El pasado 28 de noviembre, la Junta Departamental de Montevideo votó a sus autoridades para el período 2023-2024, el cuarto de la actual legislatura. El cuerpo eligió así a su nueva presidenta, la edila por el Frente Amplio Patricia Soria, quien tras comenzar su militancia política en el Partido Colorado se unió años después a Fuerza Renovadora, el sector del precandidato Mario Bergara, e integra hoy las filas de Convocatoria Seregnista Progresista.
—¿Qué espera de este nuevo rol?
—El año que viene es muy complicado porque es un año de elecciones. El desafío es grande en cuanto a poder mantener la institucionalidad y el buen clima de trabajo dentro de la junta. Me reuní con los coordinadores de los partidos políticos antes de asumir, justamente para darles mi palabra acerca de cuál iba a ser el tono y el espíritu con el que íbamos a llevarlo adelante desde la presidencia. Obviamente va a pasar, porque somos todos militantes, que nos vamos a encontrar en la esquina cada uno con su lista, pero la idea es que adentro prime un buen clima y que el trabajo de las comisiones se sostenga, porque puede pasar esa tentación de dedicarse todo el año a la militancia. Estamos en un momento también en el que hay que tomar lo que pasó en Argentina como una luz roja y poner paños fríos. La responsabilidad de quienes estamos en cargos de representación es muy importante, de ese sentimiento de descreimiento de la política que va creciendo en la sociedad. Es importante que cumplamos con nuestra tarea a cabalidad. La población va a estar muy vigilante, y tiene razón.
—El año que viene también será el aniversario de 300 años de Montevideo. ¿Cuáles son las prioridades?
—El aniversario nos va a permitir nutrir la agenda del ejecutivo departamental con nuestro granito de arena. La democratización y la descentralización de la cultura son una obsesión personal. El acceso a veces, tristemente, es un poco limitado o se concentra en algunos puntos de Montevideo. Buscamos poder contribuir y brindar algún tipo de oferta cultural desde la junta.
—La oposición ha bloqueado varias de las iniciativas propuestas por la intendencia a través del rechazo a determinados préstamos. ¿Cree que eso podría profundizarse hacia el final del período?
—Hay algunas iniciativas que requieren mayorías especiales dentro de la junta, como los fondos que exceden un período de gobierno. Tuvimos algunas instancias que no prosperaron en ese sentido, pero otras que sí. Hay interlocutores de la oposición que tienen esa madurez política de poder sentarse a discutir sobre temas que en definitiva son importantes para la vida de las personas. Es importante contar con interlocutores de todos los partidos políticos que puedan dejar de lado la campaña electoral, el interés particular de un partido político, y centrar la mira en la necesidad de las personas. En otros departamentos las juntas departamentales tienen un rol muchísimo más central, en la capital nos come la centralidad que tiene el Parlamento nacional. Pocas veces la ciudadanía tiene acceso a saber qué es lo que estamos trabajando y con cuánto respaldo cuentan las iniciativas que salen adelante. Pero muchísimas veces sucede que las iniciativas que se votan en la junta son acompañadas por todos los partidos. Aspiro a que en un año electoral el trabajo acá adentro no se contamine por esas lógicas electorales.
—Usted es edila por el oficialismo, defiende la gestión de Carolina Cosse pero apoya a otro precandidato presidencial. ¿Por qué cree que Cosse no es la mejor opción?
—Voy a responder por la afirmativa. Vengo del Partido Colorado, de tener allí mi trayectoria, y me pasaba que al momento de salir a militar causas con quienes me encontraba en la calle era con los militantes del Frente Amplio. Se fue generando una sintonía muy fina política y humana con ese sector que (Guido) Manini Ríos denominó como “astoribergarismo”. Y cuando salimos del Partido Colorado fuimos aproximándonos más a Mario (Bergara), en principio compartiendo el sublema de “Progresistas” para las elecciones nacionales. Luego, para las departamentales, Mario junto con los ocho grupos que lo acompañan me confiaron la responsabilidad de encabezar la lista del sector en Montevideo. Fue una gran sorpresa y una gran alegría, que habla mucho también de cómo se manejan Fuerza Renovadora y Convocatoria Seregnista. Estaban dando la responsabilidad de encabezar una lista a una mujer joven, que venía de otro partido. Me sentí muy respaldada a nivel político y humano, y también me sentí con libertad. La política muchas veces encorseta y aprisiona. Sentí que era bien recibida con mi identidad, con mi mochila de militancia a cuestas y que nadie me estaba pidiendo que cambiara. ¿Cómo no apoyar a Mario (Bergara) con toda esta comodidad con la que trabajamos y con esa coincidencia en la praxis política?
—¿Cree que Bergara debe ir hasta al final con su precandidatura aunque las encuestas marquen bajos niveles de apoyo?
—Su candidatura es muy necesaria. La población necesita una oferta electoral amplia, que represente todos los sentires. Acá nadie sobra. Nos precisamos todos y todas para poder ser realmente un espejo donde la ciudadanía se vea representada. Se comete un gran error si se piensa que con una o dos opciones estamos completos. Vengo del Partido Colorado, de dar una batalla —que perdimos, obviamente— que era devolver esa pata batllista progresista y primigenia, esa pata de izquierda del Partido Colorado.
—¿Cuáles cree que serán los mayores desafíos para presidir la junta?
—El clima es un punto complejo y algo importante a preservar. Será un gran desafío conducir las sesiones con ecuanimidad. En general, cuando hay una mujer ejerciendo la autoridad, siempre se pone sobre la lupa cómo la mujer ejerce la autoridad, si es muy autoritaria, si es muy soberbia, si se lleva a todo el mundo por delante, si grita, que es una histérica, que es una loca…
—Se las mide con una vara diferente.
—Totalmente. Cuando conduce un varón nadie se fija en cómo se vistió ni si gritó ni si ejerció la autoridad. A las mujeres en política se nos examina el doble o el triple, se nos pide poco más que hayamos pasado por la NASA antes de asumir un espacio de autoridad o representación, eso siempre está latente. Eso también es algo a lo que le voy a poner especial atención en este año que se viene. También en los 300 años de Montevideo queremos darles difusión con todos los partidos políticos a las iniciativas que se van a llevar adelante. Hoy me reuní con el secretario general del Comité Ejecutivo Departamental del Partido Colorado de Montevideo para formalizar y estar a las órdenes; el lunes me voy a reunir con el presidente de la departamental del Partido Nacional para hacer lo mismo. Es importante lo que sucedió en el aniversario del “Río de libertad”, en donde estaban todos los partidos políticos mirando el bosque y no quedándose con el árbol. Con ese espíritu es que debemos empezar el año.
—¿Cómo es el vínculo hoy con la oposición departamental? ¿Cómo quedó la relación después del juicio político a Cosse?
—Ese episodio fue muy triste, porque además fue llevado adelante por un edil al que le tenemos particular respeto. No esperábamos que se generara esa situación con algo que nos pareció absolutamente desmedido, porque el mecanismo de juicio político se utiliza cuando hay una violación a la Constitución, y este no era el caso, no había una falta grave como para ir por ese camino. Además era juzgar de forma distinta a los departamentos del país, porque ediles de otros departamentos nos decían: “Entonces, nosotros, ¿cuántos juicios políticos tendríamos que haber hecho?”. Y también porque tenemos formas distintas de manejarnos. Con todo lo que sucedió este año con Astesiano, con el puerto, con Marset… ha habido eventos en donde realmente se pone en juego la transparencia y la institucionalidad, y el Frente Amplio en ningún momento puso arriba de la mesa hacer un juicio político al presidente. Es una medida muy complicada y después que uno da un paso en ese sentido la marcha atrás es difícil, porque uno activa ciertos mecanismos de erosión a la confianza de quien lleva adelante esa actividad pública que cuenta con el respaldo popular. Siembra una semillita de desconfianza en la ciudadanía que me resulta irresponsable. La relación con el edil y con las bancadas todas se recompuso; la palabra es la herramienta básica de la política, si nosotros no ejercitamos la palabra, todo esto es una cáscara vacía.
—¿Hubo un “ensañamiento” con la figura de la intendenta?
—Desde que Carolina asumió la intendencia se sabía que ella iba a ser candidata, entonces desde la oposición le pisaron un poco los talones, no la dejaron respirar mucho, porque primó esa cuestión que lamentablemente muchas veces pasa en política que es la calculadora electoral por sobre las cuestiones a resolver. Se dio un ensañamiento porque ya la estaban identificando como una rival electoral.
—Preside la Junta Departamental, que otorga mayorías automáticas al partido que gana las elecciones. ¿Cree que ese aspecto debería cambiarse en la Constitución?
—Puede ser, sí. El fundamento de eso es poder darles gobernabilidad a las intendencias. Pero puede ser algo a revisar. Hay tanta cosa para revisar en la Constitución… Es una caja de Pandora que en algún momento vamos a tener que abrir.

Fuerza Renovadora “hizo lo que tenía que hacer” en la denuncia contra Olmos
El Tribunal de Conducta Política del Frente Amplio tiene a estudio una denuncia de acoso sexual y laboral contra el diputado de Fuerza Renovadora Gustavo Olmos. El caso llegó a dicho órgano elevado por ese sector político al que pertenecen tanto el legislador acusado como la diputada suplente Martina Casás, quien lo denunció.
El hecho de que Fuerza Renovadora llevara el caso al Tribunal de Conducta Política molestó al entorno de Casás, que no había dado su aval para eso. La legisladora suplente presentó luego su propia denuncia a ese mismo órgano y días después llevó la situación también a Fiscalía y al Ministerio de Trabajo.
Patricia Soria, también integrante de Fuerza Renovadora, cree que el sector actuó bien y se expresó “muy satisfecha” con el procedimiento que se siguió.
—Su sector se ha visto involucrado en un caso de presunto acoso laboral y sexual por parte del diputado Gustavo Olmos a su suplente Martina Casás. ¿Cree que Fuerza Renovadora actuó correctamente al enviar el tema al Tribunal de Conducta Política sin el aval de la denunciante?
—Este proceso es muy doloroso. Estoy muy satisfecha con cómo el sector llevó adelante este proceso. El sector hizo lo que tenía que hacer, que era elevar esta situación al Tribunal de Conducta Política del Frente Amplio, y ahora estamos a la espera del fallo, que vamos a acatar sea cual sea la recomendación que haga el tribunal. Es un órgano que respetamos muchísimo y que lo integran personas de reputación intachable, por tanto, sé que el fallo no va a ser cuestionado por la fuerza política.