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    Plataforma de incubadoras de empresas crece, pero sigue siendo “embrionaria”, “heterogénea” y dependiente de fondos públicos

    Con distinto grado de madurez y profesionalización, la cantidad de organizaciones dedicadas a apoyar a emprendedores —para que desarrollen su negocio en un ambiente controlado y tengan más posibilidades de éxito— se multiplicó en los últimos años. Pero esas “incubadoras”, que prestan servicios de consultoría, legales, contables y demás a empresas nacientes, conforman en Uruguay una plataforma “embrionaria y heterogénea” que tiene por recorrer un “camino de fortalecimiento y consolidación importante”, señala una consultoría del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) que evaluó los programas de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) en esta área.

    En febrero esa agencia resolvió financiar a cuatro incubadoras, de una veintena de proyectos que recibió en el segundo llamado de uno de sus programas. La demanda fue por US$ 5 millones, pero finalmente el apoyo aprobado para los próximos cinco años no superó los US$ 850.000.

    El número de proyectos incubados por cada organización en el país está por debajo de los promedios internacionales, conforme con el estudio. Eso “estaría diciendo que quizás tengamos demasiadas” incubadoras, opinó el presidente de la ANII, Fernando Brum. Pero apuntó que la cantidad de emprendimientos que seleccionan para incubar varía año a año, de acuerdo a las condiciones del país. A su juicio, también depende hasta de “lo generacional” y comparó: “En una metáfora algo arriesgada, diría que no todos los años aparecen jugadores de la talla de Suárez o Cavani”.

    Igualmente, para Brum hay un “ecosistema más maduro” de incubación de firmas, y ahora lo que falta es un fondo de inversión que apoye a los emprendimientos con capital.

    Según dijo el jerarca, las incubadoras que la ANII estaba apoyando hasta el momento “van a seguir existiendo” porque tienen buenos desempeños y una tasa importante de proyectos de buena calidad”. Sin embargo, algunas de las que en febrero se enteraron de que no recibirán el subsidio están en plena redefinición. “La perspectiva es desafiante, veremos el contexto, cómo nos reconvertimos, qué creatividad tenemos. (…) Es eso o cerrar. Esa es la realidad, porque es una unidad difícilmente financiable”, señaló a Búsqueda Sergio Delgado, director de la Fundación da Vinci y de la incubadora Da Vinci Labs.

    Para Delgado, “tener apoyo del Estado no es una mala palabra, porque la propia naturaleza de estas organizaciones lo requiere y porque el sector público apuesta a ellas para que ayuden a emprendedores que van a generar mucho más en la sociedad”.

    El sector necesita un “cambio de chip” para que los distintos actores miren hacia la demanda, es decir, a los emprendedores, dijo, y reflexionó: “Tenemos una tentación a centrarnos en los factores del negocio, la estrategia, las proyecciones, y en general no tenemos tantas herramientas para el acompañamiento personal y la transferencia de competencias de gestión. La analítica del negocio no tiene que ignorarse, pero sería bueno que (las incubadoras) hagamos un balance”.

    Evaluación.

    “¿Tiene sentido seguir apoyando a las incubadoras con fondos desde la ANII o se trata de una inversión improductiva?”, se preguntó el consultor Hugo Kantis en un reciente estudio realizado para el BID que evalúa el programa público para el sector. La respuesta fue positiva, si bien planteó una serie de recomendaciones y desafíos, tanto para las organizaciones como para el sistema de apoyo.

    Kantis analizó las características y logros de cinco incubadoras apoyadas por la ANII en 2014 (Bioespinn, Sinergia, DaVinci, Khem y Gepian), además de la que tiene más trayectoria en el mercado (Ingenio) y cuenta con el respaldo del Laboratorio Tecnológico. Encontró que la base de incubadoras uruguayas es “embrionaria y heterogénea”, porque está compuesta por organizaciones pequeñas y de corta edad, que aún tienen por recorrer un “camino de fortalecimiento y consolidación importante”. Sin embargo, destacó avances en su desarrollo, por ejemplo, en cobertura geográfica. Además, la cantidad de proyectos respaldados por las seis incubadoras creció de 25 en 2014 a 69 en 2016.

    En materia de resultados, hubo un desempeño de nivel “medio-bajo”, según la consultoría. Pero, según su autor, los “logros” de los incubados no pueden atribuirse plenamente a la labor de las incubadoras, sino que dependen también de los propios emprendedores.

    En la generación de puestos de trabajo se posicionaron mejor que en la concreción de exportaciones, la obtención de subsidios públicos o el levantamiento de capital privado, indica.

    El estudio halló que las incubadoras tienen un “elevado nivel de dependencia” de los fondos de la ANII y “bajo” avance en el desarrollo de una estrategia de sostenibilidad de largo plazo. De su presupuesto total, esa agencia era el principal proveedor de fondos (50% en promedio), seguida por la organización madre de la que depende la incubadora (25%), los ingresos por rentas y servicios cobrados a los incubados (15%), el pago de la ANII por patrocinios a emprendedores (5%), las regalías de emprendedores por resultados (3%) y las consultorías en otros países (2%).

    Ahora, el nuevo llamado de la ANII introdujo cambios en la asignación de recursos, con una evaluación anual para resolver la continuidad del financiamiento (que es a cinco años) y una partida variable o “bono” adicional —de unos US$ 30.000 por año por emprendimiento—, según el nivel de cumplimiento de los incubados en cuanto a ventas, levantamiento de capital, exportaciones, entre otras variables.

    Las elegidas.

    En los últimos tres años una veintena de emprendimientos ubicados al norte del río Negro fueron arropados por Gepian, la incubadora del Centro Comercial e Industrial de Salto, que volverá a recibir fondos de la ANII. Hasta ahora incubó firmas dedicadas al diseño de prendas de algodón orgánico, la formulación de alimentos para ganado, el monitoreo de riego a distancia y en tiempo real, así como la producción de miel de caña de azúcar, por ejemplo. Algunos de esos emprendimientos están exportando y otros prevén hacerlo este año, dijo a Búsqueda la gerenta de Gepian, Roxana Oliveri. Esa organización pretende ser un “centro de negocios regional modelo en el acompañamiento del emprendedor”.

    Ingenio también consiguió aprobación de la ANII para los servicios de consultoría que brinda a sus clientes y las actividades que planifica hasta 2022. Su director, Rafael García, se mostró optimista en lograr incubar en torno a 12 proyectos por año. En 2018 ya ingresó Mi Profe en Casa, una plataforma de encuentro entre profesores particulares y alumnos que necesitan apoyo en distintas materias.

    Otra incubadora seleccionada para recibir fondos públicos es Hardware Tech, y fue creada por Sinergia Tech e IBM Innovation Lab buscando acelerar el proceso inicial de nuevas empresas con foco en hardware.

    La cuarta es ThalesLab, cuyo objetivo es crear compañías tecnológicas innovadoras en etapas tempranas, combinar gente con ideas con cofundadores tecnológicos con capacidad de ejecución y fomentar innovación corporativa a través de spinoffs, la escisión de un área.