N° 2047 - 21 al 27 de Noviembre de 2019
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEl profesor de Oxford Frederic Taylor (Le Mur de Berlin, Tempus Perrin, Paris, 2011) realizó una de las más completas investigaciones que he tenido la oportunidad de leer acerca de los muchos detalles que destacan la infamias del Muro de Berlín, para mí el símbolo más sincero de los extremos a los que llegó la ideología socialista en su afán de no aceptar el lóbrego fracaso de su promesa. Esa frustración necesariamente disimulada precisó de la fuerza bruta para mitigar su impacto y no mostrar el cuerpo desnudo de sus flaquezas y maldades; como bien lo dijo Winston Churchill: “Ningún sistema socialista puede ser establecido sin una policía política”. Lo ocurrido en Alemania, y especialmente todo lo acontecido en torno al Muro de Berlín, que en este mes recordamos su ansiada caída, es elocuente al respecto.
Algunos datos que incluye y comenta y pone en debido contexto este libro que recomiendo, ilustran el caso. Alcanza con ver las cifras vinculadas al Muro para entender el volumen del mortal extravío en el que sucumbieron varios pueblos y naciones al seguir ese camino de opresión y servidumbre. Las autoridades comunistas alemanas destinaron 1,4 millones de minas de alto impacto a los largo de los 900 kilómetros de fronteras de la RDA para evitar que los ciudadanos huyeran de las excelencias del socialismo; la mayor parte de esos dispositivos de muerte estuvieron plantados en el Muro. Allí había 55.000 sistemas de luminarias de vigilancia de autoencendido y se llegaron a utilizar más de 3.000 perros para vigilar a los posibles desertores.
De acuerdo con los archivos capturados a la temible policía secreta del régimen, la Stasi, se pudo establecer que 136 personas fueron asesinadas a tiros solo intentando huir por el Muro de Berlín. Más de la mitad de las 136 muertes que ostenta ese monumento de la infamia ocurrieron en los primeros cinco años de la construcción. En el sombrío año de 1962, recién estrenado el horror, 34 personas murieron acribilladas a los pies del Muro.
En sus 28 años de existencia, el Muro se fue perfeccionado cada vez más y se pueden distinguir tres grandes secciones o partes de su funcionalidad y silueta: Primera generación (1961-1966), que consistió en simples bloques huecos combinados con vigas de hormigón. Reflectores, alambre de púas que se montó como protección adicional, y se añadieron fragmentos de vidrio a las vigas de hormigón más altas. La segunda generación va de 1966 a 1975. El Consejo de Ministros de la RDA aprobó un reglamento sobre “medidas para proteger la frontera estatal entre la RDA y Berlín Occidental”. Como consecuencia de ello, se levantó una franja de bloqueo de 100 metros de ancho detrás del muro, con alambre de púas y armaduras. A esta zona fronteriza solo se podía entrar con un permiso especial y al mismo tiempo comenzó la construcción de la segunda evolución de la mole. Estaba hecha de grandes paneles de hormigón apilados unos encima de otros en perfiles H. La tercera fase empieza en 1975, cuando se instalan los paneles prefabricados de hormigón armado de 3,60 metros de altura apoyados en un contrafuerte o pie orientado hacia el este con el objeto de dificultar una posible demolición desde el oeste. Este último tipo de mampostería —célebre desde que se hizo añicos por los martillos del pueblo hace tres décadas— se caracterizó por la estructura montada de amianto, algo que sirvió de protección excesiva y combinaba tres fuertes elementos de apoyo, lo que le confirió una aparentemente invencible estabilidad tanto al conjunto como a la partes de la pared.
Nada de esto disuadió a los alemanes atrapados en la zona comunista de escaparse de ese Infierno. En total, entre 1961 y 1989, unas 150.000 personas intentaron cruzar la frontera interna de Alemania. Se dice que unos 40.000 huyeron hacia el Oeste. Cavaron túneles, se escondieron en coches preparados, construyeron aviones, submarinos e incluso un globo aerostático. Pero para muchos, la huida terminó con la muerte. Conforme a los datos de la Stasi, de 1976 a 1988 unos 19.000 hombres y mujeres huyeron a Occidente. Las fugas más espectaculares tuvieron lugar por los túneles que se construyeron bajo el Muro de Berlín. El túnel más largo medía 145 metros de largo y caía a 12 metros bajo la calle Bernauer, con 36 personas involucradas en la construcción de esas heroicas vías.
Encarezco la lectura de este libro. Es una memoria que el bando de la libertad jamás debe permitir que se pierda.