—¿Es resultado de las personas que están en el Trío? No cualquiera es capaz de hacer ese destilado de influencias…
—No, en realidad lo que tocamos es común a muchas músicas, no es nada único. La particularidad del sonido está en cada persona, está en cómo tocamos. Cómo toca el bajo Daniel es lo especial y cómo toca la batería Fabián es lo que lo hace distinto. Se define a ojos vista lo que hacemos.
—¿Cuándo piensan grabar ese disco nuevo con el Trío?
—Después de estos shows. Tenemos cuatro shows para tocar estos temas y luego vamos a Buenos Aires a grabar. Es más cómodo, ya que Daniel y Fabián viven allí. Lo vamos a mezclar en Sondor con Gustavo de León. Eso fue lo que hicimos cuando grabamos el Cuarteto Oriental hace unos años. Pero como a Amuedo es muy difícil tenerlo, está muy ocupado (el guitarrista Leonardo Amuedo toca con Ivan Lins), decidimos que los tres que siempre estamos disponibles íbamos a grabar nuevos temas como Trío Oriental.
—¿En los temas de Daniel Maza está también esa impronta de reunir influencias en clave destilada? ¿Hay intenciones comunes?
—Sí, además Daniel tiene un sentimiento muy fuerte en la melodía. Es un compositor natural, lo que compone lo hace muy fluida y naturalmente.
—Como compositor has entrado y salido de géneros. ¿Te sentís más cómodo componiendo en formato canción o en el ámbito más libre de los temas instrumentales?
—Diría que en ambos territorios soy feliz. Está medio entreverado, porque también compongo boleros, pero si me invitan a un festival de jazz, no voy a cantar un bolero. Pero en mis composiciones hay algún roquito, un qué sé yo, una cancioncita pop.
—Cuando te plantás como compositor, ¿desde dónde arrancan los temas?
—De la nada, porque yo no pienso. Como compositor, como Hugo, yo no pienso. Yo pienso en que tengo que hacer los mandados, en los compromisos, el ómnibus, el horario, en los cables que tengo que llevar, en ensayar las músicas, etc.
—O sea, cuando componés, tu música sale de un lugar que no existe.
—Exactamente. Además, el tipo de cosas, el tipo de notas que yo hilvano es muy popular. Las secuencias de notas que toco son algo completamente normal, no tienen nada único. Hilvano notas por caminos ultraconocidos. Eso quiere decir que lo que hago es por mi poco conocimiento, que hago eso porque viene de la música popular. No puedo llegar a esos niveles más complicados, lo que yo compongo es popular.
—¿Se puede decir que es uruguayo también?
—Claro, es uruguayo. Una persona que esté sentada en una sala y vea tocar a este Trío, se da cuenta enseguida de que de México no somos. Que venimos de otro lugar.
—¿Podrías decir que en algún momento empezaste a componer como Hugo Fattoruso? Quiero decir, sin pensar en un proyecto específico, componer tu música sin más. ¿Hay algún momento específico de tu trayectoria.
—Creo que uno va mejorando. O al menos eso espero. Quiero creer que he mejorado a lo largo del tiempo. Ya son unos cuantos años componiendo. Lo que sí puedo decir es que estoy en el caso.
—¿Y eso qué quiere decir?
—Que estoy en el caso, que estoy encima, atento. Que no hay negligencia de mi parte como autor.
—¿Sos de los que creen que el mejor disco es siempre el próximo?
—No, creo que ya llegué a mi techo. Hace rato que llegué a mi techo. Pero uno armando cosas tiene que probar, tiene que experimentar. Es un proceso abierto, no hay nada prohibido.
—¿En qué sentido no hay nada prohibido?
(Hugo, que sigue sentado sobre el cajón peruano frente al piano, gira y se pone a improvisar. Toca más o menos medio minuto y gira otra vez.)
—En este sentido, esto es otra música y esto (vuelve a tocar, ahora acordes) también es nuevo. No hay que ponerse límites previos cuando uno se pone a componer.
—¿Cuando componés, te encontrás con temas que salen rápido y otros que deben ser cajoneados un tiempo antes de ver si funcionan?
—Bueno, en realidad a veces hay cosas que tengo que ir trabajando compás por compás y otras que son más populares, que salen de manera más natural, fluyen más rápidamente.
—¿Le dedicás muchas horas a la composición?
—No, es decir, estoy tocando todos los días pero no siempre componiendo. A veces toco libre, musicalizando la madera, el cuarto, como toco yo. Y también hago ejercicios. Tengo que estudiar como un deportista, un ciclista, como un maratonista. Tengo que estar en práctica constante, porque a veces toco un estilo de música que me exige estar preparado técnicamente. Si tocara siempre baladas, boleros y cosas así, la parte técnica no sería tan necesaria. Pero como tocamos estas músicas instrumentales, los dedos tienen que estar siempre en forma.
—A lo largo de tu trayectoria has hecho músicas muy diversas y difíciles de clasificar. Por un lado, muestra esa libertad que decís. Y, por otro, en una industria que tiene todo muy etiquetado y compartimentado, ¿no es un problema jugar musicalmente en donde las cosas pierden el nombre, la etiqueta?
—No me mueve un pelo (risas).
—¿No te preocupa que tu música no se amolde a los compartimientos del mercado?
—No puedo, no tengo tiempo para prestar el oído a semejante hipótesis. Estoy atrasado, no me da el día para hacer todas las cosas que quiero. Hago mandados como todo el mundo y luego estudio todos los días. A veces puedo estudiar más y mejor, y me encanta. Estar en ese contacto permanente con la música me alegra, me da la sensación de tranquilidad.
—¿Y cuál sería el papel del disco en la música de hoy? ¿Es distinto a lo que era antes?
—Es una tarjeta de presentación del producto: luego tenés que ir a verlo en vivo. Que el disco exista es un llamado a quien esté prestando atención a esa música. Significa que ese proyecto está vivo.
—¿Sos de escuchar música o solo de hacer música? A veces los artistas están tan concentrados en su música que no escuchan mucho lo que suena alrededor.
—Escucho música, sí. Somos de escuchar música. Hay tareas que hacemos aquí y estamos escuchando música. Ordenando papeles, haciendo cosas caseras, pasando la escoba, ponés unas músicas y conectás con toda esa gente que la está haciendo. Escuchamos mucha música folclórica. Internet es maravilloso para descubrir músicas de otros lugares, es muy bienvenida esa posibilidad.
—¿Y algo de esas músicas se termina colando en la tuya?
—Bueno, siempre te sensibiliza y enriquece. Otra cosa es cómo cada uno procesa esa sensibilidad. Porque podés ser un pintor igual, estás trabajando en un cuadro y escuchando música y generás conexión. Yo como músico no sé si establezco siempre esa conexión, pero como persona, sí. Y eso te endulza el alma siempre, la vida, que exista esa belleza.
—Ese aspecto de la tecnología es sin dudas maravilloso. Pero, ¿no ha traído también una serie de cambios sobre la industria musical? ¿Cambios que no necesariamente son buenos para el artista?
—Por un lado, ahora las cosas son así, mas allá de lo que yo opine. Y sobre si me ha afectado, creo que no mucho. Yo estoy en la línea de vendedores de pocas unidades, así que esos grandes cambios tecnológicos me pasan más bien por el costado. No sé bien cómo se maneja, sé que hay una cantidad de guita boyando y que hay una cantidad de artistas que están en esa vuelta. Pero para mí eso no existe, es como hablar con un marciano. A mí no me afecta. De hecho, me libera, no tengo por qué pensar en ese mundo.
—Sin embargo, vos has encontrado nichos en donde tu música funciona, es respetada y encuentra un público. Pienso en Japón, por ejemplo.
—Bueno, eso también son golpes de suerte. Yo estaba en la orquesta de Djavan. Y con él fuimos a Japón. Y ahí me encuentro con Yahiro Tomohiro, que era fan de Opa. Quedamos en contacto, pero luego el contacto se perdió. Diez años después, él me contacta porque había encontrado un papelito que yo le había dejado con el número de mi prima, acá no había teléfono. Y así me buscó y retomamos el contacto. Me invitó a ir a Japón y ahí comenzamos a grabar y hacer cosas. Primero, grabamos varias veces, con músicos brasileros, argentinos y japoneses. Y yo, uruguayo, claro. Pero después, gracias a él, fui trabajando con músicos japoneses hasta que sugirió tocar juntos. Este año es el número 13 de la gira Dos Orientales. Vamos en agosto y Albana (Barrocas) también viaja como percusionista invitada en algunos temas. Y al final del show tocamos los tres tambores: chico, repique y piano, algo que le encanta a la gente.
—¿Cómo es el público en Japón? ¿Es público de jazz?
—Tocamos en festivales de jazz, pero también tocamos en festivales de todo tipo. Y hacemos fechas en boliches chicos. Y una de las presentaciones siempre es en un festival grande, que es el que solventa la gira. Porque si tocás en un boliche chico, para 40 o 50 personas, con eso apenas pagás el hotel. De hecho, esta gira existe gracias al tesón y trabajo de Atsuko Kai, la mánager del proyecto, que además maneja; viajamos en su van y tanto ella como Tomohiro manejan largos tramos para llegar a donde tocamos. Y cuando llegás, es increíble.
—¿En qué sentido?
—Por ejemplo, en el 95% de los boliches, no importa si son chicos, cuando llegás, te encontrás un piano increíble y al afinador esperándote, parado al lado del piano, a las cuatro y media de la tarde. Y cuando vos empezás a armar, lo tenés al afinador que te dice: “Por favor, pruebe a ver si todo está bien”. Y yo le digo: “¿Cómo lo voy a probar, si está divino el piano?”. Y te dice: “Sí, todo bien, pero pruébelo, por favor”. Y hasta que no lo probás, el hombre no se va.
—Debe ser interesante trabajar en un lugar con una cultura laboral así…
—Claro, cosas como que el afinador prueba cada tecla y si encuentra algo que no le gusta, abre el piano y le pone a esa tecla una arandela de papel de no sé cuántos milímetros que la calibra perfecto. Y hace eso con cada tecla. Y te deja aquello que es una maravilla. Es trabajar con un estándar parejo en todo. Así como el local se preocupa por ese detalle, lo hace con todos los otros detalles: el sonido, la acústica, todo. Eso es Japón.
—¿Llegará un día en que haremos las cosas así por acá?
—No hay gente como ellos, la verdad. Los japoneses son únicos.
—En su biografía, Rada cuenta que después de haber grabado el primer disco de Opa, fueron invitados a comer un asado en casa de Quincy Jones. Dice que vos te estabas haciendo cargo de la parrilla, que hacía un calor brutal y estaba lleno de músicos prestigiosos. Y que cuando alguien puso el disco de Opa a sonar a todo volumen, vos empezaste a pedir a los gritos que lo sacaran porque te daba vergüenza. ¿Ustedes eran conscientes de que habían hecho un disco perdurable en el tiempo?
—Agradezco el cariño que genera esa música, pero creo que siempre estamos aprendiendo. Soy un principiante, lo era entonces, más que ahora, pero lo sigo siendo. Agradezco un montón los piropos por esa música, pero no creo que nadie haya pensado en eso cuando hicimos el disco.
—Como espectador tengo la impresión de que en esos discos de Opa la música alcanzó un grado de pureza y universalidad que no estaba en Los Shakers.
—Ay, no, por favor, Los Shakers no, chau, fuera (risas). Lo de Opa es mucho más sincero; lo otro era una pantomima. Por más que nos enroscamos, era una payasada. Era querer ser algo que no éramos. Por lo menos Opa se tiró por otro barrio. Igual, fue un golpe de suerte.
—Me da la sensación de que Opa marcó no solo hacia afuera sino también hacia adentro: escucho los temas del Trío y si bien no es Opa, hay sabores de esa música.
—Claro, en lo que hago ahora hay, de manera inevitable, cosas de entonces. Creo que uno siempre intenta mejorar, en la composición, en el toque. Yo lo intento. De todas maneras, voy a lograr lo que el techo me permita. Es decir, estoy ocupado. Tan ocupado que ni a mí me doy pelota. ¿Viste cuando la cabeza empieza con algún titubeo? No le doy lugar.
—¿Qué planes tenés para los próximos meses más allá del Trío?
—Vamos a grabar el segundo disco de acordeón. En agosto tenemos la gira de Dos Orientales con Yahiro Tomohiro por Japón. En paralelo está el Quinteto Barrio Sur, con la temática del candombe urbano, con la familia Silva, Wellington, Matías y Guillermo. Y Albana que toca y canta también. Esto va por un lado. El Trío, por otro; luego, Albana y Hugo es otra cosa. Casi todos son proyectos que están latentes, contás uno, dos, tres y todos arrancan en seguida.
Vida Cultural
2018-07-26T00:00:00
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