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    Pese a que le propuso un paquete de medidas urgentes, para Lacalle Pou el gobierno “se entregó” y “no van a haber grandes cambios”

    Si hay un concepto que domina el discurso del senador blanco Luis Lacalle Pou es el del tiempo. Y el tiempo corre distinto. Va lento cuando habla de sus aspiraciones electorales, cuando reclama dejar de lado ese escenario porque todavía falta para el 2019. Y va rápido cuando habla de las respuestas del gobierno a las “urgencias” que tiene la gente. Para eso ya no hay tiempo, dice. El senador acaba de plantearle al presidente Tabaré Vázquez un paquete de 20 medidas en el plano económico, educativo, sanitario, laboral, internacional. Asegura que son medidas que se pueden aplicar desde ya, pero lo dice mientras va bajando la vara de sus expectativas. Para Lacalle Pou el gobierno “se entregó” y su proyecto “fracasó”. “No va a haber grandes cambios, puede haber maquillajes”, sostiene. En su despacho del Palacio Legislativo, a unas horas de partir rumbo a la Patria Gaucha en Tacuarembó, dice que terminó de confirmar esta idea el miércoles 1º a la noche cuando vio la cadena televisiva de Vázquez y se encontró con alguien “monótono” que “habló del pasado” y “no puso una luz para seguir”.

    —¿Por qué insiste en concepto de que el 2017 es un año bisagra?

    —Hay una manera de entender la actividad política que son los tiempos. No solo importa que la medida sea buena sino que sea implementada en tiempo y forma. Lo que a mí me preocupa, de este gobierno y del presidente, es que no hay una noción real de las urgencias. Siempre es para adelante, siempre hay un reenganche con menos diez como en la conga. Te dicen en tal año va a pasar tal cosa. ¿Hay una noción de la urgencia? ¿O realmente estamos empantanados por distintas situaciones: por la forma de ejercicio de gobierno del presidente, por la conformación de sectores políticos de los ministerios, por la traba político-sindical, por la ausencia de recursos económicos? Por algo de esto o por todo esto junto es un gobierno que no actúa en el sentido de las urgencias de la gente y por eso hicimos estas propuestas que tienen un plazo prudencial de aplicación. Y en este año hay algunas condicionantes distintas. El gobierno se autoimpuso un nuevo presupuesto. Y se encuentra con un déficit histórico, que no lo hubo ni en la crisis de 2002; se encuentra con un mundo convulsionado: desde el fenómeno Trump, con los adalides del libre mercado protegiéndose como nunca y aquellos defensores de la economía de Estado como el comunismo sui generis chino abriéndose al mundo. Se encuentra con la región con elecciones parlamentarias en Argentina y a Brasil con una crisis política, económica y social y un gobierno muy vulnerable, con debilidades institucionales. Y eso es el 2017. ¿Y por qué un año bisagra? Porque a nadie escapa que a fines de julio de 2018 empieza a vislumbrarse la campaña electoral. No quiero decir que es el último año del gobierno porque sería muy dramático, pero se va acotando el crédito, los tiempos, para hacer muchas cosas.

    —Teniendo en cuenta los antecedentes —el año pasado solo se recogió una de las 22 propuestas que le presentó al gobierno—, ¿cuáles son sus expectativas?

    —Quiero ver la película. La foto dice que hubo una primera respuesta rápida del presidente que supone una continuidad, porque la carta del presidente dice que ya repartió las propuestas a sus asesores y sus ministerios. Uno puede entender que después que se evalúe y se analice habrá otra respuesta. Soñemos o pensemos que alguna se pone en práctica. El antecedente inmediato indica que no hay mucho grado de expectativa para que estas medidas se implementen. Nosotros preferimos aportar. Ahora, la pelota está en el gobierno.

    —Lo que pasó en el 2016 fue que el gobierno dijo que muchas de las propuestas que plantearon ya se estaban implementando.

    —Ninguna, no es cierto. Hay dos formas de asumir la actividad de gobierno: descartando, negando, descalificando o asumiendo. La que uno espera para su país es la de asumir. E inclusive tener procesos de síntesis entre una idea de la oposición y otra propia. Es el sueño del pibe: una oposición que venga y aparte de criticar, aparte de interpelar, aparte de proponer comisiones investigadoras, te proponga. Nosotros empezamos a trabajar a fines de noviembre con estas propuestas.

    —El año pasado hubo una comisión multipartidaria sobre seguridad que terminó fracasando. ¿Hay otro tema que necesita un acuerdo de todos los partidos?

    —Yo lo digo —no con desilusión porque no tenía mucha ilusión con el gobierno— pero con tristeza, que el proyecto que encarnó este gobierno fracasó. Y no va a haber grandes cambios, puede haber maquillajes. Pero no va a haber grandes cambios en la seguridad, en la educación, en la salud. No va a haber cambios fundamentales en la inserción de Uruguay en el mundo, ni cambios en el desarrollo del individuo. La cadena del presidente fue sintomática.

    —¿Por qué?

    —Porque se vio a un presidente que no está ilusionando, que no está generando expectativa, que no puso una luz para seguir. Habló del pasado.

    —Entonces para usted sería una pérdida de tiempo juntar a todos los actores políticos para tratar un gran tema en común.

    —Fui muy escéptico la otra vez. Me criticaron porque entendía que eran reuniones para la foto, que no había un compromiso, y de hecho no existió un compromiso. Lo que se aprobó en la Torre Ejecutiva no se aprueba en el Parlamento. Y el presidente dijo que no se podía meter en el Parlamento, pero a la vez venía a buscar dos votos para el ajuste fiscal. Se pudo meter en el Parlamento para meterle la mano en el bolsillo a la gente, pero no para modificar leyes que puedan darle más tranquilidad.

    —¿No se sentaría otra vez en una reunión convocada por el gobierno?

    —No sé, no sé.

    —No queda tiempo, dice.

    —Busquemos mecanismos que el gobierno esté dispuesto a llevar adelante. No me merece credibilidad y si tenía alguna duda, la cadena del presidente, grabada, leída, monótona, inundada de cifras del gobierno… no hay rumbo, no hay velocidad. Para mí era lo que hacía falta para catalizar un gobierno que se entregó.

    —¿Fue la confirmación para usted?

    —Sí.

    –¿Esperaba algo más?

    –No.

    –¿Cuál es su relación con el diputado frenteamplista Gonzalo Mujica?

    –Nos sentábamos corredor de por medio en Diputados. Siempre tuvimos muy buena relación. Incluso me adelantó cosas políticas que yo ni siquiera pensaba respecto a mi futuro. Y después que tomó esta decisión, que es muy valiente, de salir del poder al descampado, estuvo en casa, estuvimos hablando en estos días de las 20 medidas

    —¿Qué le dijo de las medidas?

    —Que le parecían buenas la gran mayoría

    —¿Es una figura que a usted le interesaría sumar a su sector?

    —El dirigente político intenta ensanchar su compañía. Voy a hacer un poco de autobombo: figuras del Frente Amplio como Jorge Saravia o Graciela Bianchi se sumaron a nuestras filas.

    —En una reunión de su sector se habló de intensificar el trabajo en Montevideo y Canelones, dos bastiones frenteamplistas. ¿Es ir hacia el frenteamplista desencantado?

    —En las elecciones pasadas, el Partido Nacional creció 10% en Montevideo. El despliegue táctico en Montevideo obedece a que el año pasado hubo elecciones vecinales y si bien no es una elección partidaria, muchos nacionalistas que se presentaron tuvieron éxito. Ensayamos una agrupación de gobierno departamental que tuvo reuniones periódicas y que se ocupó de los temas de Montevideo. Este año le queremos agregar el desembarco que hicimos en el interior.

    —Hay dirigentes blancos del interior que dicen que a dirigentes de Montevideo les falta un poco de fútbol, de mediotanque, de carnaval.

    —Luis Sergio, Luis Sergio Botana.

    —Exacto.

    —Lo llamé por teléfono a Botana. Obviamente me lo tomé con humor.

    —¿Lo que dijo Botana en la entrevista con Búsqueda fue dirigido a usted?

    —No sé si iba dirigido a mí.

    —Pero lo llamó. Se puso el sayo.

    —A un picadito lo desafío a cualquiera, sobre todo porque me queda mejor estado físico. Asado, les corro.

    —¿Ir al carnaval de Melo?

    —No he ido, pero por lo que veo está bueno. En la época nuestra íbamos al corso.

    —¿Qué le dijo cuando lo llamó?

    —Lo jorobé, lo llamé para hacerle un chiste. Tengo aprecio y respeto por Luis Sergio.

    —¿Tiene razón Botana en su análisis?

    —Primero, eso no es un análisis. Si eso es un análisis…

    —Bueno, ¿tiene razón en su afirmación?

    —Se imaginarán que no voy a discutir esa afirmación, me lo tomo con humor. Si en serio les preocupa la conformación del electorado nacionalista y de quien les habla, mírenlo, es histórico.

    —¿Cómo ve la interna de Alianza Nacional?

    —La observo, la analizo, entiendo cuál me parece que debería ser el camino a seguir, pero no voy a hacerlo público. Sería irrespetuoso hacerlo.

    —Una idea que usted manejaba era que no hubiera interna en el Partido Nacional.

    –No es una idea mía. Lo que no soy es ortodoxo.

    —¿Le parece buena idea o mala idea tener interna?

    —Lo que yo pretendo es que haya paz y movilización partidaria.

    —¿Qué quiere decir?

    —Paz partidaria sea cual sea el proceso de decisión. Y después con movilización, porque la paz congelada no sirve.

    —¿Pero elección interna sí o no?

    —De hecho, vamos rumbo a una elección interna. Por lo menos así lo marca la Constitución y cuando un compañero o compañera de otro sector partidario entienda que tiene chances o quiere comparecer, ya está.

    —¿Para usted eso va a ocurrir?

    —Bueno, aparentemente hay ebullición. Y la ebullición por lo general termina gestando algo.

    —¿Está de acuerdo con que la fórmula blanca incluya a una mujer?

    —A mí me parece bien, ya lo dije. Pero insisto, no depende de mí. Nada que suceda en el Partido depende de un sector, y ni siquiera se sabe quién va a ganar la interna.

    —¿Qué opina de lo que dijo el 27 de febrero en “El Observador” Jorge Larrañaga de que “no va a ser candidato a vicepresidente”?

    —Es una determinación personal.

    —¿Lo conversó con él?

    —Tengo una buena relación con él, pero no nos hemos juntado en estos días. Sé lo que piensa y lo que siente.

    —¿Cree que lo va a enfrentar en la interna?

    —Ni idea. Si quieren pregúntenselo a él, su despacho está acá cerca.

    —¿Qué opina de la figura del empresario Edgardo Novick?

    —Está tratando de conformar un partido político, que no es fácil en el sistema uruguayo. Lo que uno analiza a partir de encuestas, está en un nicho que algún partido fundacional ocupaba y por ahora no hay mucha cosa más.

    —¿Qué partido?

    —Básicamente el nicho que está intentando acrecentar son votantes del Partido Colorado. Hoy el Partido Colorado sigue en los estándares parecidos a la elección del 2014.

    —Novick se ha llevado dirigentes de los blancos. ¿No le preocupa que esté merodeando sus electores?

    —Sí, no de mi sector. Quizás la preocupación mayor —y no solo por un nuevo partido— es la posibilidad de coordinar y armar un futuro gobierno, pero falta tiempo. Esa es la preocupación puntual en este caso y con los otros partidos.

    —¿Tiene diálogo con él?

    —Lo llamé cuando largó su partido para felicitarlo. “Bienvenido al ruedo”, le dije.

    —Usted lo puso en el ruedo. ¿No?

    —¿Por qué?

    —¿Usted no lo convenció, no lo incentivó a que participara en la elección de Montevideo?

    —No, no. No. En realidad fue él mismo el que tuvo la voluntad de participar.

    —Consiguió el aval de los dos partidos fundacionales. ¿Fue un error dárselo?

    —¿Por qué? ¿Que alguien participe en política es un error? ¿Porque le haya ido bien?

    —Porque a partir de eso armó su propio partido y ahora compite por el mismo electorado.

    —Y bueno, de eso se trata también. Si el Partido Nacional pierde un voto con otro partido es porque no se lo merece. El Partido Nacional está en un registro histórico, nunca en la historia reciente de la política nacional en este momento de un quinquenio tuvo un porcentaje tan alto de aceptación pública.

    —Pedro Bordaberry dijo a Búsqueda que Novick crece, en parte, gracias a su billetera. ¿Está de acuerdo?

    —No voy a entrar en consideraciones de ese tipo.

    Información Nacional
    2017-03-09T00:00:00