Lo primero que recuerda, impresionado, son sus exposiciones sobre “reforma tributaria” ante dirigentes del Nuevo Espacio en los primeros tiempos del gobierno de Tabaré Vázquez. “Llamaba la atención la forma en que lo hacía; lo explicaba mejor que cualquier legislador. Se conocía la reforma al dedillo. ¡Al dedillo!”, cuenta el senador Rafael Michelini sobre los inicios políticos de Pablo Ferreri, el actual titular de la Dirección General Impositiva (DGI) que días atrás, en el último congreso del Frente Amplio, asumió por primera vez un rol protagónico en la interna de su colectividad.
Con 38 años recién cumplidos —casi un adolescente para la política uruguaya— y una breve trayectoria de perfil más técnico que político, Ferreri protagonizó una dura discusión programática con pesos pesados del Frente Amplio. Allí, en el congreso del sábado 23 y el domingo 24 de noviembre, pegó un portazo y se retiró de una reunión cuando todo le era adverso, y horas después contragolpeó en una complicada negociación en que su sector, el Frente Líber Seregni (FLS, también denominado por muchos como el “astorismo”), consiguió varios de sus objetivos y frenó el avance en materia económica de posiciones de izquierda más ortodoxa.
En poco tiempo desde que asumió su cargo en marzo del 2010, Ferreri recibió en su despacho a un empresario deudor del fisco por más de U$S 1 millón que empezó gritándole y tratándolo de “ladrón” y terminó llorando y pidiendo disculpas, a la dueña de un prostíbulo que le propuso cancelar su deuda a cambio de la patente de un sofisticado preservativo para mujeres que había inventado —y que explicó con detalle—, y al dueño de una zona franca que, indignado por los reclamos en su contra, decidió desnudarse al lado de su escritorio como forma de protesta.
“Es uno de los relevos, es la nueva generación”, aseguró Michelini, líder de su sector (Nuevo Espacio, integrante del FLS), cuando Búsqueda le preguntó por Ferreri. “Es una persona de confianza mía, de (el ministro de Economía, Fernando) Lorenzo, y también se ha ganado la confianza de (el vicepresidente, Danilo) Astori. Tiene mucho sentido común, carácter, es un hombre equilibrado, tiene formación técnica —lo cual lo ayuda a tomar decisiones correctas— y tiene olfato político. Y a eso sumo dos características centrales: tiene coraje, o sea que no se ahoga en un vaso de agua y si tiene que tomar una decisión lo hace, y es una persona muy humana”, añadió Michelini.
Cuál revolución.
La imagen del guerrillero argentino Ernesto Che Guevara en su despacho de la DGI parece contradictoria con un contador experto en asuntos tributarios que integra el equipo que tiene a Astori como referente. Sin embargo, cuando Búsqueda le preguntó por ese punto, Ferreri lo explicó por la leyenda que acompaña la foto y que es una frase de Guevara no como guerrillero, sino como ministro de Economía de Cuba luego del triunfo de la revolución castrista: “La eficiencia económica, motor impulsor de la revolución”. “La revolución en serio se hace siendo eficiente”, afirmó.
En un contexto de contrapunto interno en el Frente Amplio, donde algunos sectores piden un “giro a la izquierda” y hasta un “nuevo modelo económico” y reclaman más impuestos, Ferreri subraya algunos conceptos: “Algo en lo que la izquierda debe poner mucho énfasis es en la calidad del gasto, procurando brindar servicios de calidad y excelencia y sobre eso no se discute demasiado. Ser eficiente en el gasto y brindar servicios de calidad es profundamente de izquierda (...). Hacen falta todavía mejores niveles presupuestales, pero fundamentalmente falta elevar la calidad de las políticas y de su ejecución. El efecto igualador de dar una educación de calidad la torna en una herramienta mucho más revolucionaria que la tasa de un impuesto”.
“El tener una mirada de izquierda —argumenta— va más allá de una postura sobre tal o cual tema específico. Por eso tampoco me gustó mucho la expresión de algunos que hablaban de dar un ‘giro a la izquierda’. Lo que debe estar atrás, como elemento sustancial, de fondo, son valores en los cuales la izquierda basa —o debe basar— todo su accionar, me refiero especialmente a los valores tales como la igualdad —no el igualistarismo—, la justicia, la democracia, la solidaridad, el altruismo, la generosidad y el desprendimiento. Y por lo tanto estos valores se profesan o no, se respetan o no, pero no hay medias tintas, no hay con respecto a ellos posibilidad de actualización ideológica y mucho menos posibilidad de girar a la izquierda”.
Cuando se le piden nombres de referentes políticos e ideológicos abre la cancha: José Artigas, José Batlle y Ordóñez, Wilson Ferreira Aldunate, Líber Seregni en una primera línea y Zelmar Michelini, Rodney Arismendi y Emilio Frugoni luego.
“La ética del viejo”.
Una característica marcada por algunos de los que conocen a Ferreri es su origen familiar “humilde”.
Su madre dejó Melo cuando tenía 15 años y se mudó a Montevideo para trabajar como empleada doméstica con cama. Su padre vivió en el Cerro y siempre trabajó en el rubro de iluminación, primero como empleado y con su propia empresa desde inicios de la década de 1980. El ahora director de Rentas nació el 27 de octubre de 1975 y junto con su hermana aprovecharon el ascenso de la situación familiar. El (contador) y su hermana (ingeniera en alimentos) fueron los dos primeros profesionales universitarios en la historia de las ramas familiares de sus padres.
Su hogar era “de izquierda” pero con bajo nivel de militancia; solo en época de campaña electoral. Ferreri recuerda que no entendía mucho lo político, pero de chico, en su casa en el barrio La Comercial, le atraía leer los reportajes de las revistas “El Dedo” y “Guambia” a figuras políticas pero con acento en “lo humano”.
El karate es una columna en su vida que él sintetiza en tres valores: “el esfuerzo, la disciplina, el autocontrol”; llegó a integrar la selección uruguaya y es cinturón negro. De hecho conoció a su actual esposa siendo su instructor de karate, según lo relató en una entrevista con “Galería” de Búsqueda en abril pasado.
Con una familia que mejoraba sus condiciones de vida y perspectivas de futuro, y poco después de su mudanza al barrio Malvín, la crisis del 2002 fue el derrumbe. “Fue realmente muy duro desde lo económico pero sobre todo desde lo humano ver cómo a mis viejos, que se rompieron el alma laburando toda la vida, la crisis les llevaba todo. Pero también rescato de ese período la ética del viejo, que se desprendió de todo porque no podía dormir tranquilo si no pagaba hasta el último peso de sus deudas. No todos actuaron así...”, recuerda sobre ese período y su padre, cuya muerte el 1º de octubre pasado convirtió al 2013 en “el año más difícil” de su vida.
Lorenzo, “hermano mayor”.
Al final de su carrera universitaria, Ferreri comenzó a preparar su tesis sobre “el diseño ideal de los sistemas tributarios y cómo se aterrizan en la realidad”, lo que implicó un comparativo de sistemas de países como Argentina, Chile, España o Inglaterra. La elaboración de varias entrevistas para esa tesis lo puso en contacto con figuras políticas de distintas colectividades.
En ese marco, Ferreri empezó a militar en el Nuevo Espacio a partir del 2003 y no paró. Ocupó cargos de responsabilidad en organización primero, en finanzas después, y en la campaña del 2009 consolidó su relación con el ahora ministro de Economía, Fernando Lorenzo, a quien en la actualidad califica como un “amigo” pero también un “hermano mayor”. Según cuenta son Michelini y Lorenzo sus “amigos” de la política; el resto son por el karate.
“Es Fernando quien finalmente me propone para el cargo y Danilo (Astori) y Pepe (el presidente José Mujica) lo aceptan. La verdad que fue una jugada muy arriesgada de Fernando, a quien le estaré eternamente agradecido, ya que poner a alguien tan joven para la historia de ese cargo, y que iba por su primera experiencia en un cargo público, implicaba un riesgo muy grande. Pero se la jugó y para mí una preocupación grande es no fallarle”, contó.
Quienes lo conocen aseguran que desde hace tiempo tiene claro que quiere hacer carrera política y que no descansa. Él mismo se asume ansioso: duerme poco, se levanta a las 5.30 y sale a correr a la rambla de Malvín, donde vive; a las 8 deja a sus dos hijos en el colegio, a las 8.30 entra a la DGI y difícilmente se retira antes de las 20 horas.
Casi cuatro años después de que asumió su cargo, y cuando la época de la campaña, el armado de listas, las giras, la militancia y los discursos se acerca ya inevitable, el FLS le dejó justa la posibilidad de subir un nuevo escalón. En el congreso del Frente Amplio tuvo que negociar con dirigentes de primera línea y mucho más veteranos y experientes como los comunistas Eduardo Lorier y Daniel Marsiglia o el senador Héctor Tajam, del Movimiento de Participación Popular (MPP), lo que en la interna frenteamplista y en los medios de comunicación lo reposicionó en términos políticos.
Cuando se le preguntó por su futuro político admitió que le gustaría seguir —“estaría bueno poder seguir ayudando”— e incluso anunció que entre fines de este año y principios del 2014 comenzará una recorrida por comités de base y órganos de conducción frenteamplistas en todo el país para explicar su gestión en la DGI.
De todos modos, su respuesta final es políticamente correcta: “Lo que me entusiasma más es la capacidad de hacer cosas que impacten positivamente en la sociedad más que tal o cual cargo”.