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Es un misterio, por eso mismo los gobiernos autoritarios necesitan conocerla y controlarla. Pero lo más curioso del asunto es que el propio cineasta húngaro István Szabó (Budapest, 1938) fue, a partir de 1956, un colaboracionista del régimen comunista de su país, espiando al vecino y redactando informes sobre sus propios colegas, como el director Miklós Jancsó. Una vez que este hecho se hizo público, un periodista húngaro dijo que habría que considerar a “Mefisto” (1981, Oscar a la mejor película extranjera), la gran obra maestra de Szabó, como una empresa autobiográfica, una suerte de mea culpa con intención de redención. En la película, Klaus María Brandauer interpretaba a un prestigioso actor de cine y teatro bajo el régimen nacionalsocialista que, para no perder el éxito y la fama alcanzados, mordía la bala y colaboraba con los nazis. Sobre el final hay un famoso primer plano —entre los grandes de la historia del cine— de Brandauer ante las autoridades con sus uniformes plagados de esvásticas y cruces de hierro, serio, en completo silencio, casi inexpresivo (en ese casi se va todo el talento del actor) y sugiriendo la monstruosa procesión que va por dentro.
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También resulta misteriosa la vida de Emerenc, el personaje del ama de llaves que compone Helen Mirren. En el barrio se la conoce como la mujer que barre la vereda, imagen recurrente de la película. Emerenc no deja traspasar la puerta de su casa a nadie, alimentando así un pasado tan incierto como maldito. Será la escritora Magda (la actriz alemana Martina Gedeck, “La vida de los otros” y “El buen pastor”) quien intente un paulatino acercamiento con la enigmática mujer, en primera instancia proponiéndole que se encargue de la comida y la limpieza de su hogar y luego trabando una intensa amistad que tendrá diversos vaivenes. La unidad de espacio de esta historia es apenas la calle que separa ambas casas en un barrio tranquilo y verde de Budapest a principios de los 60, cuando todavía las repercusiones de la II Guerra Mundial estaban a flor de piel.
Emerenc es una mujer dura, fría en apariencia y frontal en sus opiniones, ideal para Mirren. Ha tenido una vida difícil y ama a los animales mucho más que a los humanos. Magda, en cambio, llega con la sensibilidad y el bagaje cultural de quien intenta comprender al otro, aunque también deje entrever comportamientos egoístas.
Si algo caracteriza a los veteranos directores europeos, y en especial a quienes habitan en el centro del viejo continente, es un interés por la II Guerra Mundial, una herida abierta que no termina de cicatrizar. Varias de las películas de Szabó transitan esta laceración, desde “Confianza” (1979) y “Mefisto” hasta “Sunshine, el amanecer de un siglo” (1999), sin dejar de lado los nacionalismos que anidan en toda sociedad y cultura, ampliamente expuestos en la monumental “Coronel Redl” (1985, otra vez Brandauer en el protagónico y Premio del Jurado en Cannes) y “Encuentro con Venus” (1991), donde las discusiones musicales entre un director de orquesta, una diva del canto y el resto de los músicos eran la excusa para sugerir otros conflictos en la siempre convulsionada Europa.
Tras la puerta, basada en una novela de Magda Szabó (ningún parentesco con el director), no tiene las pretensiones ni el alcance de las mejores películas del cineasta húngaro. Expone el tema con claridad y deja que las dos actrices se encarguen de llevarlo, en un sentido expresivo, lo más lejos posible. Durante los primeros quince minutos al espectador le costará adaptarse a que todos los personajes hablen inglés en Budapest, pero así son las cosas, y en particular las leyes del mercado cinematográfico.
Helen Mirren tiene una trayectoria de las grandes. Desde sus primeras películas como “El mesías salvaje” (Ken Russell, 1972), “Un hombre de suerte” (Lindsay Anderson, 1973) y “Excalibur” (John Boorman, 1980) hasta sus trabajos más conocidos como “El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante” (Peter Greenaway, 1989), “Chicas de calendario” (Nigel Cole, 2003) y “La reina” (Stephen Frears, 2006, Oscar a la mejor actriz), esta versátil londinense mantiene una actitud y un porte que imponen respeto. Una actriz que con un primer plano y apenas una mirada seria te pone en aprietos, como lo demuestra en este papel de ama de llaves. Con su prominente nariz y sonrisa franca, es de las mujeres que nunca necesitaron una belleza descollante para ser atractivas. Sencillamente, hay que tener talento.
Alguien dijo que ningún hombre puede soportar un juicio sin que le endosen al menos una mancha, por más inmaculado que haya sido su comportamiento. A los 76 años, Szabó todavía debe sentir culpa, remordimiento y dolor por acontecimientos que vivió y en los cuales no salió como hubiese deseado. Esta película, como “Mefisto”, también plantea el tema de la entereza del ser humano. Y la conclusión es clara: la entereza es muy difícil de encontrar pero existe; la pureza moral, en cambio, es una entelequia metafísica.
“Tras la puerta” (The Door/Az ajto). Hungría-Alemania, 2012. Dirección: István Szabó. Guión: I. Szabó sobre novela de Magda Szabó. Con Helen Mirren, Martina Gedeck, Károly Eperjes, Gabor Koncz. Duración: 97 minutos.