Mujica considera que Vázquez y Astori “no pueden entender” cómo él llegó a presidente. “Hay un problema de clases en ese prejuicio”, opinó
Sostuvo que “psicológicamente” Vázquez y Astori están “más viejos” que él, pero puntualizó que “es probable” que Astori sea “más buena persona que Tabaré, porque Tabaré a veces te da la impresión de que usa a la gente”.
Mujica fue duro con las organizaciones feministas. “Son todas intelectuales con sirvientas” y “es preferible lidiar con una trituradora antes que con ellas”, afirmó. El Frente Amplio, añadió, tiene “el caudal más grande de esas intelectuales insoportables”.
Las diferencias con Vázquez.
En el transcurso del libro, Mujica vuelve una y otra vez a marcar sus diferencias de fondo con Vázquez.
En abril de 2011, Mujica les mostró a los autores en la estancia presidencial de Anchorena (Colonia) por qué sabía que Vázquez volvería a presentarse como candidato presidencial.
Los llevó hasta un lugar acondicionado para acampar. Había un parrillero con capacidad para asar 30 kilos de carne, una estructura de hormigón con baños, ducheros y vestuarios, y un camino de salida al río San Juan y a un embarcadero. “Esto lo armó Tabaré para venir con su gente. Yo no lo uso”, les dijo el entonces presidente.
Pero la prueba más fehaciente de la segunda postulación de Vázquez era, para Mujica, una decena de limoneros con no más de tres años de plantados y 40 centímetros de alto. “Para la próxima, el hombre quiere tener limones fresquitos cerca del campamento”, afirmó mientras guiñaba un ojo.
Cuando dejó su primera Presidencia en marzo de 2010, Vázquez siguió acampando, pero en una estancia privada cerca de Anchorena. Mujica lo visitó en más de una ocasión en ese lugar.
“Fui muchas veces a comer y a chupar con él ahí. Tiene bruto campamento, hasta mejor que el de Anchorena, solo que en el campo de enfrente. El dueño de ese campo, un gallego, dejó que armaran el campamento porque Vázquez lo autorizaba a aterrizar con su avioneta en Anchorena. Cuando va con sus amigos, llevan lancha con motor y dicen que van a pescar. ¡Mentira! Pasan cocinando y chupando”, comentó Mujica.
El ex mandatario dijo que en las internas frentistas de 2009 derrotó tanto a Astori (su rival de entonces) como a Vázquez. “Salí presidente contra los dos. Tabaré apoyó a Danilo con toda su fuerza y yo les gané a los dos juntos esas elecciones”.
Menos bucólica que sus anécdotas sobre los campamentos fue una reflexión de Mujica sobre la notable distancia que lo separa de Vázquez. En una charla con los periodistas en su casa de Rincón del Cerro, les dijo que “nunca tendrá sintonía con Vázquez porque tienen una relación muy distinta con el poder”.
“Él (Vázquez) marca distancia porque se cree todo eso de pre-si-den-te y acá nadie es más que nadie”, destacó Mujica, para quien el actual jefe de Estado integra “otra izquierda”.
Mujica reconoce que Vázquez nació y creció en La Teja, un barrio de clase media baja, pero advirtió que después se dedicó a “hacer plata” como médico y se mudó a un lugar de clase media alta (el Prado).
“Los pecados originales los abandonó. Yo no los abandono. Sigo teniendo mucho olor a pueblo y eso no le gusta a todo el mundo”, sentenció.
Más adelante, después de criticar políticamente a Astori por su presunta falta de “sex appeal”, de “picardía” y de “maldad”, Mujica dijo que el actual ministro de Economía y Vázquez “no pueden entender” cómo el tupamaro llegó a presidente. “Hay un problema de clases en ese prejuicio”, dijo.
Según Mujica, Astori “sufrió como loco” durante la campaña electoral de 2009, cuando completó la fórmula como candidato a la Vicepresidencia. “Una vez lo quise llevar a mear en medio de una multitud, a escondidas, y no pudo”, recordó. En cambio, Vázquez “se puede mezclar mucho más” con la gente aunque, volvió a advertir Mujica, “nunca sabés lo que está pensando”.
Incluso, Mujica conjeturó que “es probable” que Astori “sea más buena persona que Tabaré, porque Tabaré a veces te da la impresión de que usa a la gente. Tiene alguna cosa que no me convence”.
En opinión del ex presidente, además, Vázquez está “más viejo” que él. “El otro día lo vi en su campamento cerca de Anchorena, cuando no hay maquillaje. Tabaré es de los que se producen. Pero lo vi sin nada, en la mitad del campo, y está viejo. Psicológicamente, él y Astori están más viejos que yo. Ser joven es ser un poco loco y Tabaré no va a cometer ninguna locura”, auguró.
Mujica dejó saber a los periodistas que “mensualmente” le llegaron a la Torre Ejecutiva durante sus cinco años como presidente “rumores de denuncias” que involucraban al primer gobierno de Vázquez. “Fueron varias las veces que al otro lado del escritorio de Mujica se sentaron dirigentes políticos convencidos de que había material para poner punto final a la carrera política de Vázquez. Mujica escuchó pero nunca encontró sustancia suficiente como para avanzar en las investigaciones”, se lee en el libro.
“Ganó la barbarie”.
Durante la semana siguiente a las elecciones internas del Frente Amplio que habían sido el 28 de junio de 2009, Fernando Lorenzo (negociador en nombre del perdedor Astori) le dijo a Eduardo Bonomi (negociador en nombre del ganador Mujica): “Felicitaciones: ganó la barbarie”. Luego, Lorenzo y Bonomi serían ministros de Economía e Interior de Mujica.
El ex presidente nombró personas de las diversas fuerzas frentistas en su gabinete, pero siempre controló a todos los ministros. De acuerdo con el libro, Mujica “designó personas de su confianza para que ocuparan casi todos los lugares de poder. (…) Cada sector tendría su ministro, pero Mujica se encargó de preparar a alguien para controlarlo”.
Para ganar las elecciones nacionales al ex presidente Luis A. Lacalle —a quien Mujica llama “aristócrata”—, el ex mandatario tupamaro recibió el decidido apoyo del “eje bolivariano” más Argentina.
Cuando se supo que el ex guerrillero sería el candidato del Frente Amplio, el entonces presidente de Venezuela, Hugo Chávez, afirmó durante una visita a Sudáfrica: “Tenemos que hablar con Lula, con Cristina (Fernández de Kirchner), con Evo (Morales) y con Rafael (Correa) para ayudar a Pepe a que sea presidente de Uruguay”.
Chávez ya le había anunciado a Mujica en Caracas que “iba a colaborar en todo lo que estuviera a su alcance”. Incluso quiso viajar a Montevideo días antes de las elecciones de octubre, pero el propio Mujica le pidió que no lo hiciera. El tupamaro “no quería que lo asociaran con una figura que no recibía el respaldo del centro del espectro político uruguayo”, al cual “ya tenía bastante cautivado”.
Lula también lo respaldó expresamente y Fernández de Kirchner “le ofreció lo que pidiera para las elecciones”. Según el propio ex presidente, “los argentinos nos dijeron: ‘vos pedinos lo que precises, lo que precises te lo damos’. Fue (Julio) Baraibar en representación mía después de la primera vuelta y les pidió algunas cosas. Todo lo que pidió se lo dieron”.
Mujica abundó: “Pusieron unos vagones de Mar del Plata para Buenos Aires para transportar a los uruguayos y después, para traerlos para acá a votar, pusieron como 50 ómnibus. Trajeron gente de distintas partes de Argentina, hicieron una pegatina grande en Buenos Aires para convocar y les dieron días de licencia a los que vinieron a votar. No nos dieron más porque no pedimos más”.
Incluso, el ex presidente criticó, sin nombrarlo, a Tabaré Vázquez, por su relación con el gobierno kirchnerista durante su primera Presidencia. “En la pelea con Argentina jugamos a quién la tenía más grande. Fue una riña de gallos. Nos dejaron cinco años con los puentes cerrados por una estupidez de esas”, dijo.
Mujica opinó que “los presidentes tienen que tener marcha atrás” y no pueden conducirse en base a “caprichos”.
“Yo sé que a algunos no les gustó nada que haya arreglado (con el gobierno argentino), pero hice lo mejor para mi país. Nosotros no somos una provincia de Argentina de casualidad”, expresó.
¿Un complot para derrocarlo?
En el libro, Mujica dice que “a mediados de 2011 se enteró de que estaban preparando su sucesión, sin que él diera ninguna señal de que quería dar un paso al costado”.
“Personas del Frente Amplio que no lo querían habían empezado a hacer circular el rumor de que (Mujica) iba a renunciar a su cargo y hablaban de lo excelente que sería Astori como presidente. Tenían hasta una fecha aproximada prevista”.
Entonces, Mujica utilizó su audición radial de todas las semanas, dijo que el presidente era él “y que lo sería hasta el último día en que la Constitución de la República lo establecía”.
“Están haciendo cosas muy jodidas contra el gobierno”, reconoció Mujica. “Habló de un posible complot, volvió a referirse a ‘cosas muy jodidas’”, pero no quiso profundizar. “Algo de eso” fue su respuesta cuando le preguntaron si intentaban sustituirlo. Ni en el libro, ni después, Mujica ha identificado quiénes preparaban ese supuesto “complot”.
Para contrarrestar ese presunto movimiento golpista, originado en las entrañas del Frente Amplio, Mujica “destituyó ministros y jerarcas de todo rango, promovió leyes polémicas, asumió protagonismo en conflictos internacionales, recibió refugiados sirios, aceptó albergar a presos de la cárcel de Guantánamo acusados por Estados Unidos de ser terroristas árabes y hasta funcionó como mensajero entre La Habana y Washington”.
Los autores sostienen que “todo eso lo hizo para que no quedaran dudas de quién era el presidente”.
Los “ex”, la justicia y el derecho.
Si mucha gente lo ha visto como un presidente “distinto”, Mujica solo refuerza esa creencia. Según les dijo a los autores, no ser masón ni profesional universitario, y haber sido un presidiario, no es un impedimento para llegar a la Presidencia, pero sí para integrar el “grupo de los ex”.
“Soy un irreverente nato. Me junto con los ex presidentes y no me siento para nada en sintonía. Me miran raro. Ellos saben que no pertenezco a ese mundo. No pertenezco ahora ni voy a pertenecer nunca”, dijo.
Mujica aseguró haber recibido como presidente consejos de sus antecesores Lacalle, Sanguinetti y Vázquez, pero afirmó que “no siguió casi ninguno”. En particular, de Vázquez dijo que “se maneja como un monarca”.
“Sos el presidente y pensás que estás en una categoría superior. Un conde, un marqués, un monarca. ¡No jodás! Para mí es terrible eso”, manifestó.
Los autores dicen que “tampoco se siente muy afecto a la Constitución y a las leyes”. El ex presidente tupamaro cree que “lo político estuvo encima de lo jurídico a lo largo de la historia de la Humanidad y también ahora”.
“El abogado escucha lo que vos le pedís”, dice Mujica, “y después arregla las leyes de acuerdo con eso. Siempre va a estar a favor del cliente. Toda la vida fue así. El derecho positivo surgió para justificar lo que querían los gobernantes de turno”.
“Está muy bien el Estado de derecho porque lo otro sería la monarquía y que el rey haga lo que le parezca”, dice. Pero aclara: “No me vengan con que es perfecto, incuestionable y está por encima de todo, porque es mentira. Y lo es porque lo interpretan hombres opinables, subjetivos y que no pueden ser conscientes de su pertenencia de clase”.
El ex presidente dice sentirse “desencantado” con el Poder Judicial, a cuyos miembros ataca duramente. “Ahí se manifiesta la lucha de clases también. La Justicia no es comparable en el sentido de que decide lo que le piden o porque le pagan. Pero defiende la de ella y a veces tiene poco de justicia”, afirmó.
Añadió que “para colmo, los jueces son los únicos que levantan centros y van a cabecear para su bolsillo”.
“No me vengan con la vieja vendada y todo eso como símbolo de la Justicia. Está con los ojos muy abiertos y tiene la sensibilidad en el bolsillo. (…) Los tipos que tienen que laudar por el país han mantenido instituciones que son insostenibles y después me vienen a decir que la ley ante todo. Ni ellos se lo creen”, opinó.
Libertad, igualdad y capitalismo.
Mujica recordó su experiencia en la Unión Soviética, a donde viajó como representante de la juventud del Partido Nacional, cuando aún era blanco, a fines de los 50.
“Fui a la Unión Soviética cuando la gente del partido (Comunista) vivía de gran lujo. En ese momento ya se veía que iba a ganar la democracia, aunque los comunistas no lo podían ver. Tal vez yo, más libre, vi lo que ellos no podían. Entrabas a las fábricas y veías las caras de tristeza que tenían los obreros, pero ni ellos se daban cuenta”, rememoró.
“El problema es que la idea del socialismo no puede estar a las patadas con la libertad. El liberalismo promete lo que no da, pero como filosofía es un escalón superior de la humanidad”, indicó.
El ex presidente tupamaro considera que “la que respeta en serio la libertad es la anarquía. Por eso, de todas las ideologías, es la que más me interesa. Pero la libertad humana no quiere decir la ausencia de responsabilidad ni la ausencia de límites. El límite es no joder al otro”.
“Si vos te rompés el alma sin explotar al otro y conseguís más cosas, te tengo que aplaudir. No se puede pensar en un igualitarismo a ultranza. Eso no existe. Igualar para abajo es una boludez y no termina en nada bueno. Capaz que es lo más injusto”, dijo.
Los autores relatan que en uno de sus dos viajes a Cuba como presidente, Mujica les dijo a gobernantes cubanos en el famoso restaurante La Bodeguita del Medio, que el problema de esa isla es que “todos tienen empleo” y, por eso, nadie arriesga nada.
“Por más mierda que sea el capitalismo, es el que ayuda a crecer”, agregó.
En otro pasaje de “Una oveja negra al poder”, los periodistas relatan que Mujica aplicó la “táctica de la sífilis” para mantener a los inversores privados en Uruguay. “Para las sociedades anónimas, igual que para los grandes capitalistas, tengo la táctica de la sífilis”, contó Mujica. “La sífilis no mata a la víctima porque si lo hace no tiene de dónde comer. Si yo les saco todo o los corro de Uruguay, después no hay nadie que ponga plata. ¿Y quién me dice que nosotros vamos a manejar mejor esas cosas que ellos? Mirá lo que pasó en Venezuela. Les expropiaron todo y ahora están peor. ¡No me jodás!”.
De Posadas, Moreira y Couriel.
Danza y Tulbovitz sostienen que el ex presidente “no se siente cómodo con los integrantes del sistema político uruguayo”.
Mujica destaca a Ignacio de Posadas, ex ministro de Economía durante el gobierno de Lacalle (1990-1995), como referente intelectual de la oposición.
Y ataca a los frentistas Constanza Moreira y Alberto Couriel, electos como senadores del mujiquismo en el 2009, por no hacer aportes económicos al Movimiento de Participación Popular (MPP). “El órgano más sensible que hay es el bolsillo”, dijo Mujica, enojado con esos dos políticos.
“En el MPP hay un fondo para los compañeros cuando están enfermos y después está el fondo Raúl Sendic. Constanza no puso un peso. Me dicen que es de izquierda pero su corazón es más capitalista que la puta madre. Salió senadora de garrón, igual que Couriel. No ha puesto ni un peso en la vida. Se llevan todo de arriba. Al final te obligan a ser un hijo de puta, un sectario y no darle vida a nadie. ¿De qué izquierda nueva me hablás? Eso es todo una mentira”, declaró.
También arremetió contra los movimientos feministas. “El 60% del Plan Juntos son mujeres solas con hijos. ¿Vos creés que apareció una organización feminista para ayudar? No, esas son todas intelectuales con sirvientas”, acusó.
Y no solo eso: dijo que “el Frente Amplio tiene el caudal más grande de esas intelectuales insoportables. Se pelean con Lucía (Topolansky) porque Lucía les tira la de la sirvienta. Es preferible lidiar con una trituradora antes que con ellas”.
“Hacer mierda a esos gremios”.
Los periodistas relatan una discusión que presenciaron en las inmediaciones del aljibe que está frente a la entrada de la casa del ex presidente, entre éste y su esposa.
Los “gestores” de la conversación fueron los sindicatos de la enseñanza y el tema era “cómo funcionaban como un impedimento para cualquier cambio”.
Luego de críticas por la situación del sistema educativo uruguayo, Topolansky acusó a los medios de comunicación de estar sobredimensionando la realidad. “La educación no es un desastre; eso es lo que quieren mostrar los medios”, dijo la senadora tupamara.
Mujica respondió: “Otra vez lo mismo. La culpa de todos no la tienen los medios. ¡Vamo’ a terminar con eso! El problema no es el que decís, vieja. El problema es mucho más complejo. Puede haber cosas muy buenas en la educación, como vos decís, pero no se manifiestan”.
Topolansky insistió. “A mí me parece que es una operativa de la prensa”. Y Mujica volvió a contestar: “No, no, no le podemos echar la culpa de todo a la prensa. Acá hay un problema gremial y hay que hacer pelota a eso. Hay que juntarse y hacer mierda a esos gremios, no queda otra. Ojalá logremos sacarlos del camino”.
“Militares para nosotros”.
Aludiendo a las Fuerzas Armadas, Mujica manifestó expresamente que quiere que haya militares de filiación frentista. “Los milicos juegan un rol clave” y “sin las FFAA no se puede”, porque “quienes luchan por el poder se tienen que preocupar por las FFAA”.
El ex presidente cree que “la garantía de la democracia” es que “la cabeza de la oficialidad del Ejército refleje la realidad política del país, más o menos”.
“Si la división política de la sociedad no entra en la cabeza de los oficiales, queda en manos de logias. O son masones, o son nacionalistas, o lo que sea. (…) Por eso los del Frente Amplio tenemos que ganar militares para nosotros”, estimó.
No obstante, se lamentó de que la izquierda uruguaya no acepta su pensamiento. “Me encontré con una izquierda pacata que tiene miedo de hacer política con los militares. Yo tengo miedo de no tener milicos de mi partido político. ¡Se los estoy regalando a la derecha!”.
“No conozco a nadie que haya luchado por el poder en el mundo y que no se haya preocupado por tener milicos de su lado. Si no lo hacés, perdiste”, aventuró.
En el transcurso del libro, Mujica destacó su autenticidad. “A mí me tendrían que hacer un monumento porque soy el único tipo en la política uruguaya que dice lo que piensa”, dijo.
Información Nacional
2015-05-07T00:00:00
2015-05-07T00:00:00