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    PIT-CNT es referencia por su autonomía, pero debe ser una central de trabajadores y no de sindicatos, estimó un dirigente argentino

    El secretario general de la CTA opositora, Pablo Micheli, dijo que el movimiento sindical argentino está atravesado por corrupción y que se usan barras bravas y presos para agredir a quienes se oponen al gobierno

    A Pablo Micheli le importa poco no ser reconocido por Cristina Fernández. No le importa nada. Para él, la presidenta es “Hood Robin”, porque les roba a los pobres, para darles a los ricos, y se lo hizo saber el 28 de agosto impulsando un paro nacional junto a la CGT opositora, liderada por Hugo Moyano, en reclamo de mejoras salariales y en seguridad.

    Fue el dirigente más votado en las elecciones de la Central de Trabajadores de Argentina (CTA) —la segunda más grande, con 1.413.447 afiliados— pero acusaciones de irregularidades dividieron la central en dos: por un lado, quienes lo reconocen como el secretario general electo y, por otro, el gobierno, que consideró a su rival Hugo Yasky como el ganador.

    Dice que lo desvela la corrupción en el movimiento sindical argentino. Dinero para opinar diferente, barras-bravas contratados para golpear, y hasta presos haciendo masa en actos políticos son las cosas que no quiere aceptar como “estructurales”, pero que ve a diario.

    Eso no lo encuentra en Uruguay, y por eso el PIT-CNT “es un espejo” en el que mirarse. Por eso le pide que tenga un rol de mayor peso a nivel internacional. Pero discrepa en que, a su juicio, el PIT-CNT no es una central de trabajadores sino de sindicatos. “Actualmente pasa eso en Uruguay, entonces la construcción pasa por si estás en el sindicato pagando la cuota”, sostiene.

    —¿Qué opina del gobierno de Cristina Fernández?

    —Está en el peor momento. Han dilapidado todo el crecimiento. Las reservas del Banco Central eran de U$S 50.000 millones, hoy están en U$S 28.000 millones y siguen perdiendo plata. No hubo inversión, se desmorona la industria y ahora hay despidos. El gobierno ya tomó un perfil conservador de centroderecha y resuelve que todo lo que junta es para pagar la deuda externa. Todo eso lo está haciendo y favoreciendo a los grandes grupos de poder. No cobra impuestos al juego, no cobra impuesto a las ganancias de transacciones financieras; es decir, no cobra impuestos a los que más tienen y cobra a los que menos tenemos, los trabajadores y la clase media. Es “Hood Robin”, nos saca a los pobres para darles a los ricos.

    —¿En el sindicalismo argentino hay corrupción?

    —Hay mucha corrupción. Los dirigentes pasaron a ser más ricos que lo que eran antes. Uno diría que es estructural si no fuera porque no creo en las políticas estructurales. No voy a aceptar que la pobreza o la corrupción va a ser toda la vida igual. Pero es muy común que acá te ofrezcan plata para venderte, para decir o hacer lo que ellos quieren. Ahora pasamos a la etapa de que si no te pueden captar te entran a perseguir; o estás con nosotros o sos mi enemigo. Es grave porque a 30 años de la democracia esto es inconcebible.

    —Recientemente se procesó a un representante de los trabajadores en ASSE por conjunción del interés privado con el público. Legisladores de la oposición lo compararon negativamente con un proceso hacia la “cegetización” de los sindicatos.

    —Tienen razón. Está bien que cuiden que la corrupción no los atraviese. Comparado con los casos de corrupción que hay en el sindicalismo argentino eso es una boludez. Pero la verdad es que si se acepta, después corrupción y patota están totalmente ligadas, porque para sostener el privilegio contratan gente para que te cague a palos, contratan barras bravas para que los caguen a palos a los que se manifiestan contra la patronal y el gobierno. Eso es lo que hace la plata.

    —¿Hasta dónde llega “lo que hace la plata”?

    —Tienen un sector que son presos, que se llaman batallón militante. Son presos que por buena conducta van a participar de los actos de gobierno porque son kirchneristas. Es peligrosísimo eso. Los gobernadores que son kirchneristas manejan una billetera abultada y contratan sus patotas en todas las provincias.

    Aparte hay mucha mano de obra desocupada y gente que estuvo relacionada con la dictadura. El secretario general de la UOCRA (construcción), Gerardo Martínez, que a la vez es el representante del gobierno en la OIT, fue agente del batallón 601 en la época de la dictadura. Públicamente dijo que estaba ahí pero que no era agente. Ese es el sindicalista preferido de Cristina.

    —En Uruguay existe una única central sindical, en Argentina hay al menos dos. ¿Qué es preferible?

    —No me desvela que haya una sola central ni los que dicen que si no es única no tenemos fuerza. Me preocupa más que haya lucha. Si hay lucha por los trabajadores, si es una, dos o tres centrales no me cambia. Nunca vamos a ser más que la cantidad de partidos políticos porque tenemos más sentido común.

    Las centrales acá han sido emparentadas con los partidos políticos, entonces no se puede tener una central apartidaria. La CGT nunca va a dejar de ser peronista, entonces ¿cómo contener a miles de cientos de trabajadores que quieren la libertad de no estar en ningún partido? Si hubiera otra en el Uruguay, si es de pensamiento de izquierda no le veo razón de ser.

    —Sí le preocupa que haya una sola por su posible vinculación a los partidos políticos.

    —En Uruguay no, acá sí.

    —¿Qué virtudes ve en el sindicalismo uruguayo?

    —Honestidad en los dirigentes, no se callan y son de discutir. Si bien la mayoría están ligados al Frente Amplio, trata de defender muy bien su autonomía. La autonomía no es teórica, a la hora de los bifes se hace. Si terminás aplaudiendo medidas del gobierno que van en contra de los trabajadores porque es del gobierno, entonces la cagaste. En Uruguay, en el PIT-CNT no pasa eso. Es un espejo donde nosotros nos miramos pero sabemos que no se pueden trasladar las cosas mecánicamente.

    —¿Qué le falta?

    —Con todo respeto, el PIT-CNT tiene todo organizado en Uruguay pero, si bien tienen un gran espíritu de internacionalismo solidario, a la hora de definir se meten para adentro. Son una referencia muy fuerte en América Latina y no es lo mismo que nosotros digamos que debe haber una central sindical latinoamericana que si lo dice el PIT-CNT. Falta jugar un papel más destacado.

    Cuando ellos defienden la unidad de los trabajadores se hace mucho hincapié en la unidad, pero tienen que abrir la cabeza porque eso es para Uruguay. La unidad de los trabajadores no pasa por la unidad de los dirigentes. Nos reclamaban por qué no nos juntábamos con la otra central, y nosotros les explicábamos que no, porque cuando las diferencias son ideológicas es imposible juntarse.

    Otra de las críticas que le hago es ser una central de sindicatos. Nosotros tenemos otra concepción, la de central de trabajadores, no de sindicatos. Hay que dar cuenta de los trabajadores en negro y tener en cuenta a las organizaciones sociales. No se puede contener solo a los que están en blanco con recibo de sueldo.

    Hay muchos trabajadores informales, más que nada después del neoliberalismo. Fueron expulsados por el modelo del mercado, pero no porque nosotros los dejemos de considerar trabajadores. Tienen que seguir teniendo pertenencia a la clase a través de una organización sindical. Actualmente no pasa eso en Uruguay, entonces la construcción pasa por si estás en el sindicato pagando la cuota.

    —¿El sindicalista debe participar en partidos políticos?

    —No me parece mal. Ser sindicalista no puede prohibir ser dirigente partidario, no hacemos caza de brujas. No hay posibilidad de construir un gobierno que transforme el país en favor de la igualdad y el socialismo si no lo respaldás con un gran movimiento social. Sí hay que ocupar cargos legislativos, pero no puede haber contradicción entre la conducción política y el movimiento social donde está el movimiento sindical. Hay que sintetizar esa contradicción falsa de que si sos sindicalista no podés ser diputado.

    Información Nacional
    2014-09-11T00:00:00