—¿Cómo ha visto el transcurso de la campaña electoral?
—Está entrando en lo que denominaría el planteamiento real. En las últimas semanas el Frente Amplio ha logrado posicionarse muy fuertemente. Hoy tiene la iniciativa en términos temáticos y propositivos. Hay una recuperación del impulso. Eso es muy percibido en la militancia frenteamplista. A la vez, enfrentamos una campaña esencialmente de comunicación. El esfuerzo es por hablar del país que tenemos que seguir construyendo, contra una estrategia de comunicación con mucho humo, poca sustancia y poco contenido. El Frente Amplio entró en una nueva fase, en donde se pasa a priorizar la propuesta.
—Cuando el Frente Amplio registró una caída en las encuestas, Lucía Topolansky habló del “susto del borracho”. ¿Ayudó a prender los motores esa caída?
—Tengo amigos con los que he militado toda la vida que dicen que tienen más perdidas que ganadas. Cada vez que te convocan, cuando parece que la cosa está más trabada y difícil, ese es mucho mejor escenario que ese otro donde parece que las cosas no requieren de nuestra participación, involucramiento o compromiso. Es un partido con un intenso y permanente debate sobre los más variados temas, pero cuando se materializa en una posición y actitud común, eso es lo que hace que las campañas se vuelvan verdaderas patriadas y puebladas.
—Es innegable que se registró un bajón en la intención de voto, según lo marcan las encuestas. ¿A qué lo atribuye, cuando desde el Frente Amplio se exponen mejoras en los diferentes índices económicos y sociales? ¿Por qué la ciudadanía no mantiene su voto en el partido de gobierno cuando sus dirigentes insisten en que nunca se han logrado tantas conquistas?
—La campaña en sus etapas iniciales priorizó una estrategia que tenía que ser complementada. No hay que limitarse a hacer un listado de los logros y avances, aunque es necesario. Tampoco un listado de las propuestas nuevas. Las propuestas no son un simple relato y enunciado de medidas, sino el planteamiento de en qué consiste el rumbo estratégico que hace que este proceso de transformación continúe, se fortalezca y proyecte hacia el futuro. Éramos un país —no hace mucho tiempo— que discutía sobre la viabilidad como nación. Ojalá hubiésemos estado en esta situación en 2004, ¡ojalá! Los nuevos desafíos son problemas que mutan porque cambian las prioridades. Hoy se puede hablar del futuro en clave optimista, de ir a más. Sería fantástico que en esta campaña pudiéramos dominar la escena con el debate estratégico y no el debate sobre actitudes, imágenes, posicionamientos, o efectos. No puede ser que terminemos adjudicándoles un valor más importante a los contenidos efectistas en la campaña que a la discusión sustantiva. No hay nada más culto que la política y cuando la política pierde nivel, el país perdió cultura.
—¿Atribuye el crecimiento electoral del blanco Luis Lacalle Pou a una campaña de marketing con señales efectistas y “humo”?
—Los guarismos de adhesión que adquieren los candidatos de la oposición, sobre todo los más conservadores, no me sorprenden. Hay una parte de la población uruguaya a la que ese posicionamiento y ese mensaje les llega porque son sensibles y permeables a eso. El problema es el conjunto de la sociedad uruguaya, que necesita otros elementos además de los mensajes comunicacionales. ¡Ojo, que no los menosprecio! De ninguna manera hay que menospreciar, son parte de toda campaña. Pero no puede ser solo eso. Si domina un escenario de ese tipo es malo. La política es una actividad permanente, pero las campañas son momentos muy especiales donde la intensificación del debate tiene que pasar por las propuestas y rumbos.
—¿Considera que lo hecho por los gobiernos frenteamplistas llevó a ajustes en los programas de blancos y colorados, por ejemplo en el tema de las relaciones laborales?
—La negociación colectiva funcionó de forma intensa entre 1985 y 1990. Luego se extinguió y con el Frente se retomó, adquiriendo una nueva realidad. ¿Eso quiere decir que es algo que ya no se va a poder tocar? ¡No, no, no! Creo que hay muchas cosas en juego. Hay muchas cosas que si el Frente Amplio no gana van a estar en revisión. ¿Cuántas son? Tengo la impresión de que hoy hablamos de un número más acotado de las que verdaderamente van a estar en tela de juicio. Esa idea que manejan de que “algunas cosas las van a mejorar”, va a mutar. Espero que esto no ocurra. Pero esa idea de “hacer las cosas un poco mejor” cambiará rápidamente hacia un cuestionamiento mucho más integral, mucho más ideológico. Lo que está en expresión es el rechazo a algunos de estos avances desde una parte del pensamiento político de este país. Es muy difícil hacer un listado. Pero está claro el posicionamiento. Nos ayuda mucho a encontrar una diferencia. No son diferencias de matices, son diferencias de enfoque.
—¿Usted dice que esto se oculta desde la oposición?
—En una campaña ocurren muchas cosas. Operaciones en las cuales se develan realidades y otras que se encubren. Pero es muy propio de las campañas. Pensando en la campaña como una operación estrictamente de captación de votos, uno siempre querría que los temas donde uno se siente sólido dominen la escena y que los temas en los cuales hay debilidades tengan menos importancia. Ese es un deseo de todos.
—Desde el Frente Amplio se ha tratado de comparar a Lacalle Pou con su padre, pero en el equipo del actual candidato no hay nadie que haya ocupado cargos en el gobierno de Lacalle Herrera...
—Hablamos de pensamientos y no de personas. Cuando se les invita a opinar sobre la negociación colectiva, empiezan los matices. Cuando empiezan las opiniones acerca de los temas fiscales, aparece siempre el predominio de la austeridad, la estabilidad en sentido monetario. Es una versión mucho más avanzada de los años 90, pero muy pobre desde el punto de vista de lo que ha sido un rasgo distintivo de estos diez años del gobierno del Frente Amplio. Ese es que la política económica pasó a estar ubicada en el centro. Desde una perspectiva totalmente reduccionista de la economía, es muy difícil construir para el Uruguay de hoy un aporte al desarrollo público.
—El candidato oficialista Tabaré Vázquez anunció que Danilo Astori será su ministro de Economía si gana las elecciones. ¿El Frente Líber Seregni es la garantía dentro del Frente Amplio para continuar la actual política económica?
—La presencia de Astori como ministro de Economía es una seña de identidad de la orientación y el talante de la política económica. Pero no hay que olvidarse que la orientación que han tenido todos los ministros de Economía de los gobiernos del Frente Amplio se apoyó sobre un elenco y un equipo formidable de profesionales comprometidos. Al principio eran muy anónimos, pero hoy hablás de (Andrés) Masoller, (Martín) Balcorba, (Jorge) Polgar, (Michael) Borchardt (Daniel) Ferreri, y puedo seguir la lista, y muchos saben quiénes son. Ya no son anónimos.
—Azucena Arbeleche ya no entra en esa lista...
—Arbeleche decidió confrontar políticamente con todo nuestro equipo. Ha decidido confrontar con todo el equipo que ha desarrollado la política del Ministerio. Está en todo su derecho.
—¿Sigue como jefe de campaña del FLS?
—Puse a disposición esa responsabilidad con la que me habían honrado, y en las conversaciones que he tenido no parece haber mucho ambiente para que no continúe.
—Cuando se conoció la noticia de que iba a encabezar una lista, lo criticaron porque usted es uno de los protagonistas del “caso Pluna”. ¿Cómo puede repercutir eso en la campaña?
—Parto de la base de que la política es una actividad colectiva y una actividad que también involucra individualmente a la persona. He sido parte de un colectivo y he participado personalmente en un conjunto de temas, algunos que han sido verdaderamente éxitos, o relativamente éxitos, y otros que han sido fracasos. Obviamente, me imagino que el sinsabor que yo tengo porque las cosas no salieron bien puede ser similar al que tengan otros por ese tema.
—¿Fue un elemento que analizó al decidir entrar en la campaña?
—Cuando tomé la decisión de encabezar la lista 99738 en Montevideo, decidí comprometerme más de lo que estaba comprometiéndome, someterme a la consideración de los ciudadanos, exponerme y hacer lo que hice toda la vida, y que está detrás de esta decisión y de otras: tomar riesgos. El país de las transformaciones y los cambios, sobre los que hoy estamos discutiendo, se construyó sobre la base de riesgos. Y tomar riesgos significa poner el pellejo, el cuero y lo que uno es como persona detrás de eso. Esta decisión de aumentar mi participación en esta campaña como candidato es algo que me debía a mí mismo como ser político.
—¿El “caso Pluna” no va a tener costos políticos?
—Soy una persona que ha participado tanto en política y que tengo tanto aprecio por los buenos resultados que, si creyera que mi participación no es un aporte a la campaña y al triunfo del Frente Amplio, difícilmente lo haría.
—¿Se ve en un rol ejecutivo o en el Parlamento en un eventual tercer gobierno del Frente Amplio?
—Hoy no estamos discutiendo sobre lo que cada uno podría hacer en el futuro. El 26 de octubre, en función de los resultados electorales, se discutirá dónde trabajará cada uno.
—Vázquez opinó que no era bueno discutir modificaciones al delito de “abuso de funciones” dentro del Código Penal que está a consideración del Parlamento. ¿Qué posición tiene al respecto?
—No me parece ético que, no habiéndome expresado sobre este tema antes, lo haga ahora. No soy especialista. Lo que está muy claro es que estamos ante una figura delictiva claramente de corte fascista y que fue creada con propósitos que no son los de proteger a la sociedad de los abusos del poder. Esta claro, también, que hay un amplio acuerdo doctrinario respecto a que esta figura delictiva debería ser borrada.
—¿Se arrepiente de algo?
—¡Si no hice nada malo!
—De haber confiado, quizás durante la búsqueda de una salida para la empresa Pluna…
—¿En quién? Hubo un intento de resolver un problema. El error más grande de todo esto es que quisimos pasar por el agujero de una aguja un cordel demasiado grande. Quisimos resolver todo de un saque, en una sola jugada. Eso salió muy mal porque estaba mal hecho. Eso fue lo que pasó. Quisimos crear una empresa aérea en una subasta, ¿de acuerdo? Es una barbaridad, qué querés que te diga. Solo la inexperiencia y el desconocimiento te puede llevar a hacer eso. Todo esto lo dije en el Parlamento. Acá se habla mucho de autocrítica, pero ser autocrítico como yo en esto... no creo que encuentren un político en Uruguay que haya hecho tanta autocrítica como yo.
—Usted no apeló el fallo de la Justicia.
—Quise dar una señal de respeto a la Justicia. Si ya había dicho en mi defensa todo lo que podía hacer para defenderme, ¿qué más iba a reclamar? No tiene sentido. Entienden que hay algo que está mal, yo entiendo que no, pero ¡qué voy a hacer!
—¿El “caso Pluna” continúa?
—No tengo ninguna información. Sigue por los carriles normales.
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2014-09-11T00:00:00
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