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    Oscar 2018: el huracán Fran

    Frances McDormand, Mejor actriz

    En el liceo interpretó a Lady Macbeth, y tal vez aquella actuación ya le marcó un destino: ella iba a conseguir papeles de mujeres fuertes, de esas que mueven la historia. No siempre los obtuvo, porque sus personajes fueron desde los más alocados a los más contenidos y duros. Pero en todos dejó una actuación destacada y así lo muestran las nominaciones y galardones que recibió en su trayectoria.

    Ahora, Frances McDormand tiene 60 años, usa el cabello corto y canoso, les huye a los vestidos lujosos, no se maquilla y exhibe con orgullo sus arrugas, a las que considera “su mapa de carretera”. Y lo más importante: cuando aparece en la pantalla nadie queda indiferente. Tampoco cuando habla, como sucedió el domingo 4 cuando subió al escenario para agradecer y recibir su segundo Oscar como Mejor actriz por Tres anuncios por un crimen, de Martin McDonagh. El primero en el mismo rubro lo había obtenido en 1996 por Fargo, dirigida por Ethan y Joel Coen.

    Hay que detenerse en Fargo porque en esa película está uno de sus papeles memorables, el que la transformó en una actriz reconocible y querible para el gran público. Allí interpretó a Marge Gunderson, jefa de policía de la helada Minnesota, quien investiga un secuestro y tres asesinatos. Está embarazada de siete meses y camina con dificultad por la nieve tras dos criminales dementes. Lleva la insignia de policía en su gorro de piel con orejeras, un chaquetón pesado y gruesos mitones. Es la policía que quisiéramos tener en la seccional más próxima, o por lo menos como vecina.

    Es que McDormand interpreta con gran naturalidad a esta mujer de habla pueblerina y gran sentido común frente al desquicio de los asesinos, lo que causa gracia y admiración. Sobre todo cuando se enfrenta con uno de los delincuentes, justo en el momento en que está pasando la pierna de un cadáver por una máquina trituradora de madera. Es el humor negro de los hermanos Coen, ese que McDormand captó al vuelo desde la primera vez que trabajó con ellos.

    Esa primera vez fue en 1984, en la película Simplemente sangre, un homenaje a lo mejor del cine negro. Allí fue el inicio de todo: de los Coen como directores, de McDormand como actriz de cine y también como figura fetiche de los hermanos, quienes la dirigieron en Educando a Arizona (1987), El hombre que nunca estuvo (2001) y Quémese después de leerse (2008).

    Además fue el inicio del romance entre la actriz y Joel Coen, quienes se casaron a comienzos de los 90 y se mantienen juntos hasta hoy. Al poco tiempo adoptaron a Pedro, un niño paraguayo, ahora un muchacho de 24 años musculoso y con gran parte de su cuerpo tatuado. Pedro es amante de las selfies que sube a Instagram, donde suele aparecer con su madre. Es entrenador personal y masajista, y además ha trabajado como técnico de cine. A partir del domingo 4, cuando las cámaras del Oscar pusieron en él los focos, Pedro pasó a ser noticia.

    McDormand también fue una niña adoptada. Nació en 1957 en Illinois de una madre soltera, quien la llamó Cynthia Ann Smith y la dio en adopción a los 18 meses a una pareja de origen canadiense: los McDormand. Sus nuevos padres —una enfermera y un pastor de la iglesia Discípulos de Cristo— le pusieron Frances y la criaron junto a otros dos niños adoptados. Por el trabajo evangelizador del padre, vivieron en varios estados. Frances siempre estudió y en 1982 obtuvo un Máster en Bellas Artes en la Universidad de Yale. Allí conoció a Holly Hunter, con quien se mudó a Nueva York. Fue justamente Hunter quien le avisó del casting para Simplemente sangre, y juntas trabajaron en Educando a Arizona, donde McDormand tuvo uno de sus papeles “alocados”.

    Si bien nunca abandonó el teatro (en 2011 ganó un Tony con la obra Good People), su proyección fue en el cine. La primera nominación al Oscar como actriz de reparto la tuvo en 1988 por Mississippi en llamas, de Alan Parker. La película se basó en un hecho real: el asesinato en 1964 de un grupo de activistas pro derechos civiles. Junto a los protagonistas, Willem Dafoe y Gene Hackman, McDormand interpretó a la esposa de un miembro del Ku Klux Klan que teme a su marido y quiere justicia. Un papel secundario pequeño, aunque potente, de esos que mueven la acción y la resuelven.

    También como actriz de reparto fue nominada en 2000 al Oscar y al Globo de Oro por Casi famosos, de Cameron Crowe. Allí es la madre estricta y sobreprotectora de un adolescente de 15 años que escribe una crónica para la revista Rolling Stone sobre una banda de rock con la que se fue de gira. Una película inteligente y una madre-McDormand que no se olvida.

    Otra nominación al Oscar como actriz de reparto fue en 2005 porTierra fría, de Niki Caro. Allí es Glory, la amiga de Josey (Charlize Theron) en otra historia pueblerina de Minnesota, esta vez con mujeres trabajadoras en una mina de hierro, donde son humilladas por los hombres y sufren acoso sexual.

    En 2014, McDormand volvió a sorprender. Fue con su actuación en la miniserie que coprodujo para HBO en cuatro capítulos: Olive Kitteridge (Búsqueda Nº 1.795). En esta historia, McDormand se pone en la piel de Olive, una profesora de matemáticas jubilada que vive en un pueblito del estado de Maine. Ella es una mujer áspera y solitaria, amargada y sensible, un personaje complejo que le valió a la actriz un premio Emmy. Por eso todas las reseñas sobre su trayectoria señalan que McDormand tiene “la triple corona de la actuación”: Tony, Emmy y Oscar.

    Entonces llega 2017 con Mildred, la protagonista de Tres anuncios por un crimen. Ella es una madre que mete miedo, una mujer que se viste de overol azul, se pone un pañuelo como vincha y se sube a su camioneta. Así, con el rostro sin sonrisas, la mirada fija y el hablar pausado, se enfrenta a la Policía y a lo más miserable del pueblo perdido de Missouri, donde vive. Y a pesar de los obstáculos nadie la puede detener porque siete meses atrás violaron, mataron y quemaron a su hija. Ella reclama que se investigue y lo anuncia en tres grandes carteles en la carretera. Así empieza su guerra.

    La actuación de McDormand es conmovedora y cuesta desprenderse de ese personaje que produce adhesión a la vez que incomodidad, porque en busca de justicia llega a extremos que ponen los pelos de punta. Ella se saca chispas con el jefe de Policía (Woody Harrelson, nominado al Oscar) y con Dixon, un policía torpe, racista y homófobo, todo lo peor reunido en un personaje que interpreta con garra y sorpresivos matices Sam Rockwell, quien obtuvo un Oscar como actor secundario por esta actuación.

    Cuando subió al escenario el domingo 4, con un vestido sencillo y la cara lavada, McDormand puso la estatuilla en el piso, hizo levantar a todas las mujeres que estaban nominadas en diferentes rubros y les habló indirectamente a los productores sobre las historias que ellas pueden contar: “No nos hablen en las fiestas esta noche. Invítennos a sus oficinas en un par de días, o pueden venir a las nuestras, lo que les funcione mejor, y les hablaremos de ellas”.

    Es el “huracán Fran”, comentó Harrelson sobre ella en una entrevista. Y más de uno se habrá dado cuenta de que hay que estar atento cuando el huracán pasa por los pueblos.