los ingresos y parte de la política fiscal que tenés. Si vos tenés una política fiscal que exonera varios puntos del PBI en ciertas inversiones… Se exoneró las pelotas de golf que van para La Tahona. Explícame qué contrapartida productiva hay. Ahí no ponemos la lupa para ver hasta dónde vamos. Hay veces que tenés que promover una actividad, ahora, qué apoyás es un debate que hay que abrir y discutir. Y el tamaño de la frazada también tenemos que discutirlo.
Información Nacional
2018-09-13T00:00:00
2018-09-13T00:00:00