La vida y la muerte en un CTI de Covid-19, donde el personal y los pacientes “viajan en el mismo avión”

escribe Sergio Israel 

Definitivamente no era una gripe. Hacía unos días había dado positivo y el penúltimo día del año, mientras estaba en su casa con fiebre alta y cada vez más problemas para respirar, comenzó a medir la saturación de oxígeno en sangre. Cuando la pantalla del oxímetro, un aparatito barato que se compra en cualquier farmacia, bajó peligrosamente a 90 pensó que aún no quería morir y que no tenía otra que seguir la indicación perentoria de su hija neumóloga y salir de inmediato para el sanatorio.

Esta nota es exclusiva para suscriptores de BÚSQUEDA y GALERÍA
Elegí tu plan y suscribite

Suscribite

¿Ya sos suscriptor? Iniciá sesión

Probá nuestro servicio, registrate y accedé a una nota gratuita por semana.