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    Lobo solitario

    “Drive”, del danés Nicolas Winding Refn

    El personaje de Ryan Gosling no tiene nombre en Drive, película con notorias influencias del viejo film noir pero principalmente del cine que hacía el francés Jean-Pierre Melville (“El samurai”), quien también inspiró a Anton Corbijn para “El ocaso de un asesino”, con George Clooney. Así que Gosling, con nombre o sin él, está en buenas manos porque el director es el danés Nicolas Winding Refn, cuyo refinamiento europeo está lejos del cine adocenado del Hollywood de hoy, dedicado a los efectos especiales, a los relampagueos visuales y a los argumentos huecos. Nada de eso hay en Drive, que se maneja dentro de los lineamientos de un mundo de delincuencia pero más en la onda del David Cronenberg de “Historia violenta” (2005) y “Promesas del este” (2007), es decir, violencia bien dosificada, acorde al planteo de su asunto y de sus personajes, y no gratuita sino contextualizada.

    Ya se han citado varios títulos excelentes, lo que pone a este filme en un sitial bastante más alto que los productos de acción acostumbrados. Pero ¿es acaso una película de acción? A juzgar por el comienzo, parecería que sí. Gosling, que es conocido simplemente como “The Driver” (el conductor), tiene varios trabajos: en un taller mecánico, como doble de acción en películas de clase B y como conductor asistente de ladrones a quienes ayuda a escapar de la Policía. No usa revólver y no se mezcla en los robos: “Sólo conduzco”, dice. Y lo hace muy bien, tanto que la escena de apertura es una de las mejores secuencias de persecución vistas últimamente. El conductor utiliza sus habilidades de experto en el volante para eludir autos policiales y helicópteros a través de una nocturna y concurrida Los Angeles. Gana buen dinero y no tiene escrúpulos morales. Vive solo, habla poco, le gustan los autos y tiene un único sueño: conducir un automóvil de carrera para sentir una emoción de verdad.

    Sin embargo, se descubre que es capaz de experimentar otro tipo de emociones. Su vecina es la bonita Irene (Carey Mulligan), madre de Benicio (Kaden Leos), con quienes se relaciona afectivamente antes de que las cosas se compliquen. El esposo de Irene (Oscar Isaac) está preso, sale en libertad, debe dinero a unos mafiosos y tiene que realizar un “trabajo” para pagar sus deudas. Lógicamente, su conductor será el vecino sin nombre, interesado en que Irene no sufra las consecuencias de ese marido irresponsable. Pero algo saldrá mal y el conductor deberá tomar cartas en el asunto para proteger a los seres que quiere. Y sus enemigos no son ningunos mafiosos desconocidos ante quienes ya se sabe que no se puede actuar con mano blanda. La ferocidad que sale a relucir, entonces (con toques muy a lo Tarantino), es lo que hace que Drive sea una película violenta, porque sus personajes se mueven en ese submundo de traficantes de droga, dinero sucio y almas negras.

    La primera virtud del filme es centrarse en sus personajes, hacer que el espectador se interese por ellos y entre en esa lógica interna de delitos, traiciones, ejecuciones sangrientas y venganzas derivadas. Todo se mueve según los códigos vigentes entre gente que mata por dinero y muere por dinero. En la mejor tradición del film noir, no aparece ningún policía en ese ajuste de cuentas. Hay, en cambio, lealtades y lazos fraternos entre el conductor y su patrón (Bryan Cranston) y dobleces de conducta y diversos grados de brutalidad en los villanos de turno (Albert Brooks, Ron Perlman), con un toque de incertidumbre en la conducta del conductor, pues no es ningún matón experto con el revólver (que no usa) y su condición de lobo solitario puede verse afectada y hasta debilitada por ese sentimiento amoroso que le ha despertado Irene, quien ha abierto un flanco en esa coraza lacónica e independiente que era su máxima fortaleza.

    Esta situación suma otra virtud a Drive, porque Gosling (que está excelente, como es habitual) no encarna el papel de héroe de acción con aureola de ganador sino de un hombre común enfrentado a situaciones extremas que tal vez no pueda controlar. Eso le da un entorno más humano al personaje, a la vez que lo hace más creíble dentro de una historia que apela a toques realistas en su tema pero a una elaborada estilización en su forma, con encuadres e imágenes puramente cinematográficos, sin necesidad de efectos especiales ni trucos que distraigan la atención. Y todo se resuelve de acuerdo a un plan que su director ejecuta con mano segura, acorde a una noble tradición que como buen cinéfilo ha sabido disfrutar y asimilar.

    “Drive”. EEUU, 2011. Dirigida por Nicolas Winding Refn. Escrita por Hossein Amini sobre libro de James Sallis. Duración: 100 minutos.

    J.E.C.

    Vida Cultural
    2012-05-24T00:00:00