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Desde ámbitos académicos y organismos internacionales se hacen cálculos —con la metodología del ingreso— de cuántos pobres más producirá la recesión en la que entró la economía uruguaya a raíz del Covid-19. Pero desde el gobierno entienden que medir el problema sólo considerando si las personas u hogares son capaces de adquirir una determinada canasta elemental de bienes (la “línea de pobreza”) es un enfoque “parcial”, y en contraposición a eso defienden el criterio que toma en cuenta la cantidad de necesidades básicas que están satisfechas o no. Así lo plantearon ayer miércoles dos integrantes del equipo económico de gobierno.
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Casi a la misma hora, la ministra Azucena Arbeleche en canal 12 y el director de Planeamiento y Presupuesto, Isaac Alfie en Océano FM, aludieron al tema. “Esa población no pobre no apareció el 13 (de marzo, cuando se confirmaron los primeros casos de Covid-19 en el país), estaba de antes. No es que estaba mal medido, es un tema de método” utilizado por el Instituto Nacional de Estadística (INE), dijo este último. Según Alfie, quiere decir que ya antes “había una precariedad muy grande –o hay—; es una no pobreza estadística pero es pobreza al fin. Por un pelito” muchos no quedaban por debajo del umbal en la medición por el ingreso. Por tanto, para ese jerarca no hay “sorpesa” en algunas estimaciones de pobreza poscrisis sanitaria.
El jerarca dijo que son aproximadamente 820.000 las personas que empezaron a recibir algún tipo de asistencia después de declarada la emergencia sanitaria.
Matías Brum y Mauricio de Rosa, del Instituto de Economía (Iecon) de la Universidad de la República, publicaron este mes una estimación del efecto de corto plazo del Covid-19 en los niveles de pobreza. Considerando una caída de 3,5% del Producto Bruto Interno y tras la acción de las medidas adoptadas por el gobierno, la pobreza se incrementaría 3,1 puntos porcentuales a 11,6%. Eso representa en torno a 100.000 personas que caen por debajo de la línea de pobreza.
Esta semana se conoció una nueva estimación de pobreza por el método del ingreso, aunque con canastas diferentes a las que emplea el INE. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) elaboró tres escenarios para proyectar el impacto en términos de pobreza e indigencia, utilizando su metodología habitual para estimar las tasas respectivas (con umbrales de ingreso que, en el caso de Uruguay, son más bajos que los establecidos por el Instituto Nacional de Estadística en sus cálculos).
Partiendo de una estimación de 2,9% de personas pobres en Uruguay para 2019, el organismo de Naciones Unidas proyectó aumentos a 4,2% en el escenario de “bajo” impacto, a 4,8% en uno “medio” y a 5,7% si las consecuencias en la economía fueran significativas (“alto”). La pobreza extrema o indigencia —cuando los ingresos ni siquiera alcanzan para adquirir una canasta básica de alimentación— se multiplicaría pero desde guarismos actuales muy bajos en 2019 (0,1% de la población) a 0,2%, 0,3% y 0,4% en cada uno de los tres escenarios proyectados por la Cepal en un informe difundido el martes 12.
Por otro lado, Uruguay estaría en el grupo de países de la región —junto con Argentina, Brasil, Ecuador y México— en los que más aumentaría la desigualdad medida por el índice de Gini (3% o más).
Los economistas del Iecon y la Cepal proponen fortalecer los esquemas de transferencias monetarias, abarcando a sectores más o menos amplios, para atenuar estos impactos sociales.