La renuncia de Penadés: una serie de desencuentros entre blancos y la molestia por lo “expuestos” que quedaron ante la oposición

El lunes 5 pasaron cosas. Hubo reuniones casi paralelas para tratar el asunto Penadés. Una fue en la sede de los blancos sobre la plaza Matriz y otra se hizo en el Palacio Legislativo. Primero se encontraron los miembros del directorio. La sesión duró varias horas. La bancada de senadores blancos aguardaba con expectativa el resultado. Aunque el tema no estaba en el orden del día, se descontaba que se iba a tomar alguna medida, ya sea el pasaje a la Comisión de Ética, la suspensión o hasta un pedido de renuncia. El diputado Álvaro Viviano, del Movimiento por la Patria fue el más enfático en solicitar que se abra un expediente en el partido bajo el argumento de la “alarma pública” que generó el caso. Llevó de esta manera el mensaje de su líder político, el senador Jorge Gandini, de viaje por España. Pero quedó solo. La mayoría del órgano nacionalista prefirió esperar. Se evitó dar a la población una señal de “prejuzgamiento”.

Tras la reunión del directorio, se juntó la bancada para evaluar cómo se pararían sus integrantes ante la sesión de desafuero del miércoles. Estaban muy molestos por un artículo de la diaria que citaba a un legislador blanco que sugería que habría un “pacto de caballeros” con la oposición para que el tema se trate rápido y sin mayores exposiciones en el Parlamento. Antes de empezar la reunión había toda clase de especulaciones, hasta que se trataba de una movida del Frente Amplio para embarrar la cancha. “¿Quién mierda habló?, ¿quién dijo eso?”, preguntó airado uno de los senadores.

Más allá del supuesto pacto, la mayoría de los legisladores no tenía dudas en votar sin más el desafuero. Según pudo saber Búsqueda, el único matiz lo planteó el senador Carlos Camy, que alineado a Iturralde decía que no estaba para “cobrar al grito de la tribuna”, pero que se “tenía que hacer lo que se tenía que hacer”.

“¡Lo que tenemos que hacer es degollarlo!”, interrumpió el senador Sebastián da Silva, uno de los más enérgicos en la condena a Penadés. La vicepresidenta Beatriz Argimón dijo que ella votaba con “las dos manos” el desafuero. Cuando la reunión estaba por finalizar, el senador Juan Straneo, suplente de Juan Sartori —en el exterior del país—, confesó que había sido él que había dicho lo del “pacto de caballeros”.

“Se me malinterpretó”, se defendió. Da Silva reaccionó con algo de sorna: “¡Vieron, algunos pensaban que había sido yo!”.

Argimón salió de la reunión y declaró a la prensa su sorpresa y molestia por las nulas medidas adoptadas en el directorio.

La renuncia y las 84 fojas

El martes 6 también pasaron cosas. El pedido de desafuero contra Penadés que envió la fiscal Alicia Ghione a los miembros de la Comisión de Constitución y Legislación comenzó a filtrarse entre periodistas. Muchos de ellos subieron a sus cuentas de Twitter detalles explícitos de los presuntos abusos del senador. Al caer la tarde, Penadés sorprendió con una carta de renuncia al Partido Nacional, a la Convencional Nacional, la Convencional Departamental y la Comisión de Asuntos Internacionales.

Más entrada la noche, los principales portales periodísticos ya tenían en su portada un resumen de las 84 fojas presentadas por Fiscalía. Habían prestado declaración ocho presuntas víctimas y la Fiscalía tiene identificadas al menos a cuatro más, que por diversas razones aún no han comparecido. En el documento —al que accedió Búsqueda— se señala que en algunos de los casos hubo amenazas que desalentaron las denuncias. Las presuntas víctimas relatan que Penadés los “levantaba en el auto por distintos lugares públicos”. “Hace unos años, por el parque Batlle, en la zona de los jueguitos o frente al gusano loco”. “A otros, en la explanada del Palacio Legislativo, y más recientemente, en una esquina cualquiera o plazas públicas alejadas de las cámaras”. “En algunas ocasiones se contactaba con adolescentes que estaban jugando a la pelota en la calle”.

Dice el documento que en todos los casos, desde los más antiguos hasta el 2023, los adolescentes tenían corta edad: “En su mayoría 13 o 14 años, otros 15 y 16”. La fiscal señala que las formas de contacto variaron a lo largo de los años y el avance de la tecnología. Desde el contacto personal con Penadés hasta el uso de WhatsApp, Instagram y un intermediario o “reclutador de menores de edad” a “cambio de dinero”, que sería el profesor del Liceo Militar, Sebastián Mauvezin, que ayer miércoles fue desvinculado de su cargo por el Ministerio de Defensa.

“Las víctimas son o han sido de contextos altamente vulnerables”, agrega el documento. En la página 61, la fiscal sostiene que las evidencias a esta altura de la investigación son “irrefutables” y menciona contenido de “escuchas telefónicas” que no han sido divulgadas.

En su conclusión, la fiscal Ghione destaca que hay que ser “muy valiente” para “animarse a denunciar un abuso sexual contra un senador de la República”. “Es obligación no solo de los operadores del derecho, también de los señores legisladores, entender lo que siente una víctima, los indicadores en sus psiquis, que dejan marcado como huellas estas experiencias de ser abusados y explotados sexualmente”. “¿Hasta cuándo?, ¿hasta cuándo los adultos vamos a creernos dueños de los cuerpos de los niños y adolescentes, tan dueños para usarlos como cosas, como la cosa para el disfrute de nuestro sexo”, se pregunta Ghione.

La cara llena de dedos

La fiscal Ghione indica en su escrito que la investidura de senador que reviste Penadés, el haberse hecho públicas las presuntas situaciones de explotación, el “respaldo público de algunas autoridades y el silencio de otros representantes del pueblo en general aumentaron el temor de las víctimas por acercarse a declarar, tal como lo manifiestan, se sienten desprotegidas y en riesgo; por ello la mayoría de ellas están silenciadas y desconfiadas del accionar de las autoridades”.

Cuando el caso explotó, el presidente Luis Lacalle Pou hizo saber en una charla informal con periodistas que “le creía” a Penadés. Días más tarde, en rueda de prensa, mantuvo su postura de respaldo al senador. “Hace 30 años que lo conozco, y a esa persona que denunció por primera vez no la conozco, no tengo trato. Yo le pregunto a cualquiera de ustedes: viene un amigo de ustedes, una persona que conocen hace 30 años, los mira a los ojos y dice ‘yo no fui, yo no hice nada, no es cierto’. ¿A quién le cree cualquiera? Sería un mal amigo si no le creo, no sería amigo, no tendría confianza”, dijo, aunque aclaró que está “sujeto a prueba en contrario”.

El ministro del Interior, Luis Alberto Heber, histórico compañero de Penadés en el Herrerismo, fue uno de los primeros en salir en su defensa. “Estamos con una situación de indignación. Valoro que haya dado la cara. Esto es una difamación”, expresó.

Muchos de los dirigentes blancos comentaron ayer miércoles a Búsqueda lo “expuestos” que quedaron en la sesión de desafuero ante la oposición por este tipo de respaldos de las autoridades. “Nos llenaron la cara de dedos”, dijo a Búsqueda, resignado, un senador blanco al salir de la Cámara Alta. También advirtió sobre el riesgo futuro, arma en contra en la campaña electoral, de contrastar los archivos: el relato descarnado de las víctimas y las declaraciones de apoyo de los jerarcas.

Ayer miércoles, el senador frenteamplista Óscar Andrade se ancló en un punto señalado por la fiscal en su documento: “El difícil acceso a las cámaras del Ministerio del Interior” para la investigación.

“Vamos a investigarlo, nos preocupa”, dijo Andrade.