La venganza de los nerds

escribe Fernando Santullo 
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Un cuarto cerrado, dos posadolescentes en la penumbra, bebidas azucaradas, papitas chips y un montón de tiempo, pasión, trabajo e imaginación que vuelan sobre el teclado. Ese podría ser el resumen de la mayor parte de los casos que se revisan en esta historia de los videojuegos, arrancando con los primitivos Asteroids y Space Invaders y llegando hasta los primeros juegos en 3D y los torneos de E-Sports, que convocan a millones de fans en todo el mundo. De los salones de “maquinitas” hasta los estadios, esa es la trayectoria que High Score (Netflix) propone sobre un “género” que se creó a caballo de las posibilidades tecnológicas y el entretenimiento. Y de la vocación más bien nerd de sus creadores, en su mayoría percibidos como losers fuera de su ámbito de interés.

Planteado de manera cronológica, el documental se divide en seis episodios. El primero de ellos se concentra en describir y explicar el origen, ese punto donde la tecnología disponible y el comienzo de la comercialización de las computadoras personales fue dando lugar a lo que luego sería una industria arrolladora. Una cuyos ingresos superan actualmente los de la música y el cine combinados. En ese primer capítulo aparece Tomohiro Nishikado, veterano programador y desarrollador japonés que creó, entre otros, el Space Invaders en 1978. También Rebecca Heineman, ganadora de la primera competición nacional de Space Invaders en EE.UU., y más tarde creadora y desarrolladora de videojuegos. Por supuesto, en el capítulo inaugural también aparece el creador del Pac-Man, Toru Iwatani.

Foto: Netflix

Al mismo tiempo que la serie presenta los aspectos más artísticos de los videojuegos, muestra también a los responsables técnicos del hardware que permitió complejizarlos, agregándoles elaboración argumental y calidad gráfica. Y ese es precisamente uno de los aciertos de la serie: lograr exponer el carácter multidisciplinario de los videojuegos, uno en donde convive la plasticidad de dibujantes y diseñadores con la imaginación y capacidad ingenieril de los programadores, así como la visión comercial de ambos. Los videojuegos, nos recuerda High Score, no habrían sido posibles sin la existencia de un montón de, a comienzos de los 80, improbables combos de ingenieros, programadores, artistas y narradores, que fueron capaces de vislumbrar posibilidades de juego que la inmensa mayoría no podía siquiera concebir. Y convertir esos combos en exitosos videojuegos que terminaron por dar lugar a una poderosa y millonaria industria.

Es enternecedor ver a todos esos veteranos nerds narrar desde el presente sus mejores esfuerzos de juventud. Y es que casi ninguno de los creadores originales baja hoy de los 60 años. Al mismo tiempo, la serie no se limita a reseñar el origen de los juegos exitosos, también hay lugar para recordar sonados fracasos como el del videojuego basado en la película E.T. Creado por Howard Scott Warshaw y desarrollado en apenas cinco semanas, fue presentado al director Steven Spielberg, quien lo aprobó sin hacerle demasiado caso. De mala calidad gráfica y siendo difícil de jugar, es considerado desde entonces uno de los peores videojuegos jamás lanzados comercialmente.

Foto: Netflix

La serie tampoco omite reseñar las dificultades que atravesó la industria del videojuego, como el crash de 1983 debido a la saturación de consolas y el crecimiento de las computadoras personales. Esa fue la crisis que se llevó puestos a pioneros como Atari, que terminaría cerrando sus puertas en 1984. La serie tampoco esconde el altísimo grado de competencia que reinaba y reina entre las distintas empresas del sector, aunque no dice demasiado sobre las tácticas comerciales más oscuras, insinuando apenas cosas negativas sobre algunos de los personajes que se presentan.

También ocupa un lugar destacado en High Score la llegada del Donkey Kong, el juego en donde hace su debut Super Mario, el sanitario de bigotazo y overol azul. Por supuesto, las distintas versiones de Super Mario sirven para explicar la supremacía de Nintendo en ese entonces. En ese sentido, en el segundo capítulo de la miniserie también se recupera y dimensiona para el público el rol de los compositores y realizadores de efectos sonoros, que en el caso de Super Mario terminarían siendo tan icónicos como, por ejemplo, el sonido de las monedas al ser recolectadas en el juego.

En el siguiente capítulo se cuenta la llegada de la narración a los videojuegos y cómo ese estilo, que se popularizó en la segunda mitad de los 80, tiene una deuda fuerte como los juegos de rol, que se jugaban desde comienzos de los 70. La idea de que el jugador podía hacer más que disparar a naves o devorar fantasmas de colores es una de las que explica el renacer de la industria luego del mencionado crash. Para eso la serie retrocede hasta 1977, cuando se crea el Colossal Cave Adventure, que aunque era solamente texto en la pantalla es considerado el primer videojuego en donde el jugador toma decisiones sobre la propia historia que se cuenta, cambiando con estas el curso de la misma. Y fue precisamente la posibilidad de elegir y asumir el papel de los distintos personajes del juego lo que explica la presencia en la serie de creadores como Yoshitaka Amano, conocido desde 1960 por su trabajo en la serie animada Meteoro (Speed Racer) y autor de la popular saga Final Fantasy, lanzada en 1987.

Foto: Netflix

High Score también reseña la batalla entre Sega y Nintendo por sacar al mercado la mejor y más veloz consola, así como el auge de los juegos deportivos. Muestra también cómo los presupuestos se fueron disparando y cómo desde aquellos adolescentes encerrados en un oscuro garaje se pasó a las reuniones corporativas en rascacielos y a los vuelos entre Japón y EE.UU. en primera clase. Aunque, y en esto insiste High Score, siempre hay un par de adolescentes que crean algo en las sombras de su habitación, como atestiguan el Wolfenstein 3D y el DOOM, creados por los jóvenes John Carmack y John Romero (una de las entrevistas más largas de la serie), responsables de los primeros grandes hits del videojuego en 3D.

Dinámica, bien narrada, llena de datos y personajes interesantes incluso para quienes no son jugadores ni ingenieros, High Score es una miniserie atractiva que explica cómo fue que los aburridos nerds despreciados en el liceo terminaron siendo nuestros dealers de diversión y cómo esa fue su venganza.

Vida Cultural
2020-09-16T18:45:00