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“Tun tun, ¿Quién es? Gente de paz, bajen esos precios, llegó Nicolás”. El estribillo del villancico del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, resuena en radios y televisores del país caribeño, que desde principios de noviembre vive una Navidad decretada por el mandatario casi dos meses antes de la fecha en búsqueda de “la felicidad del pueblo”. La “gente de paz” a la que alude la canción son los militares que salieron, por orden presidencial, a vigilar y fiscalizar que los comercios ofrezcan rebajas de hasta un 50 % y vendan a “precio justo” electrodomésticos como heladeras, aires acondicionados, televisores o lavarropas.
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Desde que Maduro asumió el poder en Venezuela tras la muerte de Hugo Chávez en marzo de 2013, ha sido noticia casi permanente. Pero mucho más por salidas fuera de tono, actos fallidos o su insistente idea de ver personificado al fallecido comandante en pájaros o paredes, que por su gestión de gobierno.
El nuevo perfil de Maduro, un excanciller y exvicepresidente de Chávez que durante sus visitas a Uruguay aparecía como un diplomático solemne y circunspecto por detrás de la figura del verborrágico comandante, es observado hoy de manera dispar en filas del partido de gobierno.
¿Cómo continúa, bajo el pulso de un Maduro por momentos errático, una relación bilateral que estaba marcada por la impronta del líder fallecido el 5 de marzo? El presidente José Mujica afirmó que todo sigue “igual”, pero admitió que Chávez es “irrepetible”.”La relación no cambió, anda bien… Es una relación muy cordial”, dijo a Búsqueda. Para Mujica el “problema” que enfrenta Maduro es lidiar con la “sombra de Chávez”, el “querer seguir el estilo” de “un personaje que rompió el molde y es francamente irrepetible”.
Según fuentes consultadas por Búsqueda, el Movimiento de Participación Popular (MPP), el Partido Comunista (PCU) y parte del Partido Socialista (PS) son los sectores que “realmente bancan” y ven con “simpatía” el proceso de revolución boliviariana que ahora lidera Maduro; el resto mira con “cautela” e “incertidumbre” lo que pueda pasar con la Venezuela pos Chávez.
Para el diputado José Carlos Mahía (Asamblea Uruguay), presidente de la Comisión de Asuntos Internacionales de la Cámara de Diputados, la “expectativa” está centrada ahora en que Uruguay pueda “mantener una relación fluida” debido a los “intereses económicos” que existen con el país caribeño.
El legislador puntualizó que para que la relación comercial siga su cauce será “determinante” la “propia evolución de la situación social y económica de Venezuela”. El intercambio entre ambos países ha venido en aumento desde que la izquierda llegó al gobierno.
El año pasado Venezuela fue el cuarto mercado para las exportaciones uruguayas, que colocó productos —sobre todo alimentos— por un valor de U$S 406 millones. Durante el mandato de Chávez, Uruguay se benefició de distintos y millonarios acuerdos de cooperación que le permitieron desde la compra de petróleo a bajo precio y conveniente financiación, recuperar empresas fundidas como Funsa, Envidrio, Urutransfor y Midover, hasta mejorar las condiciones edilicias del Hospital de Clínicas y el Instituto Nacional del Cáncer. En mayo, a pocos días de las elecciones que lo confirmaron al mando de Venezuela, Maduro —en su primer salida internacional— llegó hasta Uruguay y rubricó nueve convenios de cooperación en áreas vinculadas con salud, defensa, turismo, cultura, energía y alimentación. En su visita a Montevideo se salió varias veces de protocolo y exhibió todo el histrionismo que no había mostrado cuando estaba a la sombra de Chávez: rememorando viejos tiempos como chofer, condujo el auto oficial y hasta se animó a ponerse detrás del volante de un ómnibus de Cutcsa durante el trayecto que va desde el edificio de la Intendencia hasta la sede del Pit-Cnt, donde fue invitado especialmente a un foro sindical. La central obrera es la que más señales de adhesión ha enviado a la Venezuela de Maduro. Hace unas semanas, algunos de los integrantes de su Secretariado Ejecutivo se reunieron con el embajador venezolano, Julio Chirino, para explicitarle una vez más su apoyo a la “causa bolivariana”.
Personas, no partidos.
Mahía se apuró a aclarar que la relación con Venezuela debe seguir fluyendo sin perjuicio de “los estilos” de Maduro para gobernar. “Ese es un tema de los venezolanos, que tienen una cultura diferente a la nuestra”. El presidente Mujica fue en la misma línea, pero advirtió un detalle importante si se trata de comparar líderes políticos y formas de gobernar: en los países como Venezuela las políticas las llevan adelante las personas por encima de los partidos. “Hay que entender que el Caribe no tiene nada que ver con nosotros, que tenemos un sistema de partidos que si no es el más viejo es uno de los más viejos del mundo... Eso es el verdadero respaldo”, señaló. “La gente no se da cuenta el capital que significa tener partidos fuertes, no personas, sino partidos fuertes. Esa es una ventaja incomparable que tenemos”, subrayó Mujica.
Denuncia en el Parlasur.
Buena parte de la estrecha relación que mantienen Uruguay y Venezuela se debe al impulso que tanto el expresidente Tabaré Vázquez como Mujica proporcionaron para que el país caribeño ingresara al Mercosur, algo que finalmente se concretó en julio de 2012. Desde su incorporación al bloque, el Parlamento del Mercosur (Parlasur) no había sesionado. Y cuando se volvió a reunir, el lunes 2, lo hizo con la ausencia de la delegación venezolana, que se excusó por la inminencia de las elecciones municipales celebradas el pasado fin de semana.
El presidente del Parlasur, el diputado frentista Ruben Martínez Huelmo, informó a Búsqueda que entre los temas a tratar por una de las comisiones formadas —la de derechos humanos en este caso— se encuentra una denuncia de un comerciante que está vinculada, casualmente, a la decisión de Maduro de intervenir con militares para bajar los precios de los electrodómesticos.