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A pesar de la invasión de la tecnología digital, de Internet y de la presencia de un engendro literario virtual tan extraño como el Kindle, en el que los libros son páginas de una pantalla, que hasta hacen ruidito de hoja de papel al pasar de una a otra, los libros de la generación Gutenberg viven y luchan.
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Tal vez ha decaído en algo el nivel de la demanda cultural, pero todo es relativo. Uno pasa por las librerías, y junto a Milan Kundera, Yuval Harari y Kazuo Ishiguro está el ejemplar con las frases más famosas del contador Damiani, o el que contiene el árbol genealógico de la familia Forlán. No me animo a recurrir al símil tanguero de la biblia y el calefón, pero casi. La maravillosa variedad humana nos regala todos esos contrastes.
Hablando de los regalos, tan repetidos en estas fiestas, les anuncio algunos ejemplares prontos a aparecer, que están en los últimos días de imprenta.
Uno de ellos es Pepe Circunloquios, de Constanza Moreira y el Boca Andrade, en el que se recogen las últimas (hasta ahora) versiones contradictorias expresadas por el popular y reputado filósofo de Cerro Norte, tras sus recientes apariciones públicas (escritas y orales) sobre temas de actualidad.
En uno de sus párrafos, los autores dicen que “es imposible a esta altura calificar el alcance de las contradicciones que surgen de los dichos del querido Pepe, ya que no pueden ser tomadas como matices de apreciación. No señor. Son reverendas estupideces, como dijo alguna vez Tabaré, pero ya uno no sabe si calentarse y putearlo, o ir a abrazarlo y decirle cuánto lo quiere, y cuánto valora su lucha por la estúpida agenda de derechos, el famoso pero inútil feminismo, los cursos de politología, los títulos, que no son los de Raulito, son otros bien ganados en universidades en serio. Y si uno es un joven que no estuvo detenido ni un ratito, ¿es por eso menos gente que él, que estuvo guardado en un aljibe no sabemos cuántos años, y no le sirvió de nada para alcanzar un mínimo nivel de coherencia?” —dice la obra en cuestión.
Y en otro pasaje, insistiendo sobre el mismo tema de Constanza Moreira, los autores citan textualmente las declaraciones de Mujica en el reportaje del semanario Voces, cuando dice “¿qué te parece una catedrática de politología? Más burra que eso para hacer política, difícil de encontrar. Y la Universidad queda como el culo. Nunca entendió nada. No sé qué mierda aprendió. Es politóloga, pero de política, nada”. Dicen entonces los autores de Pepe Circunloquios que “no es creíble que quien afirme con tanta contundencia estas características de la Dra. Moreira, tres días después diga textualmente” (y transcriben las declaraciones de Mujica a M24) “Ofendí a compañeras brillantes. A Constanza Moreira, una intelectual brillante de la politología, a la que vaya sea de paso le abrí las puertas para que ingresara a la actividad política y al Senado. Porque la considero muy valiosa e inteligente”. “No puede ser” —dice a continuación este ensayo de ciencia política y diplomacia— “que este personaje, por más como te digo una cosa te digo la otra, injurie primero y elogie después, apenas con 72 horas de diferencia, a la misma persona. Como si hubiera tenido una revelación de que Satanás era en realidad San Francisco de Asís, o que el Memo López era en realidad el Maestro Tabárez” —prosigue el texto. No se lo pierdan. Lindo regalo para los Reyes Magos.
Y también está en prensa otro libro con soporte audiovisual, un CD para poner en la computadora mientras se lee el texto.
Se trata del ensayo sobre acción y reacción política intitulado “Daniel, ¿el Travieso o el Incompetente?”, por María Julia Muñoz. Y versa sobre la campaña política del candidato del FA a la presidencia, Ing. Daniel Martínez.
En la obra se recogen las declaraciones que la autora le hizo a la periodista Ana Jerozolinski, del Semanario Hebreo, en un reportaje que recogió Búsqueda. En el mismo dice textualmente, “creo que quiso estar solo, se aisló mucho, y no es bueno en la polémica (…) falló en la campaña. Salió muy tarde, no recorrió pueblos chicos, dejó gusto a poco”. La autora dice luego que este reportaje apenas si recoge su pensamiento sobre el frustrado candidato progresista. En otro pasaje dice que “no me estoy refiriendo en detalle a su encuentro con Zabalza, cuando le mostró el paisaje que veía desde su casa, y cuando este nabo le dice ‘sí, qué hermoso’, Zabalza le dice que lo que se ven son los pilotes de la regasificadora, y le recuerda que allí están enterrados 150 palos verdes. Hay que ser muy choripán para pisar esa cáscara de banana, pero, como dice el filósofo Alberto Kesman, ‘es lo que hay, valor’. Se durmió en los debates con el Lacallito, que le dio terrible paliza, y todavía, después de perder las elecciones, no lo reconoció y se mandó aquel show de Tarzán pegándose en el pecho, saltando para acá y para allá, como si hubiera ganado. Vergüenza ajena. Y les recomiendo que mientras leen este texto” —prosigue la obra— “vean el CD adjunto, que tiene la filmación de Daniel gritando en la tribuna que iba a ganar, con música de tamboriles de fondo, que somos mi comparsa y yo, grabada en las últimas llamadas. Si aguantan hasta el final, hay escenas del desfile de Carnaval en las que salgo yo tocando el tamboril. Es que si no le agregábamos algo de alegría, todo este ensayo sería para llorar a gritos. Y no digan que no estamos haciendo la terapia de la autocrítica”.