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La viruela del mono tiene una muy baja mortalidad y está lejos de parecerse al Covid, según expertos internacionales
En Uruguay se estudiaron 123 muestras; hay cuatro positivos y tres sospechosos; el 86,2% de los casos en las Américas se dio en hombres que tuvieron relaciones homosexuales
Un médico revisa a un paciente con llagas causadas por una infección de viruela del mono mientras otro toma una foto.
Sobre el final de dos horas de disertaciones de especialistas de Uruguay y el exterior, una de las estudiantes sentadas en la penúltima fila de la sala de seminarios del Instituto de Higiene de la Facultad de Medicina de la Udelar hizo una de las preguntas que rebotaba en los casi 50 asistentes: “¿Por qué somos tan reticentes a decir que la viruela del mono es una enfermedad de transmisión sexual?”.
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A través del Zoom, la primera respuesta del virólogo venezolano José Esparza, de la Universidad de Maryland, en Estados Unidos, apuntó más a lo social que a lo científico: “Porque eso añade un estigma al paciente”. Luego repitió conceptos que ya dichos y subrayados a lo largo del evento Viruela del mono, ¿qué sabemos y qué no?, realizado el martes 30: que el uso de preservativos no evita el contagio, que este ya puede darse en el contacto piel con piel, que la vacuna contra la viruela habría ayudado, que no puede calificarse como tal.
Y también quedó claro que, más allá que la intervención de la portuguesa Rita Cordeiro, del Instituto Nacional de Salud Ricardo Jorge de Lisboa, haya terminado con la caricatura del virus del Covid-19 pasándole la posta al monkeypox, la gravedad de una y otra son muy distintas. Al menos por ahora.
Algunos de los números y situaciones divulgados en el evento pueden considerarse positivos, como la muy baja mortalidad en países no endémicos: unos 15 muertos en unos 50.000 casos en más de 100 países. También se habla de una “meseta” en su evolución en Europa y Estados Unidos. Detectar los casos no es complejo. “Es difícil la circulación críptica de afectados porque es una enfermedad muy visible”, dijo el virólogo Santiago Mirazo, uno de los anfitriones.
En el mundo, solo 12% de los casos requirió internación en cuidados moderados más que nada por dolores, señaló la médica Lorena Pardo, otra científica del Instituto.
Otros números, divulgados por otro de los locales, el profesor Miguel Alegretti, iban más al detalle y alimentaba inquietudes como las de la estudiante. Al 26 de agosto, en toda América se registraba el 52% de los casos de viruela símica y el 46% estaba en Europa. El de 2022 es un brote notoriamente masculino, adulto joven y homosexual: en las Américas, donde el 97,4% de los infectados son hombres con un promedio de 34,2 años, en el 86,2% de los casos se trató de varones que tuvieron sexo con otros varones. En Europa este último indicador es aún mayor: 96%.
“La realidad es que hay un sesgo muy importante en los hombres que tienen sexo con hombres. Eso no se ve en los casos en África” donde la enfermedad ya era endémica, dijo a Búsqueda Mirazo. En un muy importante porcentaje también se detectaron coinfecciones con HIV.
123 casos estudiados
El inicio del actual brote de viruela símica o monkeypox (pox en inglés significa pústula, la lesión cutánea característica) se detectó el 6 de mayo en Gran Bretaña, en un hombre que había estado en Nigeria. El 23 de julio, la OMS declaró la “emergencia de salud pública de importancia internacional”.
En ese mismo día y en Uruguay, un hombre que en la víspera había regresado de un viaje por España y Turquía consultó al médico por presentar algunos de los síntomas que ya comenzaban a divulgarse. Tenía fiebre, tos, malestar general y lesiones en la piel de cara y manos. Analizadas sus muestras el 27 de mayo, dio negativo y evolucionó. Lo mismo pasó con su pareja.
En el Ministerio de Salud Pública (MSP) se recibieron desde esa fecha 133 muestras de las que se estudiaron 123, dijo la bioquímica Analía Burgueño, del Departamento de Laboratorios de la cartera. De ellos, hubo en total 40 casos sospechosos y solo cuatro que resultaron positivos. El primero de ellos, se dijo en el evento, fue un hombre que regresó de un viaje a Brasil el 17 de julio, donde tuvo un contacto sexual “de riesgo”. Tres días después comenzó a sentir fiebre y constató lesiones en el cuerpo. El 25 fue a ver al médico, el 27 sometido a análisis, y el 29 se confirmó que el país tenía su primer caso de viruela del mono.
Los cuatro casos en Uruguay son varones adultos jóvenes y ninguno requirió hospitalización. Al 29 de agosto, persistían otros tres casos sospechosos. Desde el MSP, que realiza una “vigilancia activa” de una eventual propagación de la enfermedad, se dijo a Búsqueda que se está “atento” a esta situación pero que “no se considera de gravedad por el momento”.
En todo el mundo, el tratamiento pasa por la higiene de las lesiones, controlar el dolor y la fiebre. A nivel médico, se señala que la vía de contagio más común es por el contacto estrecho con un positivo. Según la OMS, los objetos en el entorno de un infectado (ropa, toallas, objetos electrónicos) también pueden ser transmisores. Una madre puede pasarlo a su hijo a través de la placenta. La mayoría de los síntomas desaparecen en un lapso de entre dos y cuatro semanas.
Pardo destacó que en el 64% de los casos de este brote se ha constatado fiebre, mientras que malestar general y cansancio estuvo en el 74%. Las pústulas aparecen en la zona genital (73%), tronco y miembros (55%), rostro (25%), palma de las manos o pies (10%). Sin embargo, en la mitad de los casos se han detectado menos de cinco de estas lesiones. Las personas inmunosuprimidas, las mujeres embarazadas y los niños (que han sido poco afectados) son más pasibles de complicaciones. Actualmente están a estudio antivirales como el cidofovir, birnicdofovir o tecovirimat, agregó.
Foto: Pedro Zafrón / adhocFOTOS
Alertas desoídas
La viruela símica fue identificada por primera vez en Dinamarca en 1958, en monos en cautiverio. Su primera detección en humanos ocurrió en 1970, un niño de la República Democrática del Congo. Pronto se propagó a 12 países del África central, donde se volvió endémica. “Quizá porque estaba ahí restringido no vimos las alertas”, dijo Mirazo.
Las alertas fueron tres. La primera fue el crecimiento y la expansión de los casos en el continente. La segunda fue la aparición por primera vez de registros en personas fuera de África; esto fue en Texas, en 2003. Esto se atribuyó a unas seis especies de roedores importadas a Estados Unidos. Más allá del nombre, el principal vector animal de contagio a humanos en esta enfermedad son ratas.
Pero la mayor alerta ocurrió luego de un rebrote en Nigeria en 2017, donde tras 39 años se confirmaron 122 casos. Entre 2018 y 2019 se registran positivos en Gran Bretaña, Israel y Singapur, todas personas que habían viajado a ese país.
En su intervención, Esparza recordó que al declararse erradicada la viruela en 1980 por la OMS, se terminaron las respectivas campañas de vacunación. Por caso, en Uruguay se dejó de vacunar contra esa enfermedad (que solo en el siglo XX mató a 500 millones de personas) en 1977, el mismo año en que se detectó el último caso, en Somalia. “La OMS dejó las campañas de vacunación en 1980 pero recomendaba dar dosis de refuerzo cada cinco o 10 años en países donde no era endémica”, indicó. Eso no se hizo. “Se estima que la vacunación hubiera prevenido en un 85% el monkeypox”, agregó.