Pese al rechazo de la población, jerarcas y expertos defienden la instalación de rellenos sanitarios para eliminar vertederos

escribe Lucía Cuberos 
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Las toneladas de residuos que se producen a diario en el país —y que aumentan a la par del crecimiento del consumo– ocasionan un desafío para las autoridades gubernamentales. Aunque la gestión de los desechos ha tenido avances en los últimos años, los retos persisten. Entre ellos, uno de los principales problemas ambientales a resolver son los vertederos a cielo abierto, que provocan desde contaminación en el aire por la quema no controlada y en la tierra por los lixiviados que llegan a las corrientes de agua, hasta conflictos sociales en torno al trabajo informal de los clasificadores.

Estos problemas fueron el foco del seminario Gestión de residuos: hacia una disposición final segura y ambientalmente adecuada, organizado días atrás por la Cámara de Empresas Gestoras de Residuos del Uruguay (Cegru) junto con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

La intención de los expositores fue mostrar que “hay un camino posible” para una gestión sustentable de residuos, y que para eso es necesario hacer una transición desde los vertederos a cielo abierto a los rellenos sanitarios, dijo a Búsqueda la gerenta ejecutiva de la Cegru, Chiara Fioretto.

Los vertederos son sitios donde se desechan los residuos sin ninguna infraestructura que prevenga el impacto ambiental. En los rellenos sanitarios, en cambio, los residuos reciben un tratamiento para minimizar sus efectos dañinos y luego se depositan en un sitio previamente impermeabilizado y son cubiertos con una capa de tierra.

“Los rellenos sanitarios tienen una muy mala imagen; incluso se habla de ellos diciéndoles ‘megabasureros’, una palabra que ya lleva implícita una connotación negativa, cuando en realidad se trata de una obra de ingeniería adecuada que ofrece muchísimas precauciones para no contaminar el agua subterránea, no generar contaminación atmosférica y disminuir la generación de metano”, explicó.

El vicepresidente de la Asociación para el Estudio de los Residuos Sólidos de Argentina (ARS) y miembro de la Junta Directiva de The International Solid Waste Association dijo durante su exposición que los vertederos a cielo abierto son “una práctica a erradicar”, ya que actualmente en América Latina se desechan todavía unas 145.000 toneladas de residuos por día en ese tipo de basurales.

En esa línea, Marisol Mallo, gerenta del Área de Información, Planificación y Calidad Ambiental de la Dirección Nacional de Medioambiente (Dinama), afirmó que hoy el volumen de residuos aumenta en forma continua debido a una lógica de “use y tire”, por lo que es importante visualizar el cierre de los vertederos a cielo abierto dentro de una estrategia global que apunte a disminuir la generación y fomente la puesta en valor de los desechos.

Para la especialista, uno de los desafíos principales del país para el próximo quinquenio es mejorar la calidad de los servicios de limpieza, eliminar los vertederos a cielo abierto y tecnificar la gestión de residuos. A su vez, opinó que la Ley sobre Gestión Integral de Residuos permitirá elaborar un plan para el cierre de los vertederos, con requisitos técnicos que los sitios de disposición final deberán cumplir para obtener la autorización ambiental. También mencionó la necesidad de mejorar las capacidades regionales para disminuir los costos de la recolección y el transporte de los residuos, y potenciar el reciclado.

“La sociedad cuestiona los sitios de disposición final. Y aunque no son la única alternativa de gestión, sí forman parte de un conjunto de puntos para construir una salida”, dijo Mallo a Búsqueda. Según explicó, los impactos ambientales que causan los vertederos hacen que la población rechace los sitios de disposición final, aun cuando los rellenos sanitarios son más adecuados. Por eso, cuesta conseguir la aceptación de la sociedad para encontrar donde instalarlos.

La sociedad “tiene grabada en las retinas” las operativas de los vertederos a cielo abierto sin demasiado control. Así, por más que los nuevos proyectos tienen otras condiciones y ofrecen más garantías, se hace muy difícil contrarrestar esa imagen, reconoció.

La especialista dijo que en muchas localidades todavía persisten los pequeños vertederos, porque atrás hay toda una logística de recolección y transporte que necesita arreglos. “El punto de partida para el proceso de planificación de cada una de las intendencias es bien distinto”, señaló.

Hay sitios de disposición final que tienen varias décadas de funcionamiento y al momento de su instalación no se tuvieron en cuenta las previsiones técnicas. Es por eso que con el tiempo se mejoraron las condiciones operativas, pero todavía falta mucho por hacer, aseguró. La gran mayoría de los sitios de disposición final no pueden ser categorizados 100% como un relleno sanitario.

El director de Desarrollo Ambiental de la Intendencia de Montevideo (IM), Sebastián Bajsa, dijo durante su presentación que hoy las celdas del relleno sanitario de Felipe Cardozo están agotadas. Sin embargo, la comuna tiene previsto ampliar su vida útil mediante el aumento del área disponible y el crecimiento en altura, que servirá por 10 años más. A su vez, se construirá una “laguna de homogenización de lixiviados”, se regularizarán las autorizaciones ambientales y se mejorará la vigilancia. También se instalarán unidades para la descarga de camiones barométricos.

“Felipe Cardozo ha ido mejorando con el tiempo. Comenzó en los 90 siendo un vertedero y fue ganando tecnología a nivel de infraestructura que hace que hoy sea un sitio de disposición final donde todos los potenciales impactos ambientales son mitigados. Hoy Montevideo ya pudo asegurar eso y necesita continuar hacia la recuperación de materiales”, dijo Bajsa a Búsqueda.

Al igual que Mallo, el jerarca explicó que el gran problema es que la gente no quiere tener estas instalaciones cerca de su casa. Incluso existe un término utilizado en temas ambientales para describir este fenómeno: not in my background yard (“no en mi patio trasero”).

“A la gente le parece bárbaro que haya una planta que recupere materiales y un lugar donde los residuos se dispongan de manera adecuada. Pero, cuando hablamos de localización, la gente no lo quiere. Y eso pasa con todos los sistemas de tratamiento de residuos y de disposición final”, apuntó Bajsa. Un ejemplo de esto es lo que ocurrió en Canelones, añadió, donde los vecinos se oponen a la instalación de lo que denominan un “megabasurero” en la Ruta 11.

Según el director ese término no es justo, dado que los rellenos sanitarios son “una técnica de ingeniería y no un lugar donde solo se tira la basura”. Y aunque es necesario buscar otras alternativas, dijo, la base de todo sistema de gestión de residuos debe ser una disposición final segura, dado que siempre hay una fracción que terminará enterrándose.

Departamentos

En los últimos años la disposición final de residuos en los distintos departamentos del país ha tenido algunas mejoras. Rocha, por ejemplo, cerró todos sus vertederos a cielo abierto y comenzó a centralizar la gestión en la capital, aplicando una clasificación de residuos previa. Rivera también cerró los vertederos de la ciudad de Tranqueras y lanzó un llamado a licitación para construir un relleno sanitario. Incluso planteó la posibilidad de hacer un relleno regional para traer residuos desde Tacuarembó y Artigas o compartir el sitio de disposición final con Santana do Livramento.

“Sigue habiendo muchos vertederos. En cada ciudad hay un vertedero diferente y algunas intendencias como Colonia y Paysandú están intentando centralizar todo en un solo relleno departamental, porque es muy difícil tener una adecuada gestión en cada una de las localidades. Es inviable desde el punto de vista económico”, señaló.

La directora general de Medio Ambiente, Higiene y Bromatología de la Intendencia de Río Negro, Sylvia Ibarguren, expuso durante el seminario cómo fue el proceso para la instalación de un relleno sanitario en la ciudad de Fray Bentos, inaugurado en marzo. Si bien hasta el momento solo se habilitó un tercio del total, permitirá gestionar 100.000 toneladas de residuos en una década, con una taza de ingreso de entre 20 y 30 toneladas por día.

“Este relleno —que implicó el cierre de un vertedero que tenía más de 70 años— abarca a unos 25.000 habitantes (un 46% de la población total del departamento). En estos cuatro meses se gestionaron 2.300 toneladas de residuos y esperamos en una segunda fase permitir el ingreso de residuos de grandes generadores”, explicó Ibarguren. Según la jerarca, así esperan disminuir la gran cantidad de vertederos que se producían de forma irregular en las pequeñas localidades del departamento.

Ciencia, Salud y Ambiente
2020-07-30T00:00:00