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Si se repasa detenidamente, el procedimiento no es novedoso: el cancionero de La Vela Puerca está repleto de personajes, Pedro en Deskarado, El Viejo en De bichos y flores, el narrador de Por la ciudad en A contraluz. Por citar solo tres. Como un cuento o una novela, dividido en tres capítulos, Érase (Bizarro), el sexto disco de estudio de La vela Puerca, está concebido como un relato poblado de personajes. Uno por canción. El concepto tiene eco en uno de los mejores trabajos gráficos que ha entregado la banda: un niño dentro de una escafandra rodeado de libros, tinta, pluma y papel. La alusión al centenario Little Nemo, pionero de los personajes de cómic, no parece casual.
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Un adicto en busca de la salida es el anfitrión del disco, en la primera de estas once nuevas canciones, al galope del punk rock de cepa hispana que la banda amiga cultiva desde sus inicios. Un hombre solo que vive de los recuerdos, es el protagonista de El Soldado de plomo. Una variación de este sujeto, que quiere olvidar sus pesadillas, aparece en El primero, en Mi tensión o en Su ley. Un “triste polizón” vive su gran aventura en La vuelta al sol.
La peripecia vital de Sebastián Teysera es su principal motor creativo. Se puede llegar a afirmar que se trata con variaciones de la misma canción. Pero también es no menos cierto que estas pequeñas historietas que pueblan el cancionero de La Vela Puerca siguen respirando buenas ideas, riqueza de imágenes literarias y una gran intensidad emotiva.
Ves es una canción adictiva, que nació, según cuenta Teysera, a partir de un arpegio de guitarra. La voz de Jaime Roos se amalgama naturalmente. El “No” con que comienza su intervención condensa en una sílaba y una nota el gran poder interpretativo del autor de Durazno y Convención. Teysera y su ladero, Sebastián Cebreiro, no ocultan su emoción cuando relatan cómo se involucró con la canción, al punto de componer todos los arreglos vocales y oficiar de productor artístico de la pieza. La esencia vocal de dos primeras figuras de la canción uruguaya fluye con el enorme poder expresivo de la síntesis.
El otro convidado de honor es Gabriel Peluffo, en Sin avisar, un rock frenético a pedir de boca para la voz que suena igual de aguerrida y furibunda que hace 31 años, cuando una noche comenzó a rockear en el Templo del Gato.
La brevedad parece ser la mayor virtud de este disco, junto a su sonido: la grabación, edición y producción artística del álbum fue compartida por los músicos y Esteban Demelas, el ingeniero de sonido argentino que trabaja con la banda desde hace varios años. La consigna fue simple: que el disco sonara como los shows en vivo. Y comieron perdices.