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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáQuienes en razón de nuestra edad hemos debido pasar por la división de Tránsito de la IMM a renovar el formalmente llamado permiso único nacional de conducción nos genera, más que sorpresa, indignación el que Adeom esté reclamando la intervención de la intendenta electa de Montevideo frente a lo que ellos entienden se trata de la privatización del otorgamiento de la certificación médica de los postulantes debido a los retrasos ocasionados por la pandemia.
El miedo, y no pocas veces la necesidad, hacen que el ser humano opte por callar frente a determinadas arbitrariedades, distorsiones o atropellos. De hecho, es lo que venía ocurriendo de manera impune en la división de Tránsito de la IMM con las personas mayores. Hablo como víctima que fui de tales atropellos, bajo el formato de acoso y hostigamiento por parte de personal del área por “el delito” de ser portador de determinada edad.
De hecho, la política que ha regido en dicha división de Tránsito para los mayores de 75 años ha sido la de tratar a la 3ª edad como una patología en vez de como una etapa de la vida del ser humano, cuyos derechos deben ser respetados. La consigna a priori parecería ser la de: hay que sacar a los viejos de la calle. Aunque no parecen ser las estadísticas quienes acusen a la 3ª edad de ser quien comete la mayor cantidad de accidentes de tránsito con resultado fatal.
Y eso se traduce en las siguientes prácticas tristemente implementadas por el personal que atiende al público en el referido “centro de maltrato”, como desafortunadamente lo he llamado periodísticamente:
Hacer pasar a las personas mayores por un equipo que supuestamente registra la visión nocturna de la persona. De ahí a limitarle a la persona el permiso de conducir en horario nocturno no queda más que agregar un número sacado de la lista de restricciones. Ante mi pedido de aclaración por la limitación que se me imponía, luego de haber consultado dos ópticas y a un oftalmólogo de la mutualista y todos haberme dicho que mi visión estaba absolutamente dentro del rango normal con los lentes que utilizaba, una médica del servicio escuchó mi inquietud y muy francamente me dijo: “Lo que ocurre es que solo la Fuerza Aérea y la IM tienen ese equipo”. Pero entonces pregunto: ¿qué ocurre con los permisos que se otorgan en las otras 18 intendencias?; y el Sucive ¿no tiene entre sus roles establecer un marco de equidad y protección de derechos a escala nacional entre los ciudadanos de la República? Sin dejar de señalar que los ciudadanos de Montevideo que gestionamos el permiso lo hacemos —como dijera un renombrado oculista— porque la precisamos para manejar un vehículo y no para ser piloto de avión.
Otro recurso en la búsqueda de asignar restricciones es hacer que el postulante hable y cuente sobre su historia clínica. Inocentemente desapercibido, uno le cuenta al médico que toma algo para la presión o para el colesterol, o que haciendo la mudanza se sintió el manguito de los rotadores. ¿Para qué? Para que se le estamparan en el permiso tres o más numeritos extraídos de la lista de restricciones.
Pero no todo es de guante o túnica blanca. Porque en el área de una suerte de elementales pruebas psicotécnicas, donde se deben copiar figuras geométricas o trazos lineales, allí, al menos en mi caso, el trato cruel, inhumano y degradante de acoso y hostigamiento fue desembozado: un funcionario robusto de un metro ochenta —y pese a venir yo resolviendo las figuras normalmente— en forma sorpresiva, en actitud hostil e intimidatoria, me retira la hoja y me incrimina diciéndome: “Pero esto está todo mal”. Yo no entendía lo que pasaba, y me debí retirar.
Supe luego por el médico jefe del servicio —que fue siempre muy amable, pese a no saber cómo hacer para no dejarse presionar— que los del psicotécnico habían ido a decirle que lo mío había sido un desastre. Por lo visto tan poco convencido estaba, y tan bien conocía la estrategia seguida, que luego de controlarme la visión y evaluar mi estado psicofísico me pregunta: “¿Usted tiene mutualista?”. A lo que le contesto que sí. Y entonces me dice: “La próxima vez que venga tráigame un informe de neurólogo”. Claro que a esa altura ya había estampado en el formulario toda la lista de restricciones: válido solo por seis meses; uso de lentes (siempre los tuve); solo conducción diurna… y varios numerales más apuntando se ve que a configurar un prontuario que permita, cuando arbitraria y no profesionalmente, considerar que hay que retirar definitivamente a la persona del medio del tráfico.
No funcionan así los países desarrollados. De mi parte gustosamente admitiría ser sometido a una junta médica en caso de existir dudas sobre mi idoneidad psico-física para conducir u otra instancia que disponga el Sucive que habilite una cierta instancia de alzada, como existe en todo proceso de protección de derechos.
En honor a la verdad debo señalar que el personal de inspección, que me acompañó durante el examen práctico que debí rendir a posteriori de lo relatado, fue exigente sin excepciones, pero cabalmente respetuoso.
No sé qué entiende Adeom cuando se dice que la comuna pretende privatizar el otorgamiento de examen médico para libreta de conducir. Lo que sí sé es que, si es solidario con lo que está ocurriendo actualmente llevado adelante por sus compañeros, más que querer que se brinde un servicio de calidad y objetividad, como corresponde, lo que está haciendo es ser cómplice de las peores prácticas que otros supieron llevar adelante en su momento con nefastos objetivos y violación de legítimos derechos de las personas y de los ciudadanos que financiamos los servicios públicos.
A.B.