Nº 2153 - 16 al 22 de Diciembre de 2021
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El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáAcaba de ganar el Premio Cervantes 2021, uno de los más prestigiosos premios de literatura de la lengua española. Es uruguaya, escritora y lesbiana. Cuando Cristina Peri Rossi habla de su orientación sexual, suele aclarar que “nunca estuvo en el armario”. Ya desde su juventud montevideana, en los años sesenta, desafiaba los cánones sociales: en la pared de su habitación tenía pegado un cartel con la frase “Yo no tengo prejuicio contra los heterosexuales, ni los discrimino”.
Sin embargo, señala que no le resultó fácil vivir su sexualidad abiertamente, sino que sufrió mucha discriminación y le ocasionó todo tipo de perjuicios. Aun así, aclara que siempre prefirió hacer frente a los desafíos antes que “traicionarse”.
Pero no todas las mujeres que son lesbianas tienen el carácter o las herramientas para enfrentar este tipo de violencias. De hecho, el informe realizado por la Secretaría de Diversidad de la Intendencia de Montevideo (IM) sobre “mujeres que se vinculan sexoafectivamente con otras mujeres” muestra que aún hoy —cincuenta años después de aquel cartel en el cuarto de Peri Rossi— para muchas mujeres sigue siendo muy duro vivir su sexualidad en paz.
Y no se trata simplemente de sentirse un poco incómodas acá o allá: la discriminación involucra desde aspectos laborales y temas de seguridad en la vía pública, hasta el rechazo total de las familias. “Mis padres no lo aceptaron, me dejaron de hablar por más o menos tres meses”, cuenta una de las entrevistadas en el informe. De hecho, muchas eligen no hacerlo público en el contexto familiar para evitar ese tipo de situación.
Quienes tienen la buena suerte de contar con un entorno cercano que las apoya, pueden encontrar dificultades en el trabajo. Según el informe, algunas mujeres perciben el espacio laboral como peligroso, por ser ámbitos “en los que hay una postura homofóbica que se hace visible”. Es por esto que muchas veces prefieren no mostrarse como mujeres no heterosexuales en el trabajo. Hay quienes directamente eligen no transitar laboralmente por algunos lugares para evitar situaciones incómodas o por el riesgo de perder el empleo si se enteran: “por ejemplo, un colegio privado católico”, señala una de las entrevistadas, lugares donde “mi estilo de vida no coincide con los valores”.
Las distintas decisiones que van tomando las mujeres sobre cuándo manifestar o no su identidad sexual es lo que se conoce como “gestión del silencio” y hace referencia a la necesidad de una persona de estar en todo momento calibrando si está en un contexto seguro como para hacer públicos sus vínculos afectivos. Esto es a lo que se refería la teórica estadounidense Eve Kosofsky Sedgwick en su libro Epistemología del armario (1990) cuando escribía: “En el ámbito individual, incluso entre las personas más abiertamente homosexuales, son muy pocas las que no están en el armario con respecto a alguien que es personal, económica o institucionalmente importante para ellas”. Es necesario prestar atención a lo que dice esta frase, porque habla de algo que es muy doloroso, y cuesta aceptar que aún hoy esta siga siendo la realidad de tantas personas en el mundo entero. Vivir con miedo a amar. Vivir escondiendo el amor. Se me destruye la cabeza.
Al salir de los ámbitos más personales y analizar la experiencia en el espacio público, la investigación de la IM también evidencia una gran cantidad de situaciones problemáticas. El riesgo es percibido en la calle, en los parques, en el transporte público; aunque la discriminación está tan naturalizada que a veces pasa desapercibida. Según el informe, algunos barrios son más amigables que otros, sin embargo, siempre hay miradas pesadas, a veces insultos, o hasta personas que se retiran de lugares para no estar cerca de “la pareja de mujeres demostrándose afecto”. Tampoco se liberan del acoso por parte de los varones, incluso algunas mujeres dicen sentirse mucho más sexualizadas cuando están en el espacio público con una mujer, porque se transforman en un objeto sexual para la mirada masculina básica.
Hay tanto por mejorar como sociedad.
Para esta navidad, les deseo de corazón una vida con mucha más tolerancia y respeto por todo lo que no es igual a ustedes, y que, sobre todo, no le hace daño a nadie.