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    Los montevideanos tienen poco “respeto” por las normas y parece que quisieran usar el “rifle sanitario” contra hurgadores de basura

    La intendenta Ana Olivera no tiene “ninguna duda” de que el Frente Amplio ganará las próximas elecciones municipales y afirma que en su baja aprobación pesa que es mujer

    Los que la conocen, amigos o adversarios, reconocen que no para de trabajar. Cuando se la escucha hablar, da la sensación de que está en todos los temas, desde los más intrascendentes hasta los cruciales. Habla con pasión de las fotografías que exhibe en su despacho, de la calidad de la Comedia Nacional, y de las policlínicas, y se ofusca cuando se menciona su baja aprobación en las encuestas: “Hay una vara distinta para las mujeres en los cargos de responsabilidad”, sostiene.

    Insiste en que tiene que dedicarse a la gestión y no a hacer campaña electoral. Por eso rechazó el pedido de “algunas personas” para que se presentara a una reelección. No tiene “ninguna duda” de que el Frente Amplio ganará las elecciones departamentales y, aunque no quiere volver al “agraviante” ejemplo de la “heladera”, dice que la gestión de los últimos 24 años del Frente Amplio le asegura la victoria, independientemente del candidato.

    A la comunista Ana Olivera le queda más de un año al frente de la Intendencia. Dice que no quiere que haya más carros de clasificadores circulando y asegura que van a terminar con el problema este año, pero lamenta que la gente se olvide de que son “personas” y que a veces parezca que quieren que se use el “rifle sanitario” con ellos. Además, opina que los montevideanos tienen poco “respeto a las normas” y no suelen recurrir a la autoridad cuando ven incumplimientos.

    Olivera cree que la Intendencia sigue teniendo un problema de comunicación que no pudo revertir en estos cuatro años. Piensa que la ciudad está más limpia pero reconoce que aún no es suficiente: “Le doy un bueno regular”.

    —¿Qué temas va a priorizar en el último año de gobierno?

    —La gestión de gobierno implica que tenés un plan de cinco años, y hay cosas que se culminan y hay otras que tienen dimensión estratégica que requieren más de un período. Otras tienen que ver con lo que uno se comprometió a concluir en el período con los ciudadanos de Montevideo. Sentimos que estamos cumpliendo en la construcción del Montevideo de la convivencia con el rol del espacio público y la cultura, que son los dos temas más apreciados por los montevideanos. Tenemos una obligación primera que es el mantenimiento del arbolado, de las calles, la infraestructura de la ciudad, que se ha logrado en buen nivel. Y nos comprometimos con los montevideanos a resolver dos temas que eran los más sentidos ya en aquel momento: la limpieza de la ciudad y el Plan de Movilidad Urbana.

    —¿Cómo evalúa los avances en el tema movilidad, luego de los problemas con el Corredor Garzón?

    —La movilidad no es una obra, la movilidad implica una serie de medidas en la que hemos logrado avances muy importantes. La movilidad es accesibilidad, es el boleto estudiantil gratuito. Montevideo va a tener bicicletas públicas, y avanzamos con las bicisendas. Además hay un tema nada menor en el tránsito que es el balance de seguridad y velocidad. De nada valen todos los semáforos que estamos colocando si no hay un respeto a esos semáforos. Lo digo a título personal; la semana pasada, si me hubiera confiado en que tenía el verde para cruzar, en tres oportunidades me hubieran atropellado.

    —¿Por qué ocurre eso?

    —El montevideano tiene una baja aceptación de las normas, eso lo vio la encuesta que hizo la fundación Antanas Mockus. Tenemos un bajo nivel de respeto a las normas, tenemos una baja tendencia a recurrir a la autoridad cuando hay otro que no respeta las normas y además un concepto mágico: los problemas le van a pasar a otros.

    ¿Y eso pasa en todas las áreas?

    —Sí, pasa en todas las áreas. Pero, como en todas las cosas, uno no puede hacer tarifa plana. Antanas Mockus (ex alcalde de Bogotá) decía ese día que uno no puede culpabilizar a los ciudadanos, incluido el no respeto a las normas. Uno tiene que actuar para generar lo que busca por la promoción del respeto a las normas y eso es lo que hemos hecho. Porque por unos pocos que no respeten las normas, se genera un problema muy grande de convivencia en la ciudad. No son todos los montevideanos pero con que lo hagan diez ya es un problema.

    —Usted dijo que el Corredor Garzón era la prueba del 9 para el nuevo sistema de transporte, y falló. ¿Qué pasa ahora con la reforma?

    —La propuesta de reformar el transporte público es imprescindible. Las dificultades que tiene el tránsito de Montevideo hay que abordarlas sí o sí. El corredor Garzón tuvo una serie de errores que no invalidan la necesidad del Plan de Movilidad Urbana. Nos dimos un plazo para solucionar los problemas del corredor Garzón y la mayor parte de los problemas han sido solucionados; faltan algunos que se supone que para abril van a estar solucionados.

    Una encuesta de Equipos Mori sobre la aprobación de los intendentes la ubica a usted con una de las más bajas. ¿Cómo explica eso?

    —Primero, el análisis general de la comparación con los otros intendentes es comparar chanchos con bicicletas. Es decir, una intendencia de 35.000 habitantes representa para Montevideo la zona 18, que tiene exactamente la misma cantidad. Me importa la comparación con Montevideo, que haya una baja aprobación de la gestión de la Intendencia y de la intendenta. Primero considero que hay cosas que están matrizadas y que, sin ánimo de falta de humildad, digo que son erróneas. Por ejemplo, hay una idea de que en estos 20 y pico de años la intendencia no ha logrado resolver el tema de la relación con sus trabajadores y yo digo que lo que nos propusimos para este período lo hemos cumplido.

    Considero —muchos que dicen, claro, cuando la gestión no camina es fácil echarle la culpa a la comunicación— que entre las cosas que nosotros cometimos errores de fondo desde los inicios, fue en la comunicación. Porque las obras solas son mudas. Porque cuando Equipos Mori hace la encuesta sobre qué opina la gente sobre el Hotel Carrasco, y resulta que hay un 15% de los ciudadanos de Montevideo que piensa que es fruto del gobierno nacional, y la mayoría opina que es fruto de una empresa privada, yo tuve un problema de comunicación. Si yo tengo gente que no sabe que el Mercado Agrícola es de la Intendencia, tengo un problema.

    —Ese problema lo identificaron al poco tiempo de asumir. ¿Por qué no lo pudieron solucionar?

    —Nunca se encontraron los mecanismos para resolverlo, eso es lo que yo opino. Recién a finales del año pasado comenzamos con un programa de radio, con presencia en medios masivos, por lo menos mostrando lo que estábamos haciendo.

    —¿Por qué costó tanto?

    —Yo digo que estamos revirtiendo el problema. En estas cosas, cuando se fija una idea, no la revertís de un día para el otro.

    Ya desde la campaña todo el mundo decía que la comunicación de esta Intendencia era terrible. La comunicación de la candidata fue mala para mucha gente. No es fácil romper el estereotipo de lo que es un candidato, cuando es una candidata. Creo que esas cosas pesan. Sigue siendo una medida y una vara distinta para las mujeres que para los hombres en los cargos de responsabilidad.

    —¿Cree que pesa en la evaluación de su gestión?

    —Estoy convencida de que hay una vara distinta. No es por casualidad que las tres mujeres intendentas tenemos una baja aprobación. Creo que siguen pesando en nuestras cabezas estereotipos, un deber ser de determinada manera de hacer política que es distinta, como la burla pública cuando yo dije que quería dejar Montevideo lleno de flores. El otro día la responsable de la Academia de Ciencias de Francia, que estuvo en Montevideo, lo primero que me dijo —era el 8 de marzo— es qué limpia que está Montevideo. Y yo le dije: ¿es un regalo del día de la mujer que me estás haciendo?

    —¿Le parece que no está limpia?

    —Me parece que todavía no. Los ciudadanos de Montevideo opinan que todavía no está limpia. Yo creo que está más limpia. Pero hasta que no resuelva el tema de los clasificadores de residuos, la ciudadanía va a seguir identificando la suciedad con los clasificadores de residuos. Y como este tema se va a resolver en este año, estoy convencida de que vamos a cumplir con la ciudadanía.

    —¿Va a terminar el período sin clasificadores en la calle?

    —Si yo hubiera dicho, cuando empecé, que íbamos a tener hoy 2.500 familias de clasificadores, cuando nosotros teníamos registradas 5.500 familias, yo hubiera hecho demagogia. Yo tomo medidas. Es un tema de tanto impacto social que nosotros necesitamos definir múltiples estrategias, que pasan primero por fiscalizar.

    —En un evento reciente usted manifestó molestia por cómo la gente le pregunta por los clasificadores, y dijo: “parece que la gente quiere que usemos el rifle sanitario con ellos”. ¿Qué quiso decir con eso?

    —Es verdad, dije eso. Quise decir que, en realidad, muchas veces no nos damos cuenta de que estamos hablando de personas, de familias enteras que viven de esto hace décadas, y que por lo tanto el abordaje no es sacarlos, es encontrar las rutas de salida para esas personas. Yo tampoco quiero que estén los clasificadores recorriendo las calles. Pero no porque no quiera verlos, porque me moleste verlos...

    —¿A la gente le molesta verlos?

    —Sí. Para un sector de la población son depositarios de todos los males. Y lo que yo digo es que allí hay gente que hace muchos años que trabaja y que vive de esto. Desde ese lugar es que nosotros lo analizamos, es un tema social. Yo lo que no quiero es carros en la calle, porque están en la informalidad. Porque la gente que está circulando haciendo eso no tiene derechos. Porque si hay un niño arriba del carro, es un niño al que le están interrumpiendo sus derechos. Y yo fiscalizo eso. Desde ese lugar nos planteamos que ver las calles con gente que carga basura en un carro, es parte de ver la ciudad sucia. Ahí el proceso de fiscalización es importantísimo. Muchos nos han criticado porque hemos respaldado la ley de faltas. Creo que la ley puede transformarse en un instrumento que desestimule a aquellos que vandalizan los contenedores.

    —Si tuviera que evaluar la situación de la limpieza del 1 al 10. ¿En qué lugar la ubica?

    —Creo que está por encima del 50%, pero no hemos llegado al 100%. No le doy un regular, le doy un bueno regular. Nosotros partimos de una ciudad donde el desborde de los contenedores era permanente. Porque también tenemos el doble de toneladas y el triple de volumen. Hoy tenemos 60.000 personas que clasifican. Hoy se lavan los contenedores. Vamos a llegar al 100% del área urbana con contenedores. Hay 103 basurales endémicos que eliminamos en este período. Nos quedan 200. Cuando asumí teníamos el peligro de colapso de la planta de disposición final de residuos. Ahora los más pesimistas dicen que tenemos planta hasta 2020. Tenemos más equipamiento, reformulamos el sistema de trabajo para dejar de depender de las horas extras. Pero todavía nos falta y vamos a llegar a mitad de año cumpliendo con el Plan Director de Limpieza.

    —¿Confía en que cumplirán con lo prometido en el programa de gobierno?

    No es que esté confiada; estamos trabajando, hemos tomado las medidas necesarias para terminar el período habiendo cumplido el programa de gobierno. Que incluye estos temas en los que aún ni nosotros estamos conformes, ni la ciudadanía está conforme. Hay veces que te apedrean, te apedrean, te apedrean, pero vos tenés que decir: sé que voy para allá. Mucha gente dice que lo que se juega es la elección. No, lo que se juega es el bienestar de los ciudadanos.

    —¿Piensa en postularse a una reeleción?

    —No.

    —Se lo han pedido?

    —Algunas personas, no como sectores. Hay otros que consideran que Montevideo debería tener más de un candidato a nivel del Frente, y que yo debería ser una, pero pienso que no. Tengo una obligación, que es llevar a buen puerto estos cinco años de período. Hace un año que lo tengo decidido. No es una decisión que tenga un contenido personal: a mí me encanta la Intendencia de Montevideo. Ahora, hay un momento en que vos tenés que decir: al proyecto lo que le sirve es esto. El proyecto lo que necesita es que yo me dedique y me concentre, y no me descentre en ninguna campaña. La campaña por Montevideo empezó al otro día que yo asumí, y yo me tengo que dedicar desde que asumí a cumplir con los ciudadanos. Dentro del propio FA hay quienes hace tiempo están planteando y proyectando su candidatura. Si yo tuviera mi cabeza en eso, no la tendría en todos estos temas.

    —¿Cree que el Frente Amplio gana las próximas elecciones?

    —Sí, no tengo duda.

    —¿Sea el candidato que sea?

    —Decir “sea el candidato que sea” es volver al ejemplo de la heladera. Y de verdad que yo creo que el pobre Raúl Sendic se va a arrepentir hasta el último día de su vida de haber usado ese ejemplo. La verdad que eso terminó siendo un elemento agraviante. Algo que quiso decir “aquí vamos en coche porque hay una gestión que lo avala” se transformó en un tema peyorativo. Pero creo que tenemos una gestión para mostrar, que es de 24 años. Más allá de las cosas que suceden en las campañas, eso es lo que va a permitir que el FA vuelva a triunfar. Y creo que el FA por suerte tiene muchos buenos candidatos y candidatas para la Intendencia de Montevideo.