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La cantidad de ollas populares que se organizaron en distintos barrios de Montevideo y en el interior del país —a partir de la crisis económica que disparó la emergencia sanitaria por el Covid-19— evidenció que los niveles de vulnerabilidad de la sociedad uruguaya eran mayores que los que podían describirse a través de la medición tradicional de la pobreza, por el método del ingreso.
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Según la “línea de pobreza” calculada por el Instituto Nacional de Estadística (INE), 8,8% de la población era pobre en 2019. Eso, porque tenían un ingreso inferior a $ 14.311 (equivalente al costo promedio de una canasta básica alimentaria) y vivían en Montevideo, o menor a $ 9.200 para la zona urbana y a $ 6.200 la rural, en el interior del país. Eran unos 308.000 pobres.
Pero, según esa metodología del INE complementada por un Índice de Similitud por Carencias Socioeconómicas (ISCS) —elaborado por el Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (Ceres)—, antes de la recesión que produjo la pandemia la cifra se eleva a unas 516.000 personas. Es que, de ese total, según el ISCS unas 207.000 vivían con necesidades similares a las de aquellas consideradas pobres por el INE en 2019, a pesar de tener ingresos hasta 20% mayores a la “línea” de pobreza.
Considerando ambas metodología, en Montevideo la “pobreza y vulnerabilidad social” (o “pobreza total”) alcanzaba a 257.694 personas y en el interior a 258.034.
El noreste del país era la región con una mayor incidencia de esta problemática, con una tasa total de 20,6%, seguida por Montevideo (18,6%) y el litoral norte (16,5%). En el este, centro y área metropolitana y el litoral sur era muy similar (9,7%, 9,4% y 9,4%, respectivamente).
El índice
El ISCS, divulgado ayer miércoles, compara para cinco categorías (empleo, vivienda, educación, confort y conectividad) y trece dimensiones en total, el número de personas no pobres, pero con ingresos cercanos a la línea de pobreza (en hasta un 25% por encima) versus la cantidad pobres (que accede a un ingreso para cubrir la canasta o incluso 10% por debajo).
Es así que, considerando ambas mediciones (la de la línea de pobreza del INE y el ISCS de Ceres) para el total del país, la tasa de “pobreza total” se ubicó en 14,7% en 2019, incrementándose respecto a 2018 (13,4%). En 2015 era de 15,5%.
Según el Ceres, la pandemia “sacudió y dejó al descubierto una realidad compleja, que exige creatividad en política económica y planes sociales, para generar condiciones que permitan una mejora sustancial para una población con carencias, que antes del impacto de esta crisis ya comprendía a más de medio millón de uruguayos”. Por eso tituló su informe La delgada línea de la pobreza.