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Estamos en la España de la última década del siglo XIX, época de la Restauración de los Borbones, durante la que floreció con fuerza el arte musical de la zarzuela con autores como Ruperto Chapí, Tomás Bretón, Emilio Arrieta, Francisco Asenjo Barbieri o Federico Chueca. Hasta el momento habían triunfado en los grandes teatros las zarzuelas de tres actos, un espectáculo de raíz popular que, sin embargo, solo las clases acomodadas podían disfrutar en razón del costo de las entradas, que a su vez respondía al costo del montaje de los espectáculos. El desarrollo económico trajo entonces una ascendente clase media y para favorecer la supervivencia teatral, la alternativa fue producir espectáculos de menor duración con entradas más baratas.
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Es así que en 1886 se estrenó en Madrid La Gran Vía, de Federico Chueca y Joaquín Valverde, zarzuela en un solo acto dividido en cinco cuadros. En atención a su rotundo éxito, en 1894 se estrenará La verbena de la Paloma, también en un solo acto dividido en tres cuadros. Ambas obras son prototipos del género chico, de corta duración, llamado “teatro por horas”. El novelista y dramaturgo Benito Pérez Galdós dijo, refiriéndose a este nuevo género: “Un sistema de espectáculos que sin lugar a duda es peculiar de Madrid, como si dijéramos su especialidad, sistema desconocido en otras capitales, pero que por fin ha de cundir y propagarse porque es muy bueno y responde a fines sociales y económicos. Me refiero a las funciones por horas o por piezas que tanto éxito tienen aquí, atrayendo y regocijando a la gran mayoría del público. Los inventores de esta división del espectáculo público, abaratándolo a las modestas fortunas y haciéndolo breve y ameno, conocían bien las necesidades modernas. Es poner el arte al alcance de todos los peculios, sirviéndolo por amor y en dosis que no hastían ni empalagan”.
Madrid pasó definitivamente a ser protagonista del género chico. No solo fueron protagonistas los personajes de cada obra sino la propia ciudad, sus calles, plazas, ambientes y costumbres, la vida cotidiana del pueblo, de los señoritos, de la aristocracia y de los militares. Incluso el clima mismo, como es el caso del calor agobiante de la noche víspera de la fiesta de la Virgen de La Paloma. Los dichos, las sentencias, las situaciones, todo muestra una realidad decimonónica en que se tenían muy en cuenta los valores morales y virtudes como el trabajo, la honradez, la familia y el matrimonio.
La verbena de la Paloma, subtitulada El boticario y las chulapas y celos mal reprimidos tiene libreto de Ricardo de la Vega y música de Tomás Bretón, y se estrenó el 17 de febrero de 1894 en el Teatro Apolo de Madrid. Su título refiere a las fiestas madrileñas en torno al 15 de agosto, cuando se celebra la procesión de la Virgen de la Paloma. En un principio el músico contratado fue Ruperto Chapí, pero por desavenencias con los empresarios del Teatro Apolo fue reemplazado por Tomás Bretón, compositor prolífico, autor de varias zarzuelas, óperas, música de cámara y sinfónica. El argumento trata de los amores y celos entre una pareja de novios, Julián y Susana, ambos “hijos del pueblo de Madrid”, como dice en un pasaje la letra cantada. Los demás personajes van dando vida al ambiente que se respira en esa calurosa noche de verano víspera de la Fiesta de la Paloma, en un barrio popular madrileño.
El dramaturgo Ricardo de la Vega, autor del libreto, había ganado éxito algunos años antes de la Verbena con El año pasado por agua, con música de Federico Chueca y Joaquín Valverde, donde también el clima aparece protagonizando la obra, a raíz de un año muy lluvioso en Madrid.
Cuenta la historia que un hecho real inspiró al libretista para la historia de la Verbena: De la Vega colaboraba con la revista La Gran Vía y tenía pésima caligrafía, lo que daba lugar a que el linotipista de la revista lo visitara con frecuencia en su casa para que el autor le descifrara la letra escrita. Esa frecuentación creó cierta amistad entre los hombres y facilitó que el linotipista le confiara a De la Vega la siguiente confidencia: “He reñido con mi novia; la he visto junto con su hermana paseando en coche de caballos y dejándose alagar por un viejo verde. Mañana, si nos encontramos en la verbena de la Paloma, prometo armar un escándalo”. De este modo la confidencia del joven quedó grabada en la mente del escritor y dio origen al libreto de la zarzuela.
La puesta que este miércoles 20 se estrenó en el Teatro Solís cuenta con la dirección musical del maestro Martín Jorge al frente de la Banda Sinfónica Municipal y la dirección escénica de Jimena Marquez. La escenografía y el vestuario están a cargo de Daniela Renée López, la iluminación de Claudia Sánchez y el Coro de Esteban Farfán. Se cuenta además con la participación de integrantes del Coro de Escribanos Notarius y Procantus.
En los papeles principales cantarán: barítono Fernando Barabino (Don Hilarión), barítono Alfonso Mujica (Julián), soprano Sofía Mara (Susana), soprano Sandra Scorza (Casta), Jimena Vázquez (Tía Antonia), mezzosoprano Stephanie Holm (la Tabernera), soprano Sandra Silvera (la Cantadora), Carlos Sorriba (el Tabernero) y el barítono Alvaro Godiño (Don Sebastián).
La verbena de la Paloma se repite hoy jueves 21, el viernes 22 y va por última vez el sábado 23, siempre a las 20 horas, en el Teatro Solís.