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    Las cuatro facultades de Ingeniería trabajan juntas para diseñar mecanismos que faciliten la innovación y el emprendimiento

    “Necesitamos ampliar el círculo, contagiar. Aumentar el volumen de ideas y de iniciativas”, dijo el decano de esa carrera en la Universidad de la República, Héctor Cancela

    Muchos estudiantes de Ingeniería siguen pensando en el empleo fijo, pocos se animan a arriesgar y llevar a cabo sus ideas, mientras el espíritu emprendedor en Uruguay continúa siendo incipiente pese a que existen programas para promoverlo. Esta situación es la que ha llevado a que las tres facultades de Ingeniería de Uruguay trabajen juntas para impulsar esta área.

    “Ya hay un comienzo, se hace incubación y preincubación —apoyo para los primeros pasos de los emprendedores—. Además, hay un pequeño capital semilla y la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) tiene sus instrumentos, pero hay que hacer crecer cada componente para que se cree un ciclo virtuoso: que haya más jóvenes que emprendan, más dinero para apoyarlos, más gente arriesgando, más empresas que crecen, que venden afuera y traen más dinero. Es incipiente. Los componentes se han ido ubicando en distintos lugares del sistema pero hay que acelerarlo”, dijo a Búsqueda Héctor Cancela, decano de Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República (Udelar)

    Omar Paganini, vicerrector de Gestión Económica y Desarrollo y ex decano de Facultad de Ingeniería de la Universidad Católica, informó que las cuatro facultades —Universidad ORT, de Montevideo, Católica y Udelar— están trabajando para definir un “proyecto conjunto” que permita “tender redes con el exterior y realizar cambios en los programas de ingeniería para acercar el emprendedurismo y la innovación”. Además, Paganini informó a Búsqueda que en paralelo se trabaja para generar un fondo que permita financiar proyectos estudiantiles. El trabajo conjunto entre las cuatro facultades se debe a que “es más un desafío país que un desafío de cada uno”.

    Contagio.

    La preincubación es una etapa de apoyo para elaborar un proyecto en base a una idea, para definirla y ayudarla a que tome forma. La incubación es un paso más, es el apoyo a los emprendedores que tienen su prototipo y quieren avanzar hasta pasar al producto comercializable.

    “No es todo tan simple, hay que tener conocimiento previo del mercado, la tecnología, reunir a la gente adecuada. Es difícil y no se trata de algo que nace tan fácilmente en un garage, requiere disciplina y se aprende igual que aprendes a estudiar matemática o biología”, dijo a Búsqueda Tina Seelig, directora ejecutiva del Programa Technology Ventures de la Universidad de Stanford, un centro educativo y de investigación en emprendimiento.

    “Hay que fortalecer mucho todavía a la etapa de preincubación, de la idea al emprendimiento, ahí hay una etapa que no está del todo cubierta”, opinó Cancela. “Queremos hacer crecer la cantidad de lugares en donde se incuba y se preincuba pero tenemos todos el miedo de que no haya suficientes emprendimientos que se acerquen. Es el huevo o la gallina. La dificultad es que hay que crecer en todas las etapas”, agregó el decano de la Udelar.

    El 17 de marzo la ANII firmó con la Universidad de Stanford una alianza para fortalecer el área de “innovación y emprendedurismo”. Esta institución realizará consultorías, charlas y talleres con el objetivo de capacitar a docentes universitarios en el tema.

    “La idea es atacar una de las patas más flojas”, que es la brecha entre la formación profesional, el trabajo y el emprendimiento, la formación del emprendedor, opinó Paganini.

    “Esta es una pieza más. El acuerdo le da más visibilidad a este tipo de trabajo que queremos promover. Puede ser un disparador o motivador para mucha gente en el ámbito académico para comenzar otra nueva etapa. Ya hay mucha gente trabajando en esto pero no es suficiente, queremos contagiar a muchos más. Necesitamos ampliar el círculo, contagiar. Aumentar el volumen de ideas y de iniciativas”, dijo Cancela. Viajarán docentes de las Facultades de Ingeniería para recibir capacitación en la Universidad de Stanford con la idea de incorporar en sus clases conceptos de innovación y emprendimiento. Para que ellos desde su lugar “incorporen, transmitan y cambien” lo que se hace en Uruguay, comentó el decano de la universidad pública.

    Se trata de “profesionalizar” el sistema para que la “fábrica de ideas” funcione mejor, según Paganini.

    Invertir.

    “Acercar más a las empresas” para que financien incubación y propongan ideas para proyectos es una de las necesidades que ve Paganini en el mercado uruguayo.

    Según Cancela “es necesario” contar con más fondos de capital de riesgo dispuestos a invertir en estos proyectos. Esta carencia está “atada al hecho de que hay poca gente emprendiendo, pocas iniciativas”.

    “Para atraer capital de riesgo es necesario que haya una cantidad importante de proyectos, juegan en los grandes números, esa es la dificultad”, explicó. Además, este tipo de inversores en el mundo invierten en áreas geográficas delimitadas, la mayoría de los fondos estadounidenses en Estados Unidos, los de Israel en Israel, porque además del dinero le brindan al emprendedor su red de contactos para que la empresa pueda tener éxito y ambos beneficiarse de la relación. Por eso estos inversores ayudan a quienes “conocen”, agregó Cancela.

    Silicon Valley, en Estados Unidos, es un modelo en el que hay una aceptación de la incertidumbre de tomar grandes riesgos y de experimentar.

    “En Silicon Valley muchos de los grandes empresarios que alguna vez fueron emprendedores con sus pequeñas startups ahora están dispuestos a invertir en nuevas startups y a asumir ese riesgo para aprobar a la siguiente generación”, comentó Seelig. En el caso de Stanford las paredes entre la universidad y Silicon Valley, a las afueras de San Francisco, en Estados Unidos, son “muy permeables”. Es una “gran idea” que las universidades estén integradas al mercado.

    “El cuello de botella del sistema hoy no es solo la falta de ganas de emprender sino que Uruguay está lejos, es chico” y los problemas que “se pueden resolver” y hacer que los emprendedores ganen dinero con la solución “no son fáciles de resolver” y “es difícil tener cerca un cliente interesante”, opinó Paganini. “Terminás vendiendo servicios de programación y consultoría, lo estamos haciendo bien, pero queremos generar y exportar productos”.