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    Matiné casera

    Qubit, la plataforma argentina de VOD (Video on Demand) que compite con Netflix, tiene un perfil diferente de esta pues apunta más al cine que a las series. Algunas películas de Ingmar Bergman, de Luis Buñuel, de Robert Bresson, de Charles Chaplin o de Robert Altman, por poner pocos ejemplos, están disponibles en su cartelera. También pueden encontrarse estrenos recientes, para cuyo acceso por dos días el suscriptor debe pagar un módico alquiler. Pero lo más jugoso está en las películas de algunos años, de cualquier género, que uno seguramente ya vio pero le gustaría ver nuevamente. La experiencia abre una puerta a lo que puede ser una feliz confirmación de las bondades constatadas hace varios años, cuando se la vio por primera vez, o también puede ser el triste descubrimiento de lo superada que está en ciertos aspectos, vencida por el paso del tiempo. En cualquier caso, la prueba incluye un agradable baño de nostalgia y muchas veces el hallazgo de aspectos buenos y malos de la obra que no habían sido percibidos en su momento.

    Dicha cartelera me permitió el armado de una matiné casera que comenzó con un lustroso exponente del cine negro francés, que fue El clan siciliano (1969), de Henri Verneuil, con guion de José Giovanni y un reparto estelar donde figuran Jean Gabin, Alain Delon, Lino Ventura y Amedeo Nazzari, entre otros. El único que vive de todos los nombrados es Delon, con 82 años, que el mes pasado superó una crisis coronaria mediante un bypass. Guionista y actores tienen sus historias.

    José Giovanni (1923-2004),cuyo verdadero nombre era Joseph Damiani, fue un escritor, guionista y director cinematográfico de origen corso y luego nacionalizado suizo. Relacionado con el mundo del hampa, exconvicto y condenado a muerte por tres homicidios, se inspiró a menudo en sus experiencias personales y en las de otros personajes de ese mundo para componer sus intrigas policíacas. Durante la II Guerra Mundial fue partidario del Régimen de Vichy y colaboró con los nazis, pero este aspecto de su vida nunca apareció en sus novelas y guiones. Condenado a muerte por su participación en tres asesinatos, en 1948 escapó por poco de la guillotina, ya que el presidente Vincent Auriol, en aplicación de la Constitución, le conmutó la pena de muerte por la de 20 años de trabajos forzados. Salió de prisión en diciembre de 1956. Giovanni escribió un total de 22 novelas, un libro de memorias y 33 guiones. Además, dirigió 15 películas y cinco telefilmes. Entre sus obras más conocidas están El boquete (Le trou, 1960), sobre su intento de evasión junto a otros detenidos, llevada al cine por Jacques Becker; Los aventureros (1967), dirigida por Robert Enrico, y El clan siciliano.

    Las vueltas de la vida. Al lado del libretista partidario de Vichy y de los nazis, encabezaba el elenco Jean Gabin (1904-1976), que fue miembro de las Fuerzas de la Francia Libre, se ganó la Medalla Militar y la Cruz de Guerra por el valor mostrado en la pelea con los Aliados en el norte de África, y por último entró junto con las tropas aliadas en la liberación de París.

    Lino Ventura (1919-1987), cuyo verdadero nombre era Lino Borrini, había nacido en Parma, Italia. Siendo un niño se radicó en Francia junto a su familia en 1927. Era un mal estudiante. Trabajó en diversos oficios hasta que se convirtió en luchador profesional y organizador de combates de lucha libre. En 1954, Jacques Becker lo “descubrió” y lo hizo debutar en Touchez pas au grisbi (1954), junto a Jean Gabin, de quien se hizo después gran amigo. Ventura trabajó en más de 70 películas.

    Alain Delon, junto con Gabin y Ventura, es otro ícono del cine francés. Actuó bajo eminentes directores como Luchino Visconti (Rocco y sus hermanos, El gatopardo), Michelangelo Antonioni (El eclipse), Joseph Losey (El otro Sr. Klein) y Jean Pierre Melville (El samurai, El círculo rojo).

    Amedeo Nazzari (1907-1979) es el nombre menos brillante de todos, aunque tuvo una prolífica trayectoria en el cine italiano. La película más conocida por estos lares fue Un italiano en Argentina (título original: Il gaucho), dirigida en 1965 por Dino Risi, con un elenco que se trasladó a Argentina para la filmación, entre los que estaban Vittorio Gassman, Silvana Pampanini y Nino Manfredi.

    El clan siciliano está dirigida por Henri Verneuil (1935-2002), un cineasta menor. Pero la película igual resulta un placer verla por varios motivos. Su fotografía en color del prestigioso Henri Decae es perfecta y la remasterización en HD la hace lucir aún más. Además, el libreto de Giovanni es muy bueno y salvo alguna breve caída de voltaje o algún fragmento de verosimilitud discutible, logra entretener durante dos horas. El elenco mantiene ese sello del cine negro francés: mayormente protagonizado por hombres, pocas palabras, gestos adustos, códigos de honor, mucho cigarrillo, algunos toques de humor fino. Jean Gabin pasea con autoridad su figura hierática de capo di mafia y Alain Delon da bien la talla de su criminal en fuga. Las palmas, sin embargo, se las llevan Lino Ventura como el comisario Le Goff, un contrariado policía que quiere dejar de fumar, obsesionado con atrapar al fugitivo, y Amedeo Nazzari como Tony Nicosia, un gángster que vendrá desde los Estados Unidos a dar una mano para el robo de joyas en la Galería Borghese de Roma. Las miradas malhumoradas y socarronas de Ventura y la composición que hace Nazzari de ese extravagante dandi del hampa son memorables.

    Hannah y sus hermanas (1986) ya impactó en su estreno hace 30 años. Woody Allen venía en carrera ascendente con éxitos como Dos extraños amantes (Annie Hall, 1977), Manhattan (1979), Zelig (1983), Broadway Dany Rose (1984) y La rosa púrpura del Cairo (1985).

    Tres hermanas muy diferentes entre sí comparten sus vidas: Hannah (Mia Farrow), Holly (Dianne Wiest) y Lee (Barbara Hershey). Hannah aparentemente está felizmente casada en segundas nupcias con Michael Caine; Holly, la más inestable, sueña con ser actriz y Lee, la menor, es una exalcohólica que convive con un pintor mucho mayor que ella (Max Von Sydow).

    Bajo una apariencia primaria de normalidad y sosiego, la película comienza a hilvanar episodios entrecruzados de las vidas de esos personajes y entonces asoman las frustraciones, insatisfacciones y amarguras. Al mismo tiempo se plantean las grandes interrogantes tan caras a Allen sobre la vida, la muerte, el dolor, la enfermedad, la fidelidad, los hijos y la religión. Y también al unísono, el guion rodea toda esa ensalada de diálogos y situaciones cruzadas y cambiantes, con ese humor intransferible que es su marca de fábrica.

    En su momento Hannah y sus hermanas barrió con premios en todos lados. Se llevó tres Oscar: al Mejor guion (Allen), Mejor actor secundario (Michael Caine) y Mejor actriz secundaria (Dianne Wiest). El impacto causado hace 30 años de su estreno se mantiene hoy intacto. Es quizás una de las comedias dramáticas más logradas en la historia del cine. Tiene las dosis exactas y equilibradas de amargura y dulzor, un ritmo narrativo apabullante y el humor inteligente de su autor, que termina colándose por todos los resquicios.

    Vida Cultural
    2017-12-28T00:00:00