Matemáticas denuncian a grado 5 de acoso sexual y cuestionan un ambiente que “naturaliza” conductas inadecuadas con estudiantes

escribe Victoria Fernández 
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Las fiestas en la casa de Martín Sambarino eran ya una tradición. Las organizaba para celebrar el cierre de los cursos de Sistemas Dinámicos. Iban profesores y alumnos. También alumnas, aunque siempre eran minoría. Las mujeres en la comunidad matemática uruguaya son pocas. Había alcohol y drogas. Algunos profesores consumían y ofrecían a los alumnos cocaína. No era “tabú” que una alumna, que había tomado alcohol y quizás drogas, se quedara a dormir en la casa. Y que quizás al día siguiente no recordara del todo lo que había pasado.

Las fiestas no eran el único ámbito de “camaradería” entre docentes y alumnos. También era habitual que fueran a tomar juntos a un bar luego de actividades académicas. Frecuentemente, eran los profesores los que pagaban buena parte de la cuenta. No eran todos, claro. Pertenecer a ese grupo era cool, recuerdan hoy varias matemáticas entrevistadas por Búsqueda. Era la forma de “ser parte”, de no quedar afuera. No era solo una cuestión de hacer amigos, era cuestión de tener un buen vínculo con quienes luego tendrían una enorme incidencia en el futuro de tu carrera. No es sencillo rechazarle una copa, o un comentario de mal gusto o de índole sexual, a tu mentor, a quien orientaría tu doctorado, a quien evaluaría luego si estás capacitada para acceder a un grado 2, a un grado 3, a ganarte una dedicación total en la universidad que te permitiera trabajar como investigadora. Nada menos. A las que les molestaban las insistencias, preferían callar. A las que les agradaba, accedían, convencidas de que estaban manteniendo una relación —de amistad o sentimental— casi entre pares, consentida. Una relación justa. Hoy, cuando ya varias rondan o superan los 30 años, lo ven de otra manera.

“Cuando comencé a estudiar Matemática, desde el principio los profesores proponían un trato muy personal con los alumnos”, escribió la doctora en Matemática Adriana da Luz en una denuncia que presentó en junio ante las autoridades y a la que accedió Búsqueda. “Desde los 18 años estamos expuestos a salir, tomar alcohol —muchas veces en cantidades altas— con docentes, en particular con Sambarino, y como es algo que ocurre desde que comenzamos y que es completamente normalizado por todos mis colegas, nunca lo cuestioné”, relató. 

“Tenía 18 años, y en el momento vivía las fiestas y salidas como algo divertido. ¡Qué cercana la relación con los profesores! Pero hoy miro para atrás y digo ¿cómo?”, dijo a Búsqueda la licenciada en Matemática Pilar Lorenzo, que estudia un doctorado en Valparaíso, Chile. “Hay una sensación de total impunidad. Son cosas que están totalmente normalizadas”.

“Esto pasa en la academia. Y a todos les parece normal. O no, pero lo dejan pasar”, publicó esta semana en una red social la matemática y docente grado 1 de la Facultad de Ingeniería Magdalena Rubio, tras afirmar que “muchas veces las situaciones abusivas quedan escondidas tras la línea que separa el consenso consciente del consenso posconsumo de sustancias psicoactivas en exceso”. Y añadió que “no pasa solo con grados 1 (…). Esto también viene de parte de grados altos. Nadie se salva”.

La doctora en Matemática Soledad Villar, que trabaja como investigadora para la Universidad de Nueva York, confirmó el relato de sus colegas. También lo hicieron otras tres académicas que hablaron con Búsqueda bajo la condición de anonimato por temor a represalias. “A priori una fiesta puede no estar mal, pero dado que había en algunos intenciones sexuales con estudiantes, sí me parece abuso de poder”, sostuvo Villar.

Las matemáticas entrevistadas dijeron que los profesores que tenían comportamientos inadecuados de índole sexual con alumnas eran unos pocos, y señalaron en particular a Sambarino. Sin embargo, sostuvieron que en la comunidad docente “todos sabían” lo que pasaba y no era cuestionado, mucho menos rechazado.

Todas coinciden en que esas prácticas naturalizadas por los docentes permitían —permiten— que ocurran de forma “sistemática” situaciones de abuso de poder y acoso sexual que afectan especialmente a las estudiantes e investigadoras jóvenes.

Dos alumnas de la Facultad de Ciencias narraron a Búsqueda que fueron víctimas de violación por parte de profesores, en contextos de salidas sociales. Ninguna presentó aún una denuncia formal, aunque detallaron lo ocurrido en redes sociales.

Temblar de miedo

A Da Luz no le gustaban los comentarios de índole sexual de Sambarino ni las conductas inapropiadas que tenía con sus compañeras. Ni que tuviera noviazgos con sus estudiantes, que rondaban los 20 años. Pero era difícil no necesitarlo. Sambarino es uno de los matemáticos más prestigiosos y de mayor trayectoria en el país. Hoy es docente grado 5 del Centro de Matemática (CMAT) de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República (Udelar) e integra la Comisión de Dedicación Total. Para hacer su maestría, Da Luz sabía que su orientación y sus contactos con académicos internacionales eran importantes.

Él frecuentemente proponía que se reunieran a trabajar en su casa, pero ella intentaba evitarlo, no siempre con éxito. “Todos lo vimos, en distintas situaciones, tener conductas muy inapropiadas, en general con alumnas mucho menores que él. Y sabés que en cualquier momento te puede pasar a vos”, dijo Da Luz a Búsqueda.

En una ocasión “recuerdo que literalmente empecé a temblar de miedo”, escribió en la denuncia que presentaría años más tarde ante la Comisión Central de Prevención y Actuación ante el Acoso y la Discriminación (CPAAD) de la Udelar. Esa vez él notó sus nervios e intentó calmarla. Por un tiempo, no intentó verla a solas.

Más adelante Da Luz comenzó su doctorado y durante los primeros dos años vivió principalmente en Francia. Sambarino y un docente francés eran sus orientadores. En octubre de 2016 Sambarino viajó a París. Da Luz, que estaba en Dijon, quiso aprovechar la presencia de su tutor para avanzar en su tesis. Recuerda que por razones laborales se sintió presionada a quedarse en el mismo apartamento. Una noche “se dio una situación sumamente inapropiada que me hizo sentir horrible”, contó. Al día siguiente estaba “aterrorizada” de que su tutor tomara represalias por el rechazo. Fingió un ataque de vómitos, cambió su pasaje de tren y volvió a Dijon.

“Él usó su poder como tutor y académico para ponerme con excusas laborales en situaciones claramente no profesionales y en las que me hizo sentir sumamente incómoda”, afirmó la matemática.

Las represalias llegaron. Durante el año que Da Luz estuvo en Uruguay trabajando en el doctorado, los intercambios con Sambarino sobre matemática se hicieron cada vez menos frecuentes. La dejaba plantada en las reuniones. Su tesis no recibió una sola corrección de él. Dice que solo logró terminar su doctorado gracias a que tenía otro tutor. El ambiente laboral se volvió difícil. La tensión con el líder se trasladaba a otros colegas. Da Luz decidió irse. Pidió licencia sin goce de sueldo al Instituto de Matemática y Estadística de la Facultad de Ingeniería (IMERL) y con el apoyo de su tutor francés se fue a la Universidad de Pekín a trabajar en investigación en un cargo de posdoctorado.

A salvo en la capital china, Da Luz se contactó con otros docentes de grados altos del CMAT-IMERL. Les contó lo que pasó, pidió que convencieran a Sambarino de que se apartara de comisiones con poder de decisión, que dejara de tomar alumnos de doctorado. Que le hicieran ver que su comportamiento era inaceptable. La mayoría le respondió que el camino era denunciar ante la CPAAD, aunque desde el exterior eso era imposible. Un grado 4 de Matemática y amigo cercano de Sambarino, se mostró consternado con el relato, expresó su apoyo y lamentó haber ignorado situaciones que pasaron delante de sus ojos. Le aseguró que había hablado con él y que continuaría haciéndolo para que comprendiera lo equivocado de su comportamiento. Pero aclaró que su amistad con él le impedía ir más lejos.

Se acercaba la fecha de un congreso en Francia al que Sambarino y Da Luz asistirían y, ante la indiferencia del docente frente a sus denuncias, Da Luz decidió informar a los organizadores del evento sobre lo que había ocurrido. Enterado, Sambarino no concurrió.

En junio Da Luz y su colega Soledad Villar escribieron a la Unión Matemática de América Latina y el Caribe (Umalca); Sambarino estaba entre sus autoridades y era presidente del comité organizador del VI Congreso Latinoamericano de Matemáticos (CLAM) 2020, que se realizará en Montevideo.

“En los últimos años, Martín Sambarino ha mantenido un comportamiento sexual inapropiado hacia alumnas y jóvenes investigadoras. Varias mujeres matemáticas han expresado sentirse incómodas interactuando con él”, dice el correo electrónico enviado al presidente de Umalca, Guillermo Cortiñas, y al que accedió Búsqueda.

“Por esta razón, y en el espíritu de tener un ambiente seguro para todos en esta comunidad, estamos fuertemente en contra de que sea miembro de los comités de Umalca y organizador del CLAM 2020. Creemos que eso envía un mensaje equivocado a nuestros jóvenes investigadores. Más aún, ayuda a consolidar la posición de poder y admiración que le permite perpetrar los comportamientos mencionados anteriormente”.

Apenas cinco horas más tarde, Cortiñas respondió el correo: “Le he pedido al Sr. Sambarino que renuncie a sus cargos en Umalca y ya he recibido su carta de renuncia formal. También le he pedido al administrador de nuestra web que borre su nombre de la lista de autoridades actuales”.

Mientras en las instancias internacionales las denuncias parecían dar resultados, en el ámbito local no había reacciones. Sin embargo, el ambiente se había caldeado tras una denuncia pública de la grado 5 y doctora en matemática, Jana Rodríguez Hertz, docente en la Universidad de Ciencia y Tecnología del Sur, en Shenzhen, China, que a fines de mayo divulgó en Twitter situaciones de acoso laboral que vivió durante años junto a su hermano y su esposo en el IMERL.

“Desde que empecé mi tesis, mi orientador me tenía ganas. Y todos sabemos lo que pasa cuando uno —una— le dice que no a un profesor poderoso”, escribió a modo de introducción de una historia que narró en varios tuits. El orientador de Rodríguez Hertz era Jorge Lewowicz, hoy fallecido. “El señor era grado 5, fue nombrado honoris causa por la Udelar, gran amigo de María Simón y Carolina Cosse, entre otros”, tuiteó la matemática. Y mencionó a Sambarino: contó que le ofreció “inmunidad” a su hermano a cambio de que se despegara de ella.

Las matemáticas consultadas identifican a Sambarino como el “sucesor” de Lewowicz. Por su cargo, su prestigio, y sus prácticas inadecuadas con las mujeres.

Con el dolor más profundo

Da Luz decidió abandonar el camino del diálogo y denunciar formalmente a Sambarino. El 10 de junio presentó una carta ante la CPAAD para “denunciar varias situaciones que constituyen acoso sexual, de las que me consta no ser la única víctima”. Detalló las fiestas en casa de Sambarino, sus relaciones con las estudiantes jóvenes, el rechazo que se fomentaba hacia Rodríguez Hertz, su hermano y su esposo –a quienes se referían como “los malos”– y el temor constante a quedar excluida, a convertirse en “la nueva Jana”. También los comentarios de índole sexual, el episodio en París, las represalias, su huida a China. “Solo me animo a hacer esto porque estoy fuera del país”, cerró.

Hasta la fecha, Da Luz no fue contactada por la CPAAD.

El mismo día Da Luz envió una carta a la decana de Ciencias, Mónica Marín, y al Consejo de la Facultad. “Durante mis estudios de doctorado fui víctima de diversas formas de acoso sexual por parte de Martín Sambarino. También presencié varias situaciones que constituyen graves violaciones a los derechos humanos de otras de mis compañeras”, escribió. “Denunciar una situación de acoso sexual en un ambiente tan pequeño como el de la Matemática, sobre el que pesan acusaciones serias de acoso laboral colectivo, no da las garantías necesarias para las víctimas”, continuó. “Por tanto, si bien me consta que hay varios otros casos de acoso por parte del mismo individuo, comprendo que no se decidan por usar los mecanismos institucionales”.

Da Luz informó a los consejeros que se atrevió a presentar la denuncia en la CPAAD solo porque decidió no volver al país, lo que refleja la “violencia y desigualdad de género que persiste en la Udelar”. Señaló que Sambarino tiene posiciones en espacios de decisión, como la Comisión de Dedicación Total o el comité evaluador del Sistema Nacional de Investigadores. “Dicha asignación de responsabilidades demuestra que a pesar de las faltas graves del docente, conocidas por otros miembros de la Facultad de Ciencias, siguen sin tomarse las medidas necesarias”.

El Consejo resolvió tratar el tema en comisión general, que es una sesión cerrada y no queda registrada en actas. Semanas más tarde, le llegó a la matemática un mensaje de WhatsApp de la asistente de la decana, para contarle los pasos que se dieron luego de su carta. El Consejo invitó a la CPAAD a una reunión para que explique su forma de funcionamiento; las delegadas de la comisión comunicaron que estaban al tanto del caso y que se le había dado pase al equipo técnico en carácter de urgente. Se hizo luego una consulta a la oficina Jurídica de la Udelar sobre si tomar medidas internas en la Facultad, la cual recomendó esperar las sugerencias que realice la CPAAD. “Por lo tanto, si bien el docente denunciado está al tanto de que la denuncia existe, no se han tomado medidas en FCien hasta que llegue la sugerencia de central”, le informaron.

Da Luz se comunicó también con la decana de Ingeniería, María Simón. “La comisión central de prevención se ha dotado de técnicos competentes y empezó a funcionar con mucha mayor agilidad y solidez, pues no corresponde que los delegados del cogobierno traten denuncias, sino políticas o procedimientos”, le respondió. También le dijo que en la Facultad se había creado una comisión local que se dotaría de un asesoramiento profesional “como forma de atención primaria y de contención”.

El 25 de junio Da Luz presentó su carta de renuncia a su cargo de grado 2 en el IMERL. “No considero que ni el IMERL ni el CMAT ni la Regional Norte hoy por hoy tengan mecanismos para ofrecerme las mínimas garantías necesarias para cuidar de mi salud y que me sienta segura en ese ambiente. Por tanto, presento mi renuncia con el dolor más profundo”, le escribió al director del IMERL, Gonzalo Tornaría. Hoy Da Luz trabaja en un posdoctorado en Brasil, en la Universidad Federal de Rio.

Relaciones asimétricas

El rector de la Udelar, Rodrigo Arim, también fue informado sobre las denuncias contra Sambarino. Primero, Da Luz le envió la carta que envió al Consejo de la Facultad de Ciencias. Luego le llegó un correo de otra matemática, que apoyó el relato de su colega y le narró que ella también había vivido situaciones de abuso con el docente. Concretamente, cuando fue su alumna a los 19 años y él era grado 4 o 5. Si bien mantuvieron relaciones sexuales consentidas, “él utilizó su posición como docente de la Udelar para aprovecharse de una muchacha 25 años menor que él recién salida del liceo”, escribió la matemática. Le explicó al rector que si bien no había hablado del tema en años, consideraba que hoy existía un clima más adecuado para entender la posición de las víctimas. Además, recientemente se había enterado de que otras mujeres habían denunciado ser acosadas sexualmente por Sambarino: “Quiero aportar mi testimonio para demostrar que su conducta no fue un hecho aislado, sino un patrón de comportamiento. Su posición como docente grado 5 de la Udelar le habilita el acceso a mujeres jóvenes que confían en él porque confían en la institución que él representa”. 

Arim respondió rápidamente. Expresó su solidaridad y estupor. Dijo que se trataba de “relaciones de poder asimétrico” y que deben ser atendidas “tomando medidas claras”. Dijo que no era sencillo, pero que estaban en un proceso para “desnaturalizar” esas prácticas, y que se ocuparía del tema.

Fuentes universitarias informaron a Búsqueda que a la fecha Sambarino continúa integrando formalmente la Comisión de Dedicación Total de la Facultad de Ciencias y la Comisión Central de Dedicación Total de la Udelar. Sin embargo, “hace tiempo que no participa” en ninguno de estos ámbitos, señalaron, y hoy en la página web de la Udelar no figura entre los integrantes de la comisión central. “El de Sambarino es el caso más grave en el ámbito de la Facultad de Ciencias”, evaluaron las fuentes.

Consultada por Búsqueda sobre las acciones tomadas por la Facultad a partir del conocimiento de la denuncia, la decana de Ciencias confirmó que fue tratada en el Consejo en régimen de comisión general “con el objetivo de preservar la identidad de los involucrados”. Y que, “dado que la misma denuncia había sido ya presentada por la denunciante en CPAAD, se resolvió que no correspondía tramitarla —por duplicado— desde la Facultad”. Añadió que la CPAAD “tiene específicamente entre sus cometidos procesar denuncias de acoso, violencia y discriminación proveniente de los trabajadores y estudiantes de los diferentes servicios de la Udelar” y que su equipo técnico “es el que realizará las recomendaciones sobre medidas concretas a tomar por nuestro servicio”. Confirmó asimismo que Sambarino continúa desempeñándose como docente.

Sambarino declaró a Búsqueda que “por lo delicado del tema y por el respeto que (le) merecen las verdaderas víctimas de acoso o abuso preferiría no hacer comentarios”. Sin embargo, puntualizó que desconocía las denuncias sobre las cuales fue consultado. “Y si tuviera conocimiento tampoco haría ninguna declaración puesto que violaría el carácter reservado de las mismas y la identidad de los involucrados”, añadió. Además, negó “rotundamente” haber estado involucrado en los hechos descriptos por las exalumnas. “No hago declaraciones sobre chismes, rumores y mi vida privada”, finalizó, y cuestionó que se lo contactara sobre el cierre de la edición. Sambarino recibió las preguntas de Búsqueda a las 14:30 del miércoles 28.

¿Por qué hay pocas mujeres en la ciencia?

“¿En qué consiste el mecanismo que nos deja fuera de las ciencias duras?”, planteó la matemática Magdalena Rubio en una columna publicada el 27 de junio en Brecha. “Ni bien comenzamos una carrera en las TIC, deberemos tolerar que algún compañero –o incluso profesor(a)— haga comentarios ofensivos o, al menos, inapropiados sobre nuestra condición de mujeres”, escribió. A eso le siguen “los ejemplos disuasivos. ¿Qué pasa con las mujeres que lograron hacerse un lugar en ese espacio que históricamente fue dominado por ellos? A esas mujeres, casi sin excepción, se las difama, ya sea minimizando sus logros, juzgando negativamente su temperamento, minusvalorando su intelecto o poniendo en tela de juicio su actividad sexual”. Además, escribió Rubio, “están los casos de abuso sexual, que tienen una ocurrencia mayor que la que cualquiera diría y pueden hacer del ambiente de trabajo y estudio un infierno absoluto”. Hace poco, siguió, “en un arranque de valor y sororidad, nos juntamos a conversar sobre estos temas con estudiantes mujeres de matemática y de ingeniería, y descubrimos con asombro y tristeza la frecuencia y la recurrencia de los casos de abuso sexual (…). El clima de complicidad e impunidad se lo permite, mientras que a las víctimas las deja aisladas”.

La matemática Rodríguez Hertz coincidió con el análisis. “Quienes con su silencio avalan este tipo de prácticas de acoso tienen que hacerse conscientes de que están ocasionando un perjuicio económico al país, porque no son pocas las personas que han emigrado por estas dinámicas”, dijo a Búsqueda. “Todavía en la sociedad se escucha que la mujer no llega a los grados altos de la academia porque tiene otras preferencias. Es hora de que vayan abriendo los ojos”.

Soledad Villar también estuvo de acuerdo. “Las situaciones de acoso o sexualización hacia estudiantes hacen que la experiencia de varones y mujeres sea completamente diferente en la universidad”, afirmó. A eso se suma que “existe discriminación, aunque no siempre es explícita. Está en el cómo las mujeres son vistas dentro de la universidad, que no es al mismo nivel que los hombres”.

Pilar Lorenzo hizo una reflexión similar y cuestionó la falta de respuestas institucionales ante las denuncias. “Se supone que la Udelar es más que una universidad. Es un proyecto social que apuesta a la extensión universitaria, a los vínculos con la comunidad. Tenemos esos principios fundamentales, y ¿qué hacemos con esto? ¿No se sanciona a un gado 5 porque es un amigo?”.

“No conozco un solo caso donde @Udelaruy haya resuelto algo en favor de una víctima de acoso, y mucho menos donde los acosadores hayan sido sancionados”, tuiteó el 9 de julio Rodríguez Hertz. Días después escribió: “¿Quieren saber por qué hay pocas mujeres en STEM? (sigla en inglés para Ciencia Tecnología, Ingeniería y Matemática). Esperen a enterarse de las cosas que pasan”.

Información Nacional
2019-08-29T00:00:00