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A algunas de las jerarcas a las que les tocó presentar, el martes 25, el nuevo informe sobre maltrato y abuso infantil, les costó contener las lágrimas. La presentación de los datos, que muestran un incremento sustancial de las situaciones de violencia registradas, se realizó tres días después de que la Policía encontrara el cuerpo de Felipe, un niño de diez años de Maldonado que fue asesinado por Fernando Sierra, un director técnico de fútbol infantil con quien tenía una relación cercana.
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Los datos que presentó el gobierno muestran que se registran al menos siete casos de violencia por día. Pero esos números “están lejos de la realidad”, dijo Marisa Lindner, presidenta del Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (INAU), ya que las situaciones de violencia son más frecuentes de lo que se denuncia.
Lindner dijo que todavía falta mucho por hacer y se lamentó de algunas ausencias en la actividad que se realizó en el Parlamento. “Falta gente acá”, afirmó emocionada. “Faltan representantes del sistema político, de la academia”. En efecto, en la presentación solo había un legislador, la diputada del Frente Amplio Lilián Galán.
Cristina Lustemberg, subsecretaria de Salud Pública, dijo que había llegado a la actividad pensando que la sala estaría desbordada. “Pero estamos los mismos de siempre y este es uno de los temas más cruciales”, dijo también emocionada.
La violencia hacia niños y adolescentes “se ha perpetuado y tolerado como resultado de inequidades históricas, culturales y estructuralmente arraigadas en las relaciones sociales, en los diferentes ámbitos sociales, económicos, políticos y culturales”, dice el comienzo del informe elaborado por el Sistema Integral de protección a la Infancia y a la Adolescencia contra la Violencia (Sipiav).
Desde que comenzó a funcionar en 2007, el Sipiav ha registrado año a año un aumento de las situaciones de violencia hacia niños y adolescentes.
En 2016 se registraron 2.647 casos, 39% más que el año anterior. Un 54% de los atendidos eran niñas. Hasta los doce años, las situaciones de violencia se dan casi por igual entre varones y mujeres. La relación cambia a partir de la adolescencia, cuando las principales afectadas son las mujeres.
Los tipos de violencia registrados se dividen en cuatro grandes grupos. El mayor es el maltrato emocional, que representa el 42% de los casos registrados. Le sigue la violencia física y el abuso sexual, con 20% cada uno. Por último, el 18% de los casos registrados se trató de negligencia. La Organización Mundial de la Salud define la negligencia como la omisión de quien tiene responsabilidad de cuidar al niño o adolescente en su desarrollo en áreas como la salud, educación, nutrición, vivienda y vida segura.
El maltrato emocional se da más contra varones que contra mujeres, al igual que el maltrato físico y la negligencia. Pero en el abuso sexual las principales víctimas son las mujeres (74%).
Las autoridades señalaron como otro hecho preocupante que en 81% de los casos registrados se trató de una situación recurrente.
Además señalaron que se debe tener en cuenta que un mismo niño o adolescente puede sufrir más de un tipo de violencia y que “de hecho así suele ocurrir en la práctica”.
“Rara vez un tipo de maltrato se presenta en forma aislada, sino que por el contrario distintos tipos de violencia coexisten y son sufridos de manera simultánea” por los menores de edad.
Perfil de los agresores.
En otro capítulo el informe analiza el perfil de los agresores. En la gran mayoría de los casos (93%), quienes cometen abusos son personas cercanas al niño o adolescente.
El 58% de quienes agreden son hombres. Si se analiza según el grado de relacionamiento con la víctima, en el 36% de los casos fue el padre y en el 11% la pareja de la madre. En el 35% de los casos la agresora fue la madre, y en el 7% se trató de una persona que no era familiar del menor de edad.
En la categoría negligencia se registró que un alto porcentaje (78%) de las agresoras fueron las madres. “Parecería necesario ahondar en el estudio de la vinculación entre la negligencia atribuida a las madres a cargo exclusivo del niño, niña y adolescente, y el abandono de la función parental por parte de los padres, incluyendo el incumplimiento de las obligaciones de alimento”, dicen los autores del documento.
En el caso del maltrato físico, en el 41% de los casos el autor es el padre y en el 16% la pareja de la madre. En el maltrato emocional hay una relación similar ya que el 52% de los agresores fueron los padres y el 10% la pareja de la madre.
Respecto a los abusos sexuales, en un 25% de los casos los agresores fueron el padre y en un 21% la pareja de la madre. Un 25% fue “otro familiar” y un 26% no era familiar.
El 58% de los agresores tenían entre 30 y 49 años, 11% tenía entre 50 y 59 años y 24% entre 18 y 29.
En tres de las cuatro situaciones atendidas, la familia pudo ser incluida en el proceso de protección y la reparación de los daños padecidos, informó el Sipiav. Según el documento, “la inclusión de la familia, o referente afectivo, es muy favorable para la interrupción de las situaciones de violencia, más teniendo en cuenta el aumento de los agresores convivientes con niños, niñas y adolescentes, al favorecer la promoción de pautas de crianza y formas de relacionamiento no violentas”.