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No da para engañarse: toda novela de Nicholas Sparks (1965) recibe el mismo trato por parte de Hollywood, no importa quién la dirija o la interprete. Desde “Mensaje de amor” (Message in a Bottle, 1999, de Luis Mandoki, con Kevin Kostner y Robin Wright) hasta “Querido John” (Dear John, 2010, de Lasse Hallström, con Channing Tatum y Amanda Seyfried) y “Cuando te encuentre” (The Lucky One, 2012, de Scott Hicks, con Zac Efron y Taylor Schilling), las novelas de Sparks han tenido eco en un público que gusta de ver a una pareja fotogénica enfrentando dificultades más o menos creíbles para al final terminar felices comiendo perdices.
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A veces hay un toque melancólico como en “Diario de una pasión” (The Notebook, 2004, de Nick Cassavetes, con Ryan Gosling y Rachel McAdams) porque la parejita sufrió, se separó, se volvió a juntar y tuvo un epílogo crepuscular con James Garner y Gena Rowlands enfrentando problemas de la vejez. Eso era más plausible, porque las películas románticas terminan por lo general en el beso final y el matrimonio, pero lo que viene después no se muestra. Por eso estaba el amor maduro y trágico como el de Richard Gere y Diane Lane en “Noches de tormenta” (Nights in Rodanthe, 2008, de George Wolfe), para lagrimear copiosamente.
Eso es lo que se llama preparar una buena receta, cocinarla con mucha dedicación, servir el plato sabrosamente condimentado y recibir a cambio una buena recepción pública y la consiguiente recaudación en la boletería. Sucede desde que se inventó el cine, con Irene Dunne y Charles Boyer dirigidos por Leo McCarey en los años 30, Jennifer Jones y Joseph Cotten bajo las órdenes de William Dieterle en los 40, Jane Wyman y Rock Hudson en manos de Douglas Sirk en los 50, Steve McQueen y Natalie Wood con el director Robert Mulligan en los 60, etc., etc., hasta llegar a Meg Ryan y Tom Hanks en los 90 con Nora Ephron como conductora. Esas parejas hicieron historia, sus películas gustaron mucho y los pañuelos se sacaban a relucir en forma permanente e inevitable. Los buenos directores sabían cómo hacer rendir mejor la historia. Los mediocres en cambio, ni siquiera pasaron a la historia.
Ahora le toca el turno a Lasse Hallström (1946), un sueco que llamó la atención por su sensible dirección de “El año del arcoiris” (1985) y pasó a Hollywood donde reiteró virtudes con “¿A quién ama Gilbert Grape?” (1993, con Johnny Depp y notable revelación de Leonardo DiCaprio) y siguió dirigiendo temas sentimentales donde sus actores rendían notablemente, como Michael Caine que ganó su segundo Oscar por “Las reglas de la vida” (1999), o Juliette Binoche que estuvo nominada por “Chocolate” (2000). Pero Hallström, que tiene talento indudablemente, no pretende salir de esa modalidad cómoda y rentable que le permite ahora dirigir otra novela de Sparks luego de “Querido John” y mantener esos mismos rasgos inalterables de artesano al servicio de lo que le pidan. Sabe envolver todo con una forma seductora, gente linda, hermosos paisajes, puestas de sol muy románticas, buenas actuaciones, historias de pacotilla y situaciones sostenidas con alfileres.
En Un lugar donde refugiarse (cuyo título original, “Safe Haven”, quiere decir “puerto seguro”), se ve a la bonita Katie (Julianne Hough) escapando de una situación que no se aclara para llegar desde Boston a un pequeño pueblo costero de Carolina del Norte, donde cree que nadie la va a descubrir. Cualquiera podría pensar que si quería esconderse debería de haber elegido ciudades populosas como Chicago o Nueva York, pero Southport es más linda y además allí está el apuesto Alex (Josh Duhamel), viudo con dos hijos y una pinta que mata. Solo hay que esperar el momento propicio para que esos dos predestinados a amarse se decidan a hacer lo que todos están esperando. Todos menos uno, porque el pasado del cual está huyendo Katie es un policía muy mal encarado (David Lyons) que la busca denodadamente y seguro que la va a encontrar. ¿Qué hizo Katie en Boston? ¿Por qué la saña del policía? ¿Qué pasará con esa pareja tan fotogénica en esos parajes tan idílicos? ¿Qué hará el galán cuando se entere de que su nuevo amor es fugitiva de la Justicia? ¿Será así o…? Si quiere saberlo, pague la entrada.
Hay momentos en que Julianne Hough está idéntica a Meg Ryan. Es el tipo de papel que aquella rubia solía hacer antes de envejecer. Y este es el tipo de película que puede irritar o complacer. Si uno no cree nada de lo que pasa, se enoja con todo derecho. Si se deja llevar por los personajes y pone buena voluntad para disculpar las facilidades argumentales y algún exceso que quiere pasar por poético, la va a pasar mejor. Pero por favor, no exija demasiado.
“Un lugar donde refugiarse” (Safe Haven) EEUU, 2013. Dirigida por Lasse Hallström. Escrita por Dana Stevens y Gage Lansky sobre novela de Nicholas Sparks. Con Julianne Hough, Josh Duhamel, David Lyons, Cobie Smulders. Duración: 115 minutos.