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¿Los momentos de dificultad en los países son, como interpretan muchos occidentales la grafía china de “crisis”, una oportunidad? ¿Pueden serlo, en concreto, para los gobernantes? Sobre una base teórica según la cual las crisis podrían proporcionar una señal a los votantes sobre la confianza en sus dirigentes y, al mismo tiempo, darles chance a los políticos para hacer cambios si el público internaliza el costo de no reformar, cuatro investigadores analizaron estas cuestiones bajo el contexto del Covid-19, en Uruguay y Argentina.
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No todas las crisis son iguales, y sus causas y consecuencias no son evaluadas de manera similar por los votantes. Entonces, una como la provocada por la pandemia de SARS-Cov-2 —que ocasionó severos impactos económicos y sociales—, ¿puede aumentar la confianza en el presidente de un país creando las condiciones de desarrollo para el largo plazo o, en cambio, obstaculizar la recuperación? ¿Están dispuestos los individuos a aceptar reformas fiscales y hacer sacrificios económicos personales si eso ayudara al país a salir más rápido de la crisis?, preguntaron los autores, dos funcionarios del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), un académico de la Universidad de Maryland, en Estados Unidos, y otro de la Torcuato Di Tella de Argentina.
Su análisis midió la confianza en las instituciones políticas antes y durante la pandemia. Se basó en dos paneles de encuestas telefónicas realizadas a las mismas personas en Argentina y Uruguay. Una fue contestada a fines de 2019, días después de las elecciones nacionales pero antes de que el Covid-19 irrumpiera en las noticias. La segunda ola de cuestionarios se implementó un año después, en plena emergencia sanitaria.
Los autores aclaran que medir el impacto de la pandemia en la confianza antes y después de una elección es complicado porque no es posible separar la influencia de cada evento.
Según los resultados, la confianza en el presidente Alberto Fernández se redujo, mientras que creció moderadamente para Luis Lacalle Pou. Entre quienes disminuyeron su confianza, lo hicieron en mayor medida aquellos que lo votaron. Pero, contrario a la hipótesis del trabajo, quienes enfermaron de Covid no mostraron menor confianza en el mandatario que quienes no enfermaron. De acuerdo con el estudio, la desconfianza está asociada a no sentirse representado con el presidente.
En segundo lugar, la pandemia no produjo una mayor disposición a aceptar “sacrificios” materiales (suba de impuestos, baja de salarios, reducir pasividades, una menor provisión de servicios públicos) para facilitar reformas. Sin embargo, la disposición fue superior —pero no de forma significativa— entre quienes contrajeron la enfermedad. En Argentina se mostraron más dispuestos a soportar una carga impositiva elevada pero no precios más altos, mientras que en Uruguay las personas encuestadas estuvieron más proclives a resignar salarios.
Como conclusión, los investigadores señalan que el cursar la enfermedad no provocó efectos en el empleo ni en la confianza del individuo, esto último en mayor medida para el caso uruguayo. Y agregan que en ambos países no se propusieron transformaciones fiscales, demostrando así que las “crisis no son necesariamente oportunidades de reforma”.