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Cuando la legislación uruguaya incorporó el régimen de monotributo, en 2001, la cantidad de trabajadores informales representaba el 43% de los ocupados. En algo más de 20 años, la cifra se redujo a la mitad y la creación de ese régimen de aportes simplificados y mínimos es una de las posibles explicaciones de este descenso. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) considera que este modelo fue “una de las medidas asociadas a esa reducción”, pero critica alguno de sus aspectos, que puede consolidar un “régimen de seguridad social de segunda”, según concluye en su informe Monotributo y monotributo social en Uruguay: apreciaciones de trabajadores y trabajadoras monotributistas.
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El régimen se dirige específicamente a trabajadores por cuenta propia y pequeñas sociedades sin empleados, que antes solo tenían la opción de realizar los aportes como empresas unipersonales en el Banco de Previsión Social (BPS). Combina los aportes a la seguridad social y el impuesto a la renta en un solo pago, recaudado por el organismo previsional.
Los monotributistas se desempeñan en muy diversos sectores de actividad, como peluqueros, tapiceros, artesanos, estilistas, costureras o reparadores de computadoras, enumera la OIT. En 2011, a través de un decreto del gobierno de José Mujica, el régimen incorporó a los cuidacoches, limpiadores de edificios, guías turísticos, entrenadores de mascotas, entre otros oficios similares. Ese año también se creó el monotributo social, que funciona supervisado por el Ministerio de Desarrollo Social (Mides), dirigido a personas económicamente vulnerables. A partir de entrevistas a personas inscritas en estos regímenes, la OTI concluye que la principal motivación para darse de alta es “por obligación” o “para acceder a nuevos clientes”.
A lo largo del tiempo, el monotributo logró una “cobertura relevante”, señala el informe. En las dos modalidades, representa casi 2% del total de los trabajadores del país y entre 14% y 23% de quienes no cotizan a la seguridad social que pueden ser monotributistas. El aporte mensual en los dos regímenes es de $ 1.961, lo que representa 57% del aporte mínimo mensual de las unipersonales.
Para la OIT, el monotributo es una iniciativa “relativamente exitosa” a la hora de regularizar el trabajo informal, aunque critica algunos aspectos. Es “posible” que se consolide un “‘régimen de seguridad social de segunda’ con menores beneficios y condiciones que no ayudan, necesariamente a superar la precariedad laboral”, afirma. Con este modelo “es difícil avanzar hacia el régimen general con mayor protección social”.
El organismo recomienda mejorar la “calidad de las prestaciones”, lo que incluye aumentar el acceso a los beneficios de salud y a la información sobre el régimen. También sugiere flexibilizar los mecanismos de aporte para acceder a “mejores prestaciones” y reducir la brecha con las empresas unipersonales.