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En la madrugada del 27 de mayo de 2015 el fiscal interino de Brooklyn, Estados Unidos, Kelly T. Currie, no podía conciliar el sueño. Un mes atrás había tomado el lugar de su antecesora, la fiscal Loretta Lynch, quien había partido hacia Washington DC para ocupar el cargo de Fiscal General. Antes de irse, Lynch lideró una investigación que descubrió una red de coimas y estafas en lo más alto del órgano rector del fútbol mundial, la FIFA. Esa madrugada, mientras a Currie la ansiedad no lo dejaba dormir, la Policía suiza irrumpía en uno de los hoteles más lujosos de Zúrich y detenía a siete dirigentes de la organización.
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A partir de ese momento se desencadenaría una avalancha que terminaría tumbando al presidente de la FIFA, Sepp Blatter, y dando un golpe letal a la reputación del organismo. Los entretelones de esa caída vertiginosa se detallan en el libro “FIFA. La trama secreta de la mafia”, del periodista Raúl Ronzoni, a cuyo adelanto accedió Búsqueda.
Los arrestos del 27 de mayo ocuparon los titulares de los diarios alrededor del globo. “La estrategia fue planificada con inteligencia”, dice una fuente de la Fiscalía suiza. “Varios de los criminales estarían juntos y con la guardia baja mientras participaban del 65° Congreso de la FIFA”. Ese día la Policía arrestó a siete de los 14 acusados por la Fiscalía norteamericana. El resto caería después.
Los efectos colaterales de los arrestos “destruyeron la telaraña de organizaciones regionales y les quitaron prestigio a las nacionales. La Fiscalía le cortó los tentáculos a un pulpo que había crecido como un monstruo sin que nadie lo impidiera pese a que las señales y advertencias no habían sido pocas ni nuevas”, narra Ronzoni.
Los gastos ostentosos de la FIFA nunca se disimularon. La sede del organismo, en Zúrich, costó unos U$S 470 millones. Los integrantes de su Comité Ejecutivo recibían una remuneración de U$S 100.000 por año, a lo que se sumaban U$S 500 diarios por cada día en funciones. “Y como la soledad puede afectar el espíritu deportivo”, la FIFA les pagaba también U$S 250 diarios a los acompañantes de los dirigentes: hijo, esposa o amante, detalla el libro.
Revancha.
Entre los detenidos en Zúrich estuvo el uruguayo Eugenio Figueredo, vicepresidente de la FIFA y ex presidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF). Como ya estaba siendo investigado por la Justicia uruguaya, los suizos aceptaron extraditarlo a su país, en vez de a Estados Unidos. El 24 de diciembre de 2015 fue procesado con prisión por estafa y lavado de activos, cometidas al frente de la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol).
“Expresó agradecimiento. Mucho agradecimiento”. Así describe Ronzoni el paso de Figueredo por el Juzgado de Crimen Organizado. Al menos esa fue la sensación con la que se quedaron el fiscal Juan Gómez y la jueza Adriana de los Santos. “Ustedes me salvaron la vida”, les dijo, ante la sorpresa de ambos.
Figueredo firmó un acuerdo con la Justicia para conseguir una pena más leve a cambio de aportar información sobre las operaciones en la Conmebol, y sobre los bienes que obtuvo en forma ilícita. Según narra el libro, “varios que en el pasado integraron su entorno deportivo creen, lisa y llanamente, que con la confesión pretendía, además de lograr un beneficio para ser juzgado en Uruguay, tomarse una revancha por haber caído”.
El libro describe a Figueredo como “vivo, ventajero y mujeriego”. Habilidoso jugador de truco y buen pescador.
José Luis Corbo, que sucedió a Figueredo en la Presidencia de la AUF, lo describió así: “A veces las personas que por sus propios méritos no pueden alcanzar ciertos lugares en la estructura de la sociedad, recurren a esos mecanismos. Él siempre se manejó mediante un entretejido de picardías, deshonestidad y autoritarismo”.
“Viáticos”.
Entre las irregularidades que destapó la investigación de la Justicia, estuvo el cobro de “viáticos” mensuales por parte de los presidentes de las 10 asociaciones sudamericanas, que salían de las arcas de la Conmebol, aunque no quedaban registradas. “Tampoco el destinatario daba cuenta formal de haberlo recibido en la asociación a la que representaba. Se lo metían en el bolsillo. Primero fueron dos mil dólares mensuales, luego cinco mil, y finalmente veinte o treinta mil, según diferentes versiones”, narra el libro. Para cobrar esos viáticos era necesario viajar a Paraguay, sede de la Conmebol. “Allí se le entregaba el dinero en la mano, sin que firmaran nada. El tesorero de la Confederación lo sacaba de un cajón, como si fuera un almacén de barrio, y se lo entregaba al destinatario”.
Corbo sostuvo en el libro que durante 10 meses se negó a cobrar. Argumentó que transcurrido ese tiempo aceptó hacerlo para evitar que lo echaran o dificultaran su trabajo. Usó ese dinero para solventar los gastos de quien era su compañero de delegación, y para ayudar a una persona lisiada.
Sebastián Bauzá, presidente de la AUF entre 2009 y 2014, declaró en el Juzgado en setiembre de 2015, que no cobró “ni siquiera un viático” cuando viajaba como presidente. Pero cuando se le preguntó si percibía alguna retribución extra de la Conmebol, admitió que al principio cobraba un viático de U$S 5.000 mensuales, que luego aumentó a U$S 10.000.
Varios dirigentes y ex dirigentes confirmaron el cobro de esos viáticos en el Juzgado, dice el libro. Con Wilmar Valdez al frente de la AUF el “viático” llegó a ser de entre U$S 20.000 y 25.000.
El libro también detalla cómo el empresario Francisco Casal organizó y financió la reunión en el Club Corinthians, en San Pablo, Brasil, en la que se orquestó la demanda contra Figueredo. El centro de la denuncia era que la Conmebol había aceptado una oferta de la empresa T&T, por los derechos de televisación de los torneos, mucho menor a la que ofrecía Global Sport, empresa de Casal. Esa decisión solo podía explicarse por el pago de sobornos.
El 4 de setiembre de 2013 se reunieron, invitados por Casal, varios dirigentes de clubes de Sudamérica y ex jugadores famosos, como Diego Maradona, Ruben Sosa y Enzo Francescoli. Dos asesores jurídicos de Casal (los abogados Jorge Pereira Schurmann y Ricardo Olivera García) presentaron informes sobre la situación legal y financiera de la Conmebol. También se presentó un informe de la consultora Pricewatherhouse. Según el libro, “esa reunión fue la génesis de la denuncia que el 24 de diciembre de 2013” presentaron siete clubes uruguayos y la Mutual de Jugadores.