Rita, exitosa serie danesa de Netflix
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáToma más alcohol del recomendable, fuma todo el tiempo, tiene sexo todo el tiempo. Rubia, alta y descarada, Rita es divorciada y tiene tres hijos que pasan la adolescencia. Vive en una casa prestada, no tiene un peso y deja bastante que desear como madre, pero es una leona para defender a sus alumnos de la escuela pública donde trabaja. Los estudiantes la aman, mientras que sus colegas la admiran y rechazan en partes iguales porque su ironía, sus gestos y sus frases políticamente incorrectas los ponen incómodos o directamente los ofenden.
Rita es una exitosa serie danesa, estrenada en su país en 2012, cuyas tres temporadas pueden verse ahora en Netflix. Su creador es Christian Torpe, talentoso guionista danés que despegó en su carrera con esta historia. Torpe es además el guionista de La niebla (también ahora en Netflix), serie basada en una historia de Stephen King.
A pesar de que tiene todos los condimentos para ser una comedia, Rita se acerca más al drama, sobre todo por la vida poco feliz de su protagonista, interpretada con naturalidad y fuerza por Mille Dinesen. Es justamente el personaje y la actuación de Dinesen, quien ya se había destacado en la serie política Borgen, lo que marca la diferencia con otras historias que tratan sobre educación y en las que suele haber profesores heroicos que más allá de las adversidades logran el éxito de sus alumnos.
Rita es más cercana a la realidad de cualquier maestra que le enseña a los rezagados de la sociedad. Ella quiere sacarlos adelante y hasta sacrifica horas de su vida fuera de la clase para lograrlo, pero sus triunfos son limitados. Es que, aunque parezca raro, en la nórdica y próspera Copenhague, la escuela pública sufre varios problemas: bajo presupuesto y bajos salarios, muchachos de capucha que venden droga en la puerta, bullying entre estudiantes, bullying de estudiantes a profesores. “Cualquier similitud con la realidad es simple coincidencia”, podría decir una leyenda antes de cada capítulo. Claro que todos estos problemas en un país nórdico tienen un ropaje más luminoso que en otras latitudes.
La primera escena de la serie es una buena presentación de Rita y de su entorno. Ella está fumando en el baño de la escuela, cuyas paredes aparecen rayadas con leyendas. “Rita coge con el director”, dice una de ellas. Entonces la profe saca de su bolso de tela un drypen y corrige la palabra “director”, que está mal escrita en danés. No borra el grafiti porque es cierto lo que dice: ella suele encerrarse en la oficina de Rasmus (Carsten Bjørnlund), el director ordenado y comprensible, para tener sexo.
Rita es una mujer desprejuiciada en varios aspectos, pero sobre todo en el sexo. Suele ir a un bar a “levantar” a algún amante casual con quien encerrarse en el baño después de unas copas (sí, los baños tienen su importancia en esta serie). A veces tiene suerte, otras se mete en líos tremendos que le pueden costar su trabajo.
Además de lo peculiar de su protagonista, en cada capítulo aparecen características curiosas del sistema educativo danés. Por ejemplo, la escuela abarca en un mismo turno desde preescolares hasta bachilleres, y los maestros enseñan en cualquier nivel. Rita es profesora de lengua de adolescentes, pero no tiene problemas en suplir a maestras de otros grados, incluso les llega a dar clase a los más pequeños.
Ella se sube al escritorio, se cruza de piernas y les habla sin eufemismos del amor y del desamor, del aborto o de lo asquerosa que puede ser la comida sana. Suele romper todos los días con alguna norma de la escuela y con los criterios que tienen los padres para educar a sus hijos. Es que los padres son los peores enemigos de Rita. Cuando la asesora psicológica le pregunta por qué se hizo maestra, ella le contesta: “Para salvar a los niños de sus padres”.
El tono humorístico que despiertan algunos diálogos se va perdiendo a medida que avanza la serie. Porque cuando Rita termina de trabajar y atraviesa los arbustos que la llevan a su casa, que es propiedad de la escuela, se enfrenta con varias frustraciones y con su rol de madre, que desempeña a los tropiezos. Sus hijos son los depositarios de sus contradicciones, malhumor y metidas de pata, pero a pesar de las vergüenzas y broncas que les hace pasar, ellos la valoran y la quieren. Al final, en el conjunto de madres que se cruzan en esta historia, Rita no sale tan mal parada.
La serie tiene algunos personajes estereotipados: el profesor débil y ya veterano que no puede controlar la clase y es centro de los chistes más grotescos; la profesora ingenua que no se da cuenta de su ingenuidad, una gobernadora que usa demagógicamente la escuela para sacar ventaja política en las elecciones, el listillo de la clase y el listillo de la sala de profesores. Pero incluso estos lugares comunes se amoldan con naturalidad en la historia, que avanza hacia otros temas más elaborados como la inmigración, la falta de preparación para conseguir trabajo o el embarazo adolescente.
De lo que muestra la serie se pueden sacar algunas conclusiones. La primera es que la sociedad danesa no ha superado temas de discriminación, sobre todo hacia los inmigrantes o hacia los homosexuales, a quienes les cuesta hablar directamente sobre su condición. La segunda: lo políticamente correcto parece haber perdido un poco la partida. Lo tercero: el sistema educativo es un dolor de cabeza en cualquier parte del mundo.
Lo mejor es la complejidad con la que Dinesen construye su personaje, a través de su rostro lleno de expresividad y de sus palabras ácidas. Pero a no engañarse: cuando la rubia esbelta camina desafiante por los pasillos de la escuela con sus jeans apretados y su amplia sonrisa, lleva consigo un mal compartido por varios: la vieja y temible soledad.