Son casi las nueve de la mañana del martes 15 y no debe haber nadie en la ciudad de Rivera que no sepa que hoy será uno de esos días de calor sofocante, pesado, aplastador.
Son casi las nueve de la mañana del martes 15 y no debe haber nadie en la ciudad de Rivera que no sepa que hoy será uno de esos días de calor sofocante, pesado, aplastador.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEl ministro del Interior, Luis Alberto Heber, sentado en el restorán del hotel con su chofer como única compañía le da los últimos sorbos al café. En otra de las mesas está el senador Sebastián da Silva junto a dos de sus colaboradores apurando el desayuno. Da Silva está casi pronto para hacer carretera hasta Minas de Corrales. A Heber le toca una recorrida de medios junto al senador Carlos Camy que incluirá programas matinales de televisión y radio de la ciudad fronteriza. Ambos predicarán en el Uruguay profundo sobre las bondades de la Ley de Urgente Consideración (LUC) y la necesidad de ganar el referéndum del 27 de marzo para que la normativa se mantenga en pie. Lo mismo hará el senador Jorge Gandini, que tiene ronda de medios y conferencia de prensa sobre el mediodía.
El senador Sergio Botana también tiene un itinerario marcado en Rivera, pero de repente se le trastocaron un poco los planes. El coche en el que iba rumbo a Vichadero despistó aparatosamente de la pedregosa Ruta 27 y terminó en una banquina, hundido entre los pastizales. “Volcó Botana”, anuncia Da Silva mirando su celular mientras termina un cigarro en la puerta del hotel. Da Silva se sube a su camioneta y antes de arrancar marca un número de teléfono. Del otro lado de la línea, la voz clara y firme de Botana: “No hay nada que celebrar, estoy bien”, bromea el senador recién accidentado. “Mejor, pensé que iba a tener que improvisar un discurso”, devuelve Da Silva. Risas. Abrazos a la distancia. Da Silva pone marcha hasta Minas de Corrales. Ahí será uno de los principales oradores en un pequeño –muy pequeño– acto en la plaza Artigas. Botana, con alguna lastimadura en la cara que le dejó el impacto del airbag del auto, y quizás todavía sacudido por el shock del siniestro, seguirá igual hasta la plaza Aparicio Saravia de Vichadero para hablarles a los vecinos del lugar. El sol empieza a picar en Rivera.
La Ruta 29, rodeada por un paisaje bien verde de montes, mesetas y cerros chatos en la zona de Cañapirú, es también un peligroso camino de tierra, toscas sueltas y curvas sinuosas capaces de despistar vehículos. Da Silva, autoproclamado “senador del campo”, la recorre con pericia al tiempo que cuenta entusiasmado la estrategia de los blancos en estas recorridas intensas por los 19 departamentos del país. Ministros, senadores, diputados, intendentes y otros jerarcas blancos del gobierno visitarán 322 lugares en menos de un mes. El senador dice que están desandando el camino que ya hicieron junto al presidente de la República, Luis Lacalle Pou, cuando este era un candidato en campaña pidiendo el voto para ganar las elecciones. En esas giras, asegura, se gestó la LUC.
El candidato y sus dirigentes recogían las inquietudes de los vecinos y luego las volcaban a un grupo de WhatsApp coordinado por el actual ministro de Educación y Cultura, Pablo da Silveira. Ahora la idea es pasar por los mismos sitios a defender lo que quedó plasmado en una ley de 475 artículos que tiene a 135 de ellos bajo cuestión de la oposición. Los blancos dirán en cada uno de los pueblos que el referéndum del 27 de marzo tiene más que ver con un trancazo, un palo en la rueda al gobierno, que con los artículos que se pretende derogar. Por eso esto se parece a una gira electoral pero sin figuras preponderantes. Nadie sobresale. Todos están alineados al servicio del gobierno y muy especialmente convencidos de la defensa de un presidente al que no le escatiman elogios. Lacalle Pou es la figura ausente pero a la vez muy presente en cada acto. Se apela al presidente popular para defender una ley que la población no conoce al detalle. A Da Silva se le iluminan los ojos cuando lo explica como si fuera un partido de rugby. Un juego territorial donde unos rompen líneas, el trabajo pesado para generarles el paso a los que llevan la pelota hacia el in-goal. Da Silva se ve a sí mismo como esos “gordos” que hacen el desgaste en la cancha, en un pueblo a pueblo, para allanarles el camino a los “consagrados”. En febrero se abren las líneas de la defensa y en marzo se remata con el try. “Yo hago política como jugaba al rugby”.
Es mediodía en Minas de Corrales y el sol es una trompada en la cara. Un mormazo, como se estila decir en la zona norte del Uruguay. En este pueblo minero de no más de 4.000 habitantes se cuenta que a mediados del siglo pasado se construyó una enorme escuela pública por error. Las autoridades del momento habían ordenado la edificación en Minas, Lavalleja. Y por pura confusión de nombres y geografía se terminó haciendo en este rincón perdido del norte. En una plaza cerca de la escuela, bajo la sombra generosa de un árbol de grandes proporciones, dos parlantes proyectan el ruido incesante de un acordeón. La voz que sale de los aparatos es del músico fronterizo Martín Piña. Se empieza a juntar gente. No más de 25 personas. La diputada local Virginia Fros abre el fuego. Dice que a esta ley “la pidió el pueblo”, que es una ley “uruguaya”. El diputado Álvaro Dastugue ofrece un discurso rápido y concreto. Carga contra el Pit-Cnt y la oposición, pone el foco en la “seguridad ciudadana” que se vive gracias a la LUC. “Hoy tenemos otra manera de caminar, estamos más seguros”. Dice que “lo único que quiere el Frente Amplio es desestabilizar al gobierno”. Da Silva cierra el acto. Repetirá hasta el hartazgo el concepto del palo en la rueda, su marca registrada en esta campaña. Y se enfocará en un hijo de este pueblo, el senador frenteamplista Charles Carrera. Todos sus dardos hacia él. Bancarización obligatoria, educación, combustibles, seguridad. Todo sirvió para pegarle a Carrera. “¿Quiere quitarle la posibilidad de combatir a los malandras? ¿Qué quiere Charles, nacido y criado acá? ¿No sabe Charles, su familia no le dice?”.
Pausa para el almuerzo. Y el mismo elenco rumbo a Las Flores, un paraje que no llega a pueblo. “Hay más camionetas que gente”, dice Da Silva mientras va llegando al lugar del acto, a la orilla de una calle sin veredas en donde las vacas andan sueltas. No más de cinco locales serán los destinatarios de los discursos a favor de la LUC. En efecto. Hay más camionetas que gente. “¿A qué nunca habías venido a Las Flores?”, pregunta Dastugue a Búsqueda sin esperar respuesta. “Yo tampoco”, apura el diputado luego de arreglar con una cinta la parte delantera de su Volvo cascoteado por la ruta. Dice que lo trajo a la gira en lugar de su camioneta, que es más apta para estos caminos pero con un rendimiento inferior a los 20 kilómetros por litro que consume su auto. “Me ahorro miles de dólares en cada una de estas giras largas”. Dastugue no hablará de la fijación del precio de los combustibles para defender la LUC. Los discursos son breves y con mucha referencia al abigeato y a las jaurías de perros que tienen a maltraer al ganado, un problema de la zona. “¡Las ovejas tienen los mismos derechos que los perros!”, grita Da Silva.
En la plaza de Tranqueras, ya con el sol empezando a bajar, el escenario empieza a ser más concurrido. Hay un centenar de personas que escuchan al presidente del Directorio del Partido Nacional, Pablo Iturralde, a los senadores Camy, Gandini y Gustavo Penadés, al ministro Heber y al intendente de Rocha, Alejo Umpiérrez. Iturralde pide “devolverle la confianza al presidente”. Heber, previsiblemente, se centra en la gestión del Ministerio del Interior. “Esta ley defiende a los que nos defienden”, dice. “La gente trabajadora y honesta no tiene ningún inconveniente en mostrar sus documentos”, agrega. Y se pregunta: “¿Está mal que hayamos subido la pena a quienes venden drogas en las puertas de las escuelas, de los liceos, de los hospitales?”. Penadés habla sobre la “salida de la crisis”, el “crecimiento económico”, y de “convencer” a la gente de que la oposición busca “infligirle una derrota política al gobierno a la mitad de su mandato”.
La noche volvió a encontrar a todos los dirigentes en la ciudad de Rivera. Ahora sí con una plaza casi a tope y un ambiente muy cercano al clásico acto electoral de campaña. “Esto sirve para despertar a la militancia, que siempre decae un poco tras las elecciones municipales, y que estaba dormida con la pandemia”, comenta Gandini a Búsqueda. La gimnasia militante y directriz seguiría al otro día en Tacuarembó. Y así hasta marzo, donde tras las recorridas pueblo a pueblo, se hará un lugar a los eventos más masivos en las capitales departamentales.