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Pese a la alta conectividad, la suspensión de clases presenciales por Covid-19 causó “tensiones” laborales, pedagógicas y tecnológicas
“Existió un impacto negativo en la salud ocupacional y el estrés docente” en todo sistema educativo público y privado, desde el nivel inicial al terciario, según un estudio de la Universidad ORT
Clases a través de la plataforma Zoom. Foto: Javier Calvelo / adhocFOTOS
La estrategia del gobierno de la educación para enfrentar la crisis provocada por la pandemia del Covid-19 fue suspender las clases presenciales entre marzo y junio de 2020, pasando a la educación remota. De esta manera, la continuidad de los aprendizajes en la educación formal obligatoria fue asegurada por el Plan Ceibal. Sin embargo, la incidencia de esta estrategia oficial en las prácticas docentes ha sido, por lo menos, diversa.
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El panorama previo a la pandemia en Uruguay evidenciaba un uso pedagógico limitado de dispositivos y recursos digitales en apoyo a la enseñanza, en especial en educación media y formación docente, aunque más extendido en educación primaria.
Pero, a pesar de las buenas condiciones de desarrollo de infraestructura tecnológica y acceso a Internet, la suspensión de las clases presenciales a raíz de la pandemia también provocó “tensiones” y planteó “desafíos” en el plano laboral, pedagógico y tecnológico, según un reciente informe de investigadores de la Universidad ORT Uruguay, a cuyo avance tuvo acceso Búsqueda.
Del estudio surge además que durante los meses de enseñanza remota “existió un impacto negativo en la salud ocupacional y el estrés docente”.
La investigación también detectó “problemas de baja apropiación” y “uso pedagógico de las tecnologías” extendido entre educadores y estudiantes. La mitad del profesorado (49,7%) dijo desconocer los enfoques pedagógicos específicos para desarrollar la enseñanza virtual con herramientas digitales y a distancia.
Asimismo, la mayoría de los profesores ha sentido que la institución educativa donde trabaja no cuenta con un plan claro de apoyo al personal docente (65,2%).
La investigación estuvo a cargo de los docentes Denise Vaillant (primera investigadora del área de la educación en acceder al nivel III del Sistema Nacional de Investigadores, el escalón más alto del SNI), Eduardo Rodríguez-Zidán y Mariela Questa Torterolo, todos referentes de la Universidad ORT Uruguay en materia educativa.
Uno de los mayores “retos” refiere a la necesidad de construir “nuevos formatos pedagógicos” para mejorar los resultados educativos “con equidad”, plantean los autores del estudio en un artículo publicado el sábado 1° en la Revista Electrónica Educare titulado Pandemia y percepciones docentes acerca de la enseñanza remota de emergencia: el caso de Uruguay, que presenta resultados primarios.
Los datos fueron recogidos por una encuesta digital aplicada entre mayo y junio de 2020 sobre un universo de 470 docentes de diferentes niveles de enseñanza, desde el inicial hasta el universitario.
Efectos laborales
“El uso con sentido pedagógico” de las tecnologías en Uruguay todavía es “incipiente” y “probablemente” esa sea una de las mayores dificultades de la educación remota en emergencia, según los autores del informe.
La virtualidad derivó en “una sobrecarga de demanda de trabajo” en pandemia, especialmente en el plano “cognitivo, cuantitativo y emocional”, factores que inciden en el bienestar docente.
Los resultados del estudio local son congruentes con las evidencias internacionales: uno de los efectos provocados por el confinamiento fue el impacto en las condiciones de trabajo de la docencia, con un aumento del estrés y de la presión laboral.
El 33% del personal docente se manifestó “estresado” durante el período de confinamiento.
Dos de cada tres educadores (67%) expresaron sentimientos asociados a la “ansiedad” e incertidumbre provocadas por la educación virtual y la desvinculación con los estudiantes, y también al deseo de aprender nuevas metodologías y herramientas virtuales para mejorar sus prácticas de enseñanza.
Un alto porcentaje del personal docente consultado dijo contar con acceso a Internet de banda ancha en su hogar (84%). No obstante, uno de cada cuatro docentes no dispone de las condiciones espaciales mínimas en su domicilio para el trabajo a distancia y una proporción muy baja de docentes (34,8%) está de acuerdo con que su institución contaba con un plan claro de apoyo para el desempeño de la docencia virtual.
Efectos pedagógicos
En cuanto a las prácticas educativas en la emergencia sanitaria la gran mayoría de los docentes (83%), independientemente del sector educativo o el nivel donde se desempeñan, declaró que su estrategia principal fue la de trasladar los contenidos y actividades presenciales de sus cursos a la modalidad en línea.
El 76% de los docentes dijo que tuvo que rediseñar pedagógicamente los cursos para adaptar contenidos y actividades a un formato digital, incluyendo actividades sincrónicas o asincrónicas. Y, en particular, señalaron las clases presenciales por videoconferencias (Zoom) como otro cambio destacado (65%).
Pero no todo el plantel docente que siguió dando sus cursos transformó sus formas habituales de trabajo presencial: el 27% de los educadores, aunque no suspendió las clases, continuó sin modificar su forma de trabajo previa a la llegada del Covid-19.
Al consultarlos sobre si los cambios impulsados en sus clases funcionaron como una enseñanza remota de emergencia, el 43,5% respondió que sí, aunque con diferencias significativas entre subsistemas: el porcentaje baja a 32% entre los formadores de docentes y aumenta a 51% entre los docentes universitarios.