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“Te amo, te odio, dame más”. Apenas un tramo de la letra de “Peperina”, aquella canción que Charly García cantaba en los años 80 con la banda Serú Girán, alcanza para resumir la bipolar relación que mantienen los gobiernos de Uruguay y Argentina. Embarcados en una permanente montaña rusa de estados de ánimo —con picos de euforia y momentos de tensión— hoy los países transitan un nuevo período de crisis.
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“Andamos con las relaciones un poco obturadas. Veremos si las podemos arreglar”, le comentó el presidente José Mujica a una periodista chilena en una entrevista para el diario “El Mercurio” publicada el domingo 5. Admitió, incluso, que la crisis es aún “más dura” que la que soportó cuando los micrófonos abiertos le hicieron una zancadilla y quedó expuesto con la frase “esta vieja es peor que el tuerto”, el ya famoso comentario dirigido hacia la presidenta argentina Cristina Fernández y a su fallecido esposo y expresidente Néstor Kirchner.
“La relación con Argentina está trancada”, había dicho el presidente unos días antes, el jueves 2, al diario “La República”. En ese reportaje agregó que para que la situación se encarrile “todo dependerá” de lo que “decida” la presidenta Fernández, con la cual, reconoció, no ha hablado en los últimos meses. En lo inmediato no hay reunión alguna en agenda, y la única posibilidad cierta de diálogo que asomaba en el horizonte se truncó con una nueva postergación de la Cumbre del Mercosur en Caracas, Venezuela. El encuentro entre los países del bloque comercial estaba previsto para diciembre del año pasado, luego se trasladó para el 17 de enero y finalmente quedó fijado para fines de este mes.
Según dijeron a Búsqueda fuentes de Cancillería, la principal razón de la reciente suspensión es el estado de salud de la presidenta argentina, que continúa en una suerte de reposo tras la intervención quirúrgica en su cabeza a la que fue sometida a principios de octubre. Fernández solicitó la postergación con el objetivo de no exponerse a demasiadas horas de vuelo. Su propósito es asistir tanto a la Cumbre del Mercosur, el 31 de enero en Caracas, como a la de la Comunidad de Estados de Latinoamérica (Celac) el 27 y 28 en La Habana, Cuba, sin necesidad de hacer cuatro viajes en pocos días. Fuentes de Presidencia aseguraron a Búsqueda que el propio Mujica compartió ese pedido, ya que considera “ilógico” ir y volver dos veces casi al mismo punto del hemisferio norte en cuestión de horas.
En el entorno del presidente manejan como “probable” que en alguno de esos ámbitos se concrete una reunión entre los dos mandatarios.
Sobre la mesa estará el pedido de levantamiento de las trabas comerciales impuestas por Argentina a las importaciones de bienes uruguayos, una cuestión que no es vista con optimismo desde las propias filas del gobierno. El ministro de Industria, Energía y Minería, Roberto Kreimerman, declaró el domingo 5 en una entrevista con el diario “El País” que, aunque confía en las negociaciones, el comercio bilateral “no volverá nunca al nivel anterior” a la imposición de las trabas. Aclaró que “eso es no sólo por lo que Uruguay pueda negociar, sino por la propia Argentina que está en un momento más complejo”.
Lo que ya anticipó el presidente es que no pretende utilizar a su favor y como moneda de cambio la venta de energía eléctrica al país vecino. “No acompañamos la idea de pedir contrapartidas y cuestiones por el estilo. No, no hoy por ti, mañana por mí. Porque la suerte del clima y los avatares, diría, tienen la ocurrencia de aquel dicho: ‘la alegría va por barrios’”, expresó en su audición radial.
La época del “ñaupa”.
En esa dinámica bipolar, donde la apuesta al diálogo permanente y las declaraciones de buenas intenciones chocan con otras en dirección contraria, el presidente Mujica tiró en la entrevista con “El Mercurio” algunos dardos sobre un tema particularmente sensible en la agenda bilateral: el de las fábricas de pasta de celulosa y la contaminación ambiental. En el actual gobierno se logró la reapertura del puente San Martín —que une a Fray Bentos con Gualeguaychú— y que estuvo más de dos años sin observar tránsito entre los países. Pero lejos de tener un punto final, el caso siguió salpicando la relación bilateral.
En el reportaje concedido al diario chileno, Mujica volvió a la carga: “Ellos (por Argentina) tienen papeleras, y las tienen que cambiar porque son de la época del ñaupa. Son de las que dañan el medioambiente”. La chicana del presidente rompió con el mutismo autoimpuesto en este asunto. Hace solo unos meses, cuando la decisión del gobierno de autorizar el aumento de producción a la pastera UPM había encendido una nueva mecha de conflicto, la estrategia de la Presidencia y la Cancillería fue bajar el perfil al asunto; no hablar del tema, dejar que el tiempo transcurra en silencio, aun cuando desde la otra orilla el canciller Héctor Timerman amenazaba una y otra vez con volver a los estrados del tribunal internacional de La Haya.
Mujica ahondó en esa entrevista sobre las razones que llevaron al gobierno a dar el Ok para que la empresa finlandesa pase a producir 100.000 toneladas anuales más, la mitad de lo solicitado. “Nos estábamos jugando una fábrica que no es para mi gobierno, será para 2007. (...) Y bueno, tengo la obligación de pelear por ello para mi país. La Argentina, claro, estaba en período electoral y le cayó mal”.
Palos y caricias.
La imagen de José Mujica esperando a Cristina Fernández en una estación ferroviaria de la ciudad de Salto, al borde de las vías por donde ella iba a llegar subida en el “Tren de los Pueblos Libres” es una de las postales de esos picos de euforia en la relación bilateral. Después de 30 años sin que haya conexión mediante el sistema ferroviario entre los dos países, en agosto de 2011 y a impulso de la empresa argentina TBA se concretaba el primer viaje en tren desde Argentina hacia Uruguay. Hubo bombos, platillos y toda la liturgia kirchnerista desplegada en suelo uruguayo. “¡No tengas miedo, Pepe, este partido no lo vamos a perder! Porque atrás nuestro hay miles de jóvenes que tienen instrumentos para construir el futuro. Nosotros tenemos que ayudarlos a que se equivoquen menos”, le decía Cristina a Mujica en respuesta al entusiasmo del presidente por recuperar y mantener un sistema ferroviario abandonado por décadas. “Gracias pueblo argentino por el gesto”, reconoció Mujica en su discurso. Pero el partido se perdió. Al menos por ahora. Hoy, a más de dos años de aquella jornada festiva, los viajes se dejaron de hacer y el tren permanece abandonado en una estación de Pilar, en Argentina.
En el 2010, un año antes de ese momento de distensión entre los gobiernos, Mujica se había despachado públicamente con comentarios que causaron malestar en la administración de Cristina Fernández.
En una entrevista con Búsqueda, el presidente dijo que Argentina es un país “cortado en dos”, y se refirió a la célebre frase del expresidente Jorge Batlle (“los argentinos son una manga de ladrones,del primero al último”). Lo grave de Batlle fue haberlo dicho y que se lo hayan grabado. No haberlo pensado”, opinó Mujica en ese entonces (Búsqueda Nº 1.585).
Unos años más tarde, en abril de 2013, el propio Mujica se vería traicionado por un micrófono abierto. “Esta vieja es peor que el tuerto; (...) el tuerto era más político, esta es terca”, le comentó por lo bajo al intendente de Florida, Carlos Enciso, segundos antes de comenzar una conferencia de prensa. Meses después de ese episodio, en agosto, ambos mandatarios volverían a verse las caras en otro acto que estuvo cargado de entusiasmo y buenas intenciones. Como si nada hubiera pasado. El encuentro fue en la inauguración de la planta desulfurizadora de Ancap, donde además la presidenta argentina recibió las llaves de la ciudad de manos de la intendenta de Montevideo, Ana Olivera. Nuevamente hubo bombos, platillos y la liturgia kirchnerista que acompaña a su presidenta en cada salida. Mujica se mostró agradecido en ese acto. Dijo que es “incomensurable” lo que ha “sembrado” el pueblo argentino en Uruguay.
En octubre, durante la inauguración de una nueva flota de Buquebús, no hubo tanta demostración de afecto. Mujica destacó en su discurso que en los barcos del empresario Juan Carlos López Mena viajan personas de “todas las clases sociales, (...) los de la bicicleta y los del Mercedes Benz”. Y a su turno Cristina devolvió un mensaje directo y envenenado hacia el presidente uruguayo. “Seríamos un tanto hipócritas —saben que no es lo mío— si dijéramos que cualquiera puede viajar en Buquebús de un lado a otro o de allá para acá. Pueden viajar los que tienen un determinado nivel de vida, un determinado ingreso económico”. Ese fue el tono del último encuentro entre los dos mandatarios.