El archivo conserva, actualmente, unos 22.000 títulos. De ese total, más de 17.000 son en soporte fílmico, películas en celuloide, acetato y nitrato. Todas estas cintas están catalogadas en cuatro bóvedas refrigeradas. El sistema de aire acondicionado cuenta con control de humedad. Cada bóveda está equipada con alarma antirrobo y al menos tres extintores. Las películas llegan principalmente por donaciones de coleccionistas, de familiares de coleccionistas, a través de la propia Cinemateca, que adquiere material, o por medio de productoras o realizadores. Cinemateca ofrece sus bóvedas sin costo.
Hay cuatro. Las primeras dos bóvedas, A y B, ambas de 64,5 metros cuadrados, fueron construidas en 1980, específicamente para esa función, antes de la mudanza. Están refrigeradas a 7 grados, que es la temperatura que requieren las películas en acetatos de celulosa y poliéster para evitar, entre otros daños, el llamado “síndrome del vinagre”, un proceso de deterioro que huele asquerosamente, que se contagia a través del aire y que es —asquerosamente— irreversible.
En la bóveda A se hallan más de 14.000 películas a color. Las películas de acetato de celulosa fueron desarrolladas en la década de 1930 como sustituto de las cintas de nitrato, el estándar de entonces, que era inflamable. Quienes vieron Cinema Paradiso tienen una imagen clara de los peligros del nitrato. El acetato permitió el ingreso del cine al formato doméstico, el posterior surgimiento de las filmaciones caseras y demás. Y las filmaciones caseras son el pan del archivo de Cinemateca.
En la bóveda B se concentran obras en blanco y negro, hay más de 17.000 títulos. En su mayoría, acetatos. En la bóveda C, de 31,2 metros cuadrados, hay más de 2.000 películas en color, en soporte poliéster. Fue construida en 2003 con fondos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
La bóveda N, donde se encuentran las películas en nitrato, cuenta con dos válvulas para control de explosiones. Es un edificio más pequeño, de 9,4 metros cuadrados, ubicado detrás de las otras bóvedas. En el mismo patio, muy cerca, dos ovejas, una de ellas negra, recortan el pasto a mordiscos. La bóveda N también está aislada térmicamente, y tiene casi 2.000 obras en nitrato. La temperatura es de 14 grados, no se necesita ni más ni menos que eso.
Las bóvedas A, B y N fueron construidas en la década de 1980 con fondos de Cinemateca, según exigencias técnicas de la Federación Internacional de Archivos Fílmicos (FIAF).
En la casa, en una superficie de 102 metros cuadrados, se hallan las oficinas y el laboratorio, hay rollos de películas, latas, casetes VHS, miles de mini DV y DVD. Búsqueda pudo constatar la acumulación de las latas con rollos de película que, a la espera del visionado, se apilaban en un espacio sin la climatización ni la ventilación adecuadas.
Fuera de las bóvedas, en la oficina, hay ficciones, documentales, informativos y una cantidad surrealista de grabaciones caseras, películas familiares, documentos que registran épocas y costumbres uruguayas.
Almas de la costa, la primera película uruguaya, Dos destinos, primer largometraje en color realizado en Uruguay e Inauguración del Estadio Centenario, son filmes en nitrato. “Los filmes en nitrato no se proyectan, pero se puede realizar un trabajo de telecinado, que fue lo que se hizo con Almas de la costa”, explica Pérez.
El telecinado es un procedimiento por medio del cual las imágenes registradas mediante procesos fotoquímicos son convertidas a video. Almas de la costa fue exhibido recientemente por Cinemateca gracias a este proceso, que se realizó en México, debido a que en Uruguay no existen máquinas de telecinado. “Ese es el fin de los archivos, no solo conservar las películas, también se trata de ponerlas a disposición, que la gente las pueda ver”, dice Pérez.
El asunto es qué conservar. Cuánto conservar. La cantidad de material del archivo de Cinemateca es asombrosa. Porque además de los nitratos y los acetatos hay obras en U Matic, Beta y VHS. Incluso hay cintas de audio. Y sí, están todos los infaltables del cine uruguayo, originales, aunque hasta La casa muda (2010). Después no hay nada más. Nadie se acercó a dejar material. Según explican en Cinemateca, los realizadores no tienen obligación de hacerlo. Y falta un título más, anterior a La casa muda, que es Yo, la más tremendo (1995), primer documental de Aldo Garay. El original lo tenía el director, que lo cedió en calidad de préstamo al Bafici (Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente), donde se realizó una muestra sobre su obra, y no regresó.
La cantidad de títulos de la cinematografía internacional es mayúsculamente diversa. Incluye fragmentos de filmes de los hermanos Lumière, inventores del cinematógrafo, rollos de películas de familias uruguayas de las décadas de los 40 y 50, latas con producciones que llevan títulos como Aventuras equilibristas, Ositos en canoa o Mono cowboy, casetes VHS que anuncian Pantanal, las aguas de la vida, y algo titulado Ötvenéves a Párt, que posiblemente sea un documental de origen húngaro.
Consultorías.
En este cuadro contextual, entre 2010 y 2013, el Instituto del Cine y Audiovisual del Uruguay (ICAU) buscó constatar las condiciones de conservación de material fílmico nacional. Se realizaron cuatro consultorías que se enfocaron a conocer la situación de los archivos cinematográficos del país. Gracias a estas consultorías, cuyos resultados están disponibles en la web del ICAU (icau.mec.gub.uy), se puede saber cuáles son las producciones uruguayas conservadas y en qué estado. El informe de la cuarta evaluación técnica, realizada en 2013, sin embargo, no está disponible todavía. Según fuentes del ICAU, esto se debe a su carácter preliminar.
Todos los trabajos de consultoría se encuentran dentro de los planes de Compromiso Audiovisual 2015-2020, integrado por Cinemateca, el Archivo Nacional de la Imagen del Sodre, Archivo Dina Pintos de la Ucudal y el Archivo General de la Universidad.
El cuarto informe realizado por un equipo de la Red de Estudios de Conservación de Cine (RECC), al que tuvo acceso Búsqueda, reporta, entre consideraciones generales, que la institución cuenta con recursos reducidos para el trabajo de archivo, además de mencionar que el edificio adolece de falta de espacio de almacenamiento.
Aunque la situación de los depósitos para los materiales de acetato y poliéster no resultó apremiante, se detectaron factores de riesgo como cintas afectadas por la degradación acética que produce el “síndrome del vinagre”, contaminadas con hongos, películas almacenadas sin su envase correspondiente, cintas en latas oxidadas o con polvo.
El equipo también sostiene que la colección de nitratos existente en el archivo de Cinemateca Uruguaya constituye un riesgo inminente. Tratándose de la colección que contiene gran parte de los originales de las producciones fílmicas uruguayas realizadas hasta 1950, garantizar su conservación es una preocupación que concierne fuertemente a la gestión del patrimonio cultural del país. Según los investigadores, en paralelo con la política global que el ICAU está llevando adelante, sería recomendable plantear una estrategia de cogestión.
“No se trata de camisetear ‘yo estoy a favor de Cinemateca’, sino de buscar un modelo de gestión, cuál es el más adecuado según las metas y las competencias de la institución”, comenta una fuente especializada consultada por Búsqueda y que prefirió no identificarse. “De eso, precisamente, no se habla, de la posibilidad de un modelo de gestión público-privada, de partidas de presupuesto fijas, no parches que atiendan problemas del momento y que no permiten ordenar, invertir y pensar hacia adelante”.
Conservar material fílmico va más allá de garantizar la perdurabilidad. Implica una correcta documentación asociada que permita identificar el material. Y este, según el informe preliminar, es uno de los problemas a solucionar en el archivo de Cinemateca. Se recomienda chequear las etiquetas de los estantes, asegurarse de que no existan incongruencias entre los listados y lo que realmente existe. Y, lo más importante: que el archivo se deshaga de todo aquello que no planea conservar. De este modo se pueden optimizar el espacio y los recursos humanos, la inversión de tiempo y dinero, que ha permitido conservar miles de títulos sin tener en cuenta, tal vez, que no se puede conservar todo.
Vida Cultural
2015-08-20T00:00:00
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