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Las fotografías registraron el pasaje del cortejo fúnebre frente a la Facultad de Arquitectura Diseño y Urbanismo (FADU), en cuya escalinata, colegas, docentes y autoridades sostenían carteles con un sencillo mensaje de despedida: “Muchas gracias profesor. Hasta siempre”. Posiblemente sería el mensaje que Mariano Arana hubiera deseado. Fue dos veces intendente de Montevideo, ministro de Vivienda, senador de la República y edil en su última etapa política, pero cuando se le preguntaba cuál era la actividad que lo definía, él decía enfático: “Siempre arquitecto”. El domingo 4, Arana murió a los 90 años y de inmediato se sucedieron expresiones de cariño de sectores políticos, instituciones y usuarios de las redes sociales. Es que Arana fue una figura pública respetada y carismática, siempre presente para los montevideanos.
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“Mariano fue —antes que nada— un amante apasionado de la arquitectura y la ciudad como manifestaciones de la cultura y la sociedad. Fue ese amor el que lo convirtió en docente e incansable activista de la memoria urbana. Fue también el que lo empujó —a veces aún contra su propia voluntad— a ser protagonista y actor determinante de su época. Ese fuego y su carisma magnetizante lo convirtió en un docente único, enormemente inspirador y logró hacer de sus clases en el Salón de Actos de nuestra Facultad momentos inolvidables para todos quienes tuvimos el enorme privilegio de pasar por ellas”, escribió Marcelo Danza, decano de la FADU, en un comunicado.
Se había recibido como arquitecto en 1961. Fue dirigente estudiantil y después profesor de la cátedra de Historia de la Arquitectura y director del Instituto de Historia de la Arquitectura entre 1985 y 1990. En su juventud, en los fervientes años 60, dirigió con otros estudiantes Tribuna Universitaria, revista de la FEUU. Entre esos universitarios estaba también Heber Raviolo, quien sería, junto con Arana, uno de los doce socios fundadores y después director de Ediciones de la Banda Oriental. Creada en 1961, la editorial no tuvo sede hasta 1968 y la casa de Arana servía de depósito de libros y lugar de reuniones, igual que la Facultad de Arquitectura y boliches de Pocitos. El nombre de Arana permaneció siempre unido al de Banda Oriental. En 2020, la editorial publicó Arana. Pasión por Montevideo, una crónica del escritor Horacio Cavallo con fotografías de Carlos Contrera, que acompañaron al arquitecto en un recorrido por monumentos, calles, plazas, edificios y barrios de la ciudad. Pero él mismo fue autor de varios libros de arquitectura y también de política.
Hijo de inmigrantes españoles que habían llegado a Uruguay con seis hijos desde un pueblito cercano a La Coruña, Arana nació en Montevideo, estudió en el Liceo Francés y desde joven frecuentó con su hermano la iglesia metodista que está frente al Monumento al Gaucho. “Allí conocí gente extraordinaria en momentos en que fueron una verdadera referencia ética y de cultura cívica, como el pastor Castro o, en la Iglesia católica, Carlos Parteli o Perico Pérez Aguirre. Creo que el mensaje evangélico hizo que fuéramos particularmente sensibles con el más postergado”, le dijo a Búsqueda en una entrevista de 2016, que transcurrió en su despacho de edil. Hacía poco le habían colocado tres bypasses, sin embargo, mantenía la misma vehemencia de siempre para hablar de los temas que lo apasionaban.
“Yo no llegué a la política, me empujaron”, contó para explicar sus varias negativas para ser candidato a intendente en 1984. Finalmente, ante la insistencia de varios frenteamplistas, entre ellos, Hugo Batalla, y a pocas horas de que se cerrara el plazo para presentar las listas, aceptó. Habría que esperar hasta 1995 para que saliera electo intendente, cargo que ocupó durante diez años. Mientras tanto, fue presidente de la Comisión del Patrimonio entre 1985 y 1989, y en este último año fundó la Vertiente Artiguista, agrupación frenteamplista en la que se mantendría hasta sus últimos días.
Durante los años 80, en plena dictadura, los montevideanos fueron simpatizando con ese arquitecto de aspecto bohemio y camisa sin corbata que hablaba con un lenguaje accesible sobre la pérdida de memoria patrimonial de la ciudad. En 1980 salió el documental Una ciudad sin memoria (1980), que dirigió y que surgió del Grupo de Estudios Urbanos, al que siguió ¿A quién le importa la ciudad? (1983). “Nos pusimos a trabajar para denunciar las barbaridades que había hecho la dictadura al desafectar edificios históricos y conjuntos urbanos. Eso permitió el boom de la construcción de los años 80, que en general fue el boom de la destrucción. Entonces salimos a denunciarlo en una patriada brutal. No éramos nostálgicos que defendíamos solo el pasado, sino también el presente, aunque algunos nos llamaban ‘los preservativos’”, contó en la entrevista.
Desde aquella época, su militancia por la ciudad fue constante y era frecuente escucharlo enojado, incluso con los frenteamplistas, por el deterioro o demolición de edificios o monumentos. Por ejemplo, cuando demolieron la fachada del edificio Assimakos en Avenida Italia. “Me emocionó ver cómo la gente común salió a protestar contra su demolición. Un día vi un cartel enorme en ese predio que decía ‘A quién le importa la ciudad’. Casi me saltaron las lágrimas (…). Nosotros en el Frente Amplio decimos que tenemos que escuchar a la gente. Entonces no entendí esa actitud y me calenté mucho”.
Arana “se calentaba” habitualmente por otras situaciones, por ejemplo, por el abandono del Parque de las Esculturas, al lado del Edificio Libertad (hoy sede de ASSE), por la instalación de la estatua de la Virgen María en la Rambla, igual que por la de Juan Pablo II en Tres Cruces (“¿A quién se le ocurre ponerla en un lugar en el que no se la puede apreciar? Parece que está conduciendo el tránsito”). También manifestó su preocupación por el ingreso al puerto de Montevideo de los ferrocarriles para UPM o por los grafitis en los muros de la ciudad.
De las administraciones frenteamplistas en la Intendencia de Montevideo, destacaba como logros el diseño de un plan de ordenamiento territorial, la expansión de la red de saneamiento, la limpieza de las playas y la inversión en espacios públicos. Como intendente tuvo que enfrentar las acusaciones de corrupción contra su secretario Mario Areán y las indagaciones por la actuación de Juan Carlos Bengoa, exdirector de Casinos, procesado en 2007 por la Justicia.
Admirador de Líber Seregni, era frecuente que lo nombrara como ejemplo a seguir cuando consideraba que el Frente Amplio se desviaba de su rumbo. “Lo extraño todos los días”, dijo en la entrevista. Si bien siempre se sintió comprometido con los gobiernos frenteamplistas, también fue muy crítico. “Ya lo he dicho: puedo tragar algún sapo, pero no trago camellos. Sin embargo, justamente inspirado en el mensaje excepcional de Seregni, sigo creyendo en esta fuerza política”.
Así como fue gran lector, era frecuente ver a Arana en el cine, en estrenos de teatro y en conciertos de música. Se lo veía incluso en los últimos años y en pleno invierno de bastón y sobretodo, con su prolija barba candado, siempre elegante. La entrevista con Búsqueda terminó con la pregunta de si le había quedado algo pendiente por hacer. “Dirigir una orquesta de cámara”, contestó. “Fui estudiante de violín, pero era pésimo, la humanidad se salvó de mí. Estuve en coros universitarios, me gustó siempre la música, casi tanto como la arquitectura”.