Esta parece ser “la última oportunidad de controlar la transición hacia una economía baja en carbono”, opinó Elliot Harris, director de la oficina del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), con sede en Nueva York.
Esta parece ser “la última oportunidad de controlar la transición hacia una economía baja en carbono”, opinó Elliot Harris, director de la oficina del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), con sede en Nueva York.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáHarris se refiere a las conversaciones de cara a un acuerdo mundial y vinculante en cambio climático —que se negociará en la Conferencia de las Partes (COP) en París, en diciembre— para reducir las emisiones de Gases de Efecto Invernadero, en busca de un desarrollo más sostenible.
“Tendremos que adaptarnos tarde o temprano. Lo podemos hacer ahora de la manera que queramos —de forma gradual con una mínima disrupción— o esperar hasta que no haya otra opción y será descontrolado, disruptivo y extremadamente complejo. Necesitamos decidir y hacerlo ahora”, destacó. Un “atraso” no es beneficioso, simplemente hace “que todo luego sea peor”, opinó Harris, que viajó a Uruguay para la presentación en Montevideo de la oficina regional del Pnuma para el Cono Sur.
A continuación un resumen de la entrevista que Harris mantuvo con Búsqueda durante su visita.
—Este es un año particular. Se negociaron los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) hace 10 días en Nueva York y en diciembre en París se pretende llegar a un acuerdo sobre cambio climático. ¿Cómo lo definiría?
—Este es “el” año. Es ahora el momento de hacer todo lo que podemos para poder vivir en este planeta de manera sustentable. Hemos tenido una serie de conferencias importantísimas que comenzaron en marzo con la reunión sobre reducción de riesgos en desastres. En julio fue la del financiamiento para el desarrollo, en setiembre tuvimos la conferencia de desarrollo sostenible y terminaremos en diciembre con, ojalá, un ambicioso resultado en París.
Acordamos en Nueva York hace 10 días cuál será el marco de los ODS. Me gustaría pensar que París será el primer paso concreto en ese marco general que son los ODS. En París nos comprometeremos a abordar el problema de sustentabilidad ambiental más grande, que es el cambio climático. Tenemos una oportunidad de hacerlo de forma gradual y controlada si decidimos ahora adoptar planes ambiciosos. La otra opción es esperar 10 o 15 años hasta que tengamos que ajustarnos de todos modos, pero será mucho más doloroso y destructivo.
Es una enorme oportunidad la de este año, hacerlo de manera controlada. La ciencia nos está diciendo lo que tenemos que hacer.
—La evidencia científica ha sido puesta sobre la mesa, pero aún hay escépticos. ¿Se pudo despejar las dudas?
—Se ha probado claramente el impacto de las actividades humanas en el ambiente. Se ha mostrado que los Gases de Efecto Invernadero (GEI) contribuyen a subir la temperatura. Podemos ver los cambios y medirlos. No necesitamos saber cuán lejos llegará, es suficiente saber que estamos en un camino que no es sostenible (el de una economía intensiva en carbono). La ciencia nos dio los elementos que necesitamos para tomar decisiones correctas.
Más allá de si acordamos o no en cuánto está aumentando el calentamiento global, la ciencia probó que hay calentamiento global. A algunos les gusta discutir sobre detalles. Notarás que, a quienes les gusta dudar, no reclaman que el calentamiento global no existe y no niegan que haya un cambio en la composición de los GEI. En cambio, se enfocan en los detalles y tratan de usarlos para desacreditar la ciencia en general, pero la ciencia es clara. El ambiente está siendo dañado por una industria intensiva en combustibles a base de carbono. Las críticas son motivadas en gran parte por intereses de aquellos que no quieren ver un cambio.
—Hay industrias a las que no les conviene un cambio en la forma de producir.
—Exacto. Hay una gran inversión en la economía de carbono y alejarse de ella haría que muchas inversiones pierdan su valor.
—Hace años que todos los meses de diciembre en la COP de cambio climático se pretende llegar a un acuerdo vinculante mundial, pero no se logra. ¿Por qué se ha demorado tanto?
—Es una combinación. Está el problema de tener que hacer un cambio muy fundamental y estructural. Por otro lado está la percepción de que los países más desarrollados pudieron beneficiarse durante años de la economía a base de carbono, pero a los que recién ahora se mueven hacia ese nivel de desarrollo no se les permite. Esta discrepancia entre las dos posiciones ocasionó muchos problemas políticos en las negociaciones. El tercer problema es que tal vez hace tres o cuatro años no era el momento adecuado porque había temas políticos sin resolver. Por ejemplo, el financiamiento para tomar acciones de adaptación y mitigación.
—Pero el financiamiento aún se discute, no es un tema saldado.
—Sí, es todavía un problema pero hay un acuerdo en papel que indica que deberá haber financiamiento de 100.000 millones de dólares por año a 2020. Este acuerdo desbloqueó muchas negociaciones. Antes había países que reclamaban no tener dinero para adquirir la costosa tecnología necesaria para hacer los cambios. Eso contribuyó. Además ahora tenemos un acuerdo de ODS que ubica a los países en un marco distinto, se ve el cambio climático como parte de ellos.
—¿Es sana la división entre países desarrollados (agrupados como Anexo 1) con tradición de economías de carbono y dinero para cambiarlo, versus los países nucleados en G77+China, que reclaman “responsabilidades comunes pero diferenciadas” al negociar?
—Creo que complica las cosas. Distrae del verdadero tema que es un problema común que no mide fronteras y requiere una solución conjunta. Habrá maneras de hacer disponible la tecnología necesaria. Debemos discutir esto, pero no perder el foco de que todos tenemos que actuar ahora, sin importar las diferencias. Todo país hoy sabe que en algún momento en el futuro tendrá que dar un paso al costado de la economía de carbono. Es de interés para todos los países prepararse para este momento, no importa si eres rico o pobre, si lo sufres o lo provocaste. Todos tendremos que cambiar. No debemos dejar que las discusiones de culpa y responsabilidad nos impidan avanzar, como ha ocurrido en el pasado.
Si miras a Uruguay, ustedes ya han hecho los cambios necesarios en la matriz energética. No lo hicieron para mostrar acciones en París. Eso es lo que los países tienen que mantener en mente, hacer lo mejor para cada uno.
—¿Qué opina sobre las propuestas de reducción de emisiones que presentaron todos los países este mes ante Naciones Unidas?
—No estoy en una posición aquí para decir que son suficientes, por la simple razón de que este es el comienzo de un proceso. Esta es la primera declaración de lo que proponen reducir. Estoy casi seguro de que a medida que la tecnología se haga más barata y se instale, nos encontraremos yendo mucho más rápido hacia las metas trazadas. Son posiciones de apertura que luego se incrementarán en ambición y amplitud, a medida que afloren las oportunidades. Cada país hizo ahora un compromiso basado en sus circunstancias nacionales. Algunos países lograron un compromiso mucho mayor del sector privado que otros.
—¿Cómo ve a Estados Unidos de cara a París? Es una potencia que no ratificó el protocolo de Kyoto (compromiso de cambio climático vigente hasta 2012 para países desarrollados).
—Esperamos que cuando llegue el momento de negociar en París, Estados Unidos pueda llegar con una propuesta ambiciosa, que negocie y apoye el resultado y que este también sea ambicioso. Hay problemas de políticas internas de los países que a veces no permiten avanzar tan rápido como se quisiera. Además tienen una industria grande. Es importante ver lo que proponen, pero también hay que ver lo que ya están haciendo en el terreno. Cada ciudad grande de Estados Unidos tiene su estrategia de sostenibilidad. Casi todos los estados tienen estrategias para adaptarse o mitigar efectos del cambio climático. Es difícil que todo lo que ya ocurre se refleje en una posición nacional en las negociaciones internacionales. Algunos países podrán estar mejor posicionados por hacer firmes compromisos en París y otros no, pero lo más importante es que haya progreso.