Despegue y pobreza
Una serie de reformas liberalizadoras lanzadas en 1991 catapultaron la economía india hacia un ciclo de crecimiento robusto, con tasas cercanas a 7% anual —en promedio— entre 1993 y 2010. Como respuesta a los coletazos que recibió con la última crisis financiera global originada en Estados Unidos en 2007-2008, las autoridades adoptaron estímulos monetarios y fiscales que tuvieron un efecto positivo temporal. Al mismo tiempo, se disparó el déficit fiscal y el desquilibrio de la cuenta corriente, al punto que el Fondo Monetario Internacional (FMI) llegó a hablar de un peligro serio para la balanza de pagos del país.
Se espera que el Producto Bruto Interno (PBI) se expanda algo menos de 5% este año y un poco más que eso el próximo. India es la undécima economía del mundo (y tercera en términos de poder de paridad de compra), pero el PBI per cápita ronda los U$S 1.500 anuales, una cifra magra en la comparación global.
La pobreza es como una patada en el estómago aun para quien llega desde países donde también hay cantegriles, favelas o villas miseria por la forma en cómo la sobrellevan los indios: ¿espiritualidad?, ¿resignación?, ¿castas? Está en todos lados y no hay forma de no verla.
Estos años de crecimiento le permitieron a más de 130 millones de personas salir de la pobreza, aunque unos 270 millones todavía siguen sin ganar lo suficiente como para comprar una canasta básica de bienes y servicios, calcula el FMI. Eso representa algo más de la quinta parte de la población del país (21,9%); en 1993 el porcentaje era más dramático y alcanzaba 45%. Entre los Brics, solo en Sudáfrica la pobreza es superior.
Los niveles de desigualdad, sin embargo, aumentaron en los últimos años, en parte porque la mejora de los ingresos y del consumo ocurrió sobre todo entre la población urbana y menos en la rural, que es muy numerosa.
Diez indios figuran en el ránking 2014 de la revista “Forbes” de los 1.645 billonarios del mundo: Mukesh Ambani (petróleo y gas) en el puesto 31º, Dilip Shanghavi (productos farmacéuticos) en el 39º, Azim Premji (software) en el 49º, Lakshmi Mittal (acero) en el 66º, Shiv Nadar (tecnologías de la información) en el 99º, Kumar Birla (commodities) en el 142º, Sunil Mittal y familia (telecomunicaciones) en el 167º, Gautam Adani (commodities e infraestructura) en el 198º, Cyrus Poonawalla (vacunas) en el 222º y Uday Kotar (banca) en el 224º.
Caros Audi y Mercedes Benz forman parte de un tránsito que se mueve en el sentido de la derecha —un resabio del colonialismo británico que expiró en 1947— y que en las grandes urbes funciona a puro bocinazo pero sin insultos.
Nueva Delhi, la capital, es una ciudad organizada y limpia comparada por ejemplo con la sucia Montevideo. En la zona más céntrica y moderna son pocos los que mendigan, aunque es posible presumir que la mayoría de los vendedores ambulantes de comida, bebidas o baratijas —la mayoría descalzos, flacos, mal vestidos y quemados por el sol—, y muchos conductores de los típicos tuk-tuk (unos destartalados triciclos motorizados de color verde y techo amarillo) viven humildemente. A pesar de eso, caminar por las calles es seguro en un país que exhibe tasas de delincuencia o una “sensación térmica” que serían la envidia del ministro Eduardo Bonomi.
Pero la India se encuentra involucrada en conflictos limítrofes y está en alerta por el terrorismo, por lo que la seguridad es estricta en los hoteles de alta categoría y en los edificios públicos, donde guardias con metralletas y detectores de metales esperan al visitante.
“Nada pasa de manera mágica”, contestó Vijay Kumar Singh, un general retirado de la Armada que desde mayo es el ministro de Relaciones Exteriores de India, cuando el miércoles 15 recibió a un grupo de periodistas latinoamericanos y se le preguntó por los niveles todavía altos de pobreza. “También hay favelas en Brasil”, replicó.
Puso como ejemplo de pequeños cambios que pueden hacer la diferencia, la experiencia de la apertura gratuita de cuentas bancarias que, dijo, “transforman a la gente en una persona media”.
Para el jerarca, “lo que se necesita es agua limpia, energía, educación, entrenamiento para el trabajo y dar oportunidades a la gente”.
Rajeev Nair, un ejecutivo de Infosys — compañía india con presencia en 82 países que produce software a medida y fue la primera de ese origen en cotizar en el mercado de valores estadounidense Nasdaq—, señaló el lunes 20: “Los cambios están ocurriendo y el campo de la tecnología es uno de ellos”.
A su juicio, “las oportunidades vienen si se estudia, y en India la educación es prácticamente gratis” por los subsidios estatales. De acuerdo con datos de la Unesco, los jóvenes de entre 15 y 24 años analfabetos son casi 40 millones —la mayoría mujeres— y ciertos sectores de la población no acceden al sistema formal.
Precios y celulares.
Sayad, cuyo nombre en hindi significa algo así como “vencedor del sol”, dijo que las ventas en la tienda en la que trabaja en Nueva Delhi mejoraron, pero igualmente llega con lo justo a fin de mes. “Los precios, en especial de los alimentos, aumentaron mucho en los últimos seis meses”, se lamentó.
La inflación se aceleró en los años recientes y la tasa de 12 meses rozó los dos dígitos. Eso lo padece sobre todo el asalariado promedio, poco calificado y sin mayor protección social que predomina en la sociedad india. De todos modos, el petróleo más barato está dando una tregua y las estaciones de nafta acaban de bajar los precios, por primera vez en más de cinco años. India importa dos terceras partes de la energía que utiliza.
Gracias a los años de crecimiento económico ahora “muchas familias tienen ingresos más altos y acceden por ejemplo a teléfonos celulares, lo que les resultaba imposible antes. El nivel de vida se elevó y también sus expectativas. Ahora dicen: ‘Por qué no puedo estar todavía mejor’”, analizó Kemi Prasad, editor del diario local “The Tribune”.
Según el más reciente reporte de la Autoridad Reguladora de Telecomunicaciones de India, con datos a mayo, había 933 millones de usuarios de servicios telefónicos, lo que representa una penetración de 75%. La cantidad total de contratos de acceso a Internet llegó a 252 millones (cerca de 20% de la población) y de esa cifra 92% están ligados a teléfonos inteligentes. Pero en general a la gente común no se la ve con los equipos más nuevos y caros.
Actualmente se editan en India 12.500 periódicos cuyos ejemplares como mucho cuestan el equivalente a unos siete pesos uruguayos. Sin embargo, la radio y la televisión son los medios de mayor cobertura.
Algunos canales, como CNBC Awaaz, se enfocan en noticias de negocios para un público que cada vez más usa smartphones y tablets. En su sede de Mumbai tiene una amplia y colorida redacción con monitores que proyectan información financiera, aunque los que ponen dinero en la Bolsa de Valores local son principalmente inversores de Estados Unidos, Europa, Singapur, China y Hong Kong, y muy pocos indios. Esa entidad bursátil, la mayor del mundo en cantidad de empresas cotizantes (5.448) y la undécima por la capitalización de mercado (más de U$S 1,5 trillones), está haciendo campañas de educación financiera en escuelas y colegios, informó el lunes 21 Piyush Chourasia, un oficial de Riesgo y Estrategia.
Ciertamente, ese mundo de las finanzas parece lejano para el indio común, que se refugia en la religión y el entretenimiento barato, como las telenovelas y las películas en idioma hindi que se estrenan cada viernes.
Manasi Salvi, una hermosa actriz de 35 años que protagoniza “La pena del amor”, trabaja 12 horas al día en Filmcity y está contenta con su carrera. La telenovela, que lleva un año y medio en el aire emitiéndose seis días a la semana, está por terminar.
La industria fílmica en India “es un gran negocio” sostenido por el deseo de distracción de amplios sectores de la población, comentó la muchacha el martes 21, ya pronta para entrar al set, hablando entre perros, gatos y operarios mal vestidos sentada en una silla de plástico al resguardo del sol en una sucia locación de Filmcity ubicada en las afueras de Mumbai. Le gusta que algunas películas deslicen mensajes que refuercen los buenos valores y el rol de la mujer.
Omveer Saini, oficial de Relaciones Públicas de Filmcity, aclaró que no les agrada la denominación Bollywood. Lo cierto es que el modesto entorno donde se despliega esta industria del ocio indio no se parece en nada al cine estadounidense de alto presupuesto.
“Socios naturales”
India es gobernada por el partido Bharatiya Janata (Partido Popular) y las autoridades del país remarcan que constituye la mayor democracia del planeta. Las elecciones son un complejo proceso que se desarrolla en etapas de muchos meses dado el tamaño del padrón de votantes y su dispersión geográfica.
“Muchos cambios positivos están ocurriendo y el combate a la corrupción es uno. Varios políticos fueron a la cárcel en los últimos años”, comentó Alok Joshi, editor ejecutivo de CNBC. También se refirió a India como una “democracia fuerte”, pero admitió que la Justicia es lenta.
En una conversación con reporteros latinoamericanos en la sede de su cartera el jueves 16, la carismática ministra de Comercio, Industria, Finanzas y Asuntos Corporativos, Nirmala Sitharaman, definió India como una “democracia vibrante” y un país de gente joven.
Más temprano ese día, Sitharaman habló en un foro para promover las inversiones con América Latina que se efectuó en el lujoso hotel The Lalit de Nueva Delhi. “Las relaciones económicas son muy bajas”, reconoció, y dijo que eso representa una oportunidad: “Tenemos muchas cosas en común en cuanto al modelo de crecimiento económico. India y América Latina están cambiando la economía global. La complementariedad nos hace socios naturales”.
El comercio total entre India y América Latina casi se duplicó desde los años noventa, pero desde niveles bajos.
Con Uruguay en particular las cifras son simbólicas. El país exportó al mercado indio bienes por U$S 17 millones en 2013 (básicamente lana sin cardar ni peinar, madera en bruto y desechos de hierro). Las importaciones realizadas por Uruguay, como neumáticos, artículos de hierro o aluminio, sumaron U$S 160 millones ese año.
Un acuerdo de ventajas comerciales con el Mercosur que entró en vigor en junio de 2009 parece subutilizado. Sin embargo, los pocos empresarios uruguayos que hacen negocios se sienten cómodos tratando con sus pares indios, que manejan mucho más el inglés que los chinos, si bien reconocen que se requiere de paciencia para entablar relaciones de confianza.
En el foro de promoción de los vínculos con India participaron más de 200 empresarios latinos y la delegación argentina fue la más numerosa. Un funcionario del Instituto Uruguay XXI y un ejecutivo del grupo de servicios logísticos RAS, junto al embajador Carlos Orlando, conformaron la reducida representación charrúa, aunque la aspiración es que la misma sea mayor en futuras ediciones. De hecho, una cámara binacional se encuentra en proceso de conformación con el apoyo de la representación diplomática en Nueva Delhi.
Con acciones como ventanillas únicas para simplificar los trámites, el gobierno indio “está haciendo todo lo posible para generar un ambiente favorable para las inversiones” y facilitar la llegada de capitales, destacó Sitharaman.
El ministro de Relaciones Exteriores derrochó diplomacia cuando recibió al grupo de periodistas en la sede de la Cancillería el miércoles 15. Habló de las oportunidades que ve para incrementar las relaciones económicas con la siguiente perspectiva: “No vemos a América Latina como un mercado sino como un socio”.
Según el canciller, la diversidad económica latinoamericana permite pensar en cada país como un proveedor de mercaderías diferentes para India. Y destacó que en los últimos 25 años se acentuó el flujo de inversión privada india hacia el exterior y la región fue uno de los destinos elegidos. Esa tendencia se profundizará, opinó.
En Uruguay aún se espera saber si el proyecto minero de Aratirí, del grupo Zamín Ferrum, será o no un cuento indio.
Economía
2014-10-30T00:00:00
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